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Música

Una vida con Cerati

Luis Cobelo estuvo ahí para el primer concierto de Soda en Venezuela y a lo largo de su vida lo vio varias veces más, hasta el final. Este es un recuerdo de esos 20 años.

Gustavo Cerati ha sido el artista de rock en español con mayor influencia en el continente americano y uno de los músicos más talentosos que tuvo (y tiene) la escena musical argentina. Es sinónimo del rock y referente musical indiscutible, precursor en el uso de nuevas tecnologías aplicadas a la música. Hoy se cumple un año de su muerte. Muchos lo extrañamos.

Se fue dejando un océano de lágrimas en toda Latinoamérica. Todavía, hoy, me cuesta escuchar sus canciones sin sentir una profunda tristeza mezclada con alegría y con agradecimiento y estoy seguro que millones también sienten lo mismo.

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Este es un pequeño homenaje a todas esas veces que lo vi y tuve la suerte de hacerle fotos en alguno de sus conciertos junto a Soda Stereo y en solitario.

Julio 1987. Primer concierto de Soda Stereo en Caracas. Sala Mata de Coco.

Por la televisión pública venezolana veo a una banda de tres tipos con peinados estrafalarios y camisas de bacterias, pantalones ajustados y un sonido muy llamativo. Al terminar el playback anuncian que harán un concierto en vivo en una sala caraqueña al día siguiente. Yo no vivo en la capital. No importa. Con 17 años a cuestas, sin saber que sería fotógrafo y sin permiso de mis papás, me lanzo a la gran ciudad, curioso por saber más de este trío tan parecido a mis gustos musicales que provenían de Inglaterra.

Asisto al segundo concierto de Soda Stereo en suelo venezolano. Sólo somos unas 300 personas en la sala Mata de Coco. Las tribus caraqueñas están todas: punks, neorománticos, mods y modernos varios. Y yo, sin definir. Del set list recuerdo "Danza Rota" y una de mis favoritas para siempre, "Si no fuera por…", que nunca más la escucharé en vivo. —Ese día no sabía que pasarían a formar parte de la banda sonora de mi vida y de la de millones—.

Marzo 1990: Soda Stereo. Gira "Doble Vida". Poliedro de Caracas.

Voy como invitado de un grupo venezolano que los teloneará y que nunca me gustaron: Zapato 3. Pero a la hora de acreditarme como fotógrafo —que ya empezaba a ser— me niegan el pase en el último momento. No puedo comprar una entrada porque están agotadas, así que espero afuera a que den «puerta franca» (algo así como entrada libre, que se acostumbraba en la época). No sucedió. Escucho el concierto desde afuera, pegado a una puerta. Sólo abrieron las puertas cuando el recital estaba por terminar. Alcanzo a escuchar "Nada personal" con las luces de todo el lugar encendidas. Empiezo a ser fan de verdad.

Febrero 1991: Soda Stereo. Barquisimeto, Concha Acústica. Gira "Canción Animal".

Estoy en la ciudad donde me crié y consigo la credencial de fotógrafo sin problema. Llevo haciendo fotos de artistas en concierto sólo para no tener que pagar las entradas, pero sólo voy a los que me gustan. Los teloneros son Deseo Reprimido, la banda que formé junto a mi hermano Carlos Cobelo y de la que me separé después para dedicarme de lleno a la fotografía. Los Soda viajan con un extenso personal que incluye varios guardaespaldas, managers y una simpática jefe de prensa que me daría mi pase de foto.

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Pocos minutos antes de empezar su concierto se va repentinamente la luz en todo el recinto. Corren personas por todos lados, hablan por radio y muchos están histéricos. Llega una grúa a resolver el problema: un transformador dañado. Mientras esperamos en la parte de atrás de la Concha Acústica, al lado de unos cochambrosos camerinos donde veo botellas de guisqui y sándwiches de jamón con queso, volteo y está Cerati apoyado en la pared, solo, mirando a la nada. Me saluda con un gesto de cabeza y me pregunta «¿es normal acá esto de que se vaya la luz antes de un concierto?» No sé qué responderle, sólo pienso «me está hablando Cerati». La mano de Zeta se lo lleva hacia dentro de uno de los camerinos, cerrando tras de sí unas cortinas puestas para el momento.

Uno de los productores locales sabe que tengo auto y me pide el favor de llevar a Charly Alberti al hotel. «Ok», le digo. Un escolta nos acompañará. Para salir del lugar, lo hago por una puerta lateral que está encadenada. Bajamos los tres y el escolta saca una pistola para reventar el candado a tiros. Alberti le dice «pero qué hacés, che, pará». Tranquilizo al nervioso esbirro diciéndole que buscaremos otra salida. Todo bien y llegamos al hotel. Esperamos. Llaman por radio al escolta. El concierto va a empezar, problema solucionado. Unos minutos después baja Alberti, nos vamos veloces. Han pasado tres horas desde la hora oficial de inicio y mucha gente se ha ido del lugar pensando que se suspendería. Es el mejor concierto de Soda Stereo que había visto hasta el momento. Una frase para la historia fue cuando Cerati pidió al público «juntarse todos en el centro de la concha ( vagina en Argentina) acústica».

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Noviembre 1991 - Soda Stereo. Festival iberoamericano de Rock en Caracas. Autocine del Cafetal.

Quizá el concierto más recordado de la banda para los fanáticos de Venezuela. Incluso para los Soda, que siempre lo comentarían en entrevistas. Fue el único festival de rock en español que valió la pena en ese país hasta el día de hoy. El cartel, que se agrupaba en dos fines de semana, tenía a Paralamas do Sucesso, Los Lobos, La Unión, Miguel Ríos, Fito Páez, Los Prisioneros, Patricia Sosa, Los Rodríguez, entre otras agrupaciones venezolanas del momento.

Soda Stereo tenía dos conciertos anunciados para el segundo fin de semana. El primero de ellos, el sábado, fue impecable. El domingo los Soda cerrarían el festival, pero en la tarde, un aguacero monumental azotó a la ciudad de Caracas retrasando todos los shows. Miguel Ríos bailaría bajo la lluvia y Sentimiento Muerto, banda de culto venezolana, calentó a todos los presentes. Muchos se fueron, empapados y cansados. Yo y mis amigos no nos rendimos. La lluvia cesó a las cinco de la mañana. Mientras amanecía, Soda Stereo abría su concierto con "Sale el sol" y para las menos de 2.000 personas que estábamos ahí, fue un momento mágico, irrepetible. Recuerdo cuando salimos del lugar, ver a niños y jóvenes de los barrios cercanos ir en sus uniformes a sus colegios un lunes por la mañana mientras nosotros, pobres mortales, acabábamos de asistir a un momento inolvidable.

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Noviembre 1996: Soda Stereo. Gira "Confort y música para volar". Poliedro de Caracas.

Versiones del disco Unplugged que sonaron a gloria. Un concierto cálido y muy íntimo. Perfecto. Nada más que recordar.

Septiembre 1997: Soda Stereo. "El último concierto". Estacionamiento Poliedro de Caracas.

El concierto más desangelado al que asistí. Se notaba mucho que los tres no estaban cómodos en el escenario. Un set list de las canciones de siempre, tocadas como si de un cassette se tratara, sin marcha atrás. El único que da muestras de pasarlo bien es Zeta, al que siempre vi disfrutando. El que menos, el baterista Alberti. Aquella vez que lo llevé en auto, no crucé una palabra con él, así que no lo conozco, no sé cómo es, pero su perfección como músico, considero que es aburrida.

Octubre 2004: Gustavo Cerati. Primer concierto en Madrid. Sala Arena.

Tendrían que pasar cinco años para poder ver a Cerati en solitario iniciando su etapa más fascinante, donde fabricó discos geniales. Promovía su tercer disco Siempre es hoy, posterior al inmenso Bocanada, que en mi opinión es el mejor de todos (no lo digo yo nada más). Recital impecable y talento inagotable. Mientras lo miraba en el escenario tan cercano y alejado de los masivos conciertos de Soda Stereo le quité el endiosamiento, lo sentí más real y asequible. Fue un privilegio pagar por verlo.

Los emigrantes argentinos radicados en Madrid hicieron que Gustavo estuviese ahí. Y los que no somos argentinos lo agradecimos muchísimo.

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Octubre 2006: Gustavo Cerati. Gira "Ahí Vamos". Sala Arena. Madrid.

Juro que asistí a este concierto con reticencia, pero me encontré con la genialidad de un Gustavo fabuloso.

El nombre de la gira: "Ahí vamos", sugerente y positivo, dinámico, una puesta en escena con la imagen sicodélica de la tapa de su disco que invitaba a la relajación.

El concierto empezó casi a las 10 de la noche. Embutido de negro afiló sus cuerdas y llegó el punteo, sus primeras palabras fueron «¡Hola, divinos!». De vez en cuando rompería el silencio para disfrutar de él, intercalando canciones de Amor Amarillo,Bocanada,Siempre es hoy y escalonadamente, de su último disco Ahí vamos.

Unas horas antes lo había visto, como cualquier otro ser humano, sencillo y común, deambular por una de las calles mas fashion de Madrid, repleto de bolsas, anónimo y apurado. Allí estaba, con su potente banda que lo acompañó hasta el final: Fernando Nalé, bajo; Leandro Fresco, teclado; Richard Coleman, guitarra y Fernando Samalea, en la batería.

Interpretando en su totalidad los temas de su ultima producción la primera media hora, no fue hasta "Ecos" de su primera banda Fricción y luego cantada por Soda Stereo, que el concierto cambió de tercio. Pero no era necesario, nadie extrañó hasta ese momento nada antiguo. Reflotaban los ánimos de un auditorio anegado de voces curtidas en la treintena, que apelaban al pasado como sustituto del presente. Alguno que otro gritaba pidiendo canciones de Soda Stereo y a mí que me daban ganas de decirle que se fuera a la mierda

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Tenía a todo el público dominado. Vaya por delante que el gancho de este buen hombre es ajeno a cualquier consideración egocéntrica.

Poco antes del final del concierto fuimos sorprendidos con una versión diferente y megarockera del clásico "Prófugos" y se despidió con la bellísima y mi favorita de todos los tiempos: "Jugo de luna".

Los presentes no pidieron más, estaba claro que una nueva era empezaba, en la que no era necesario reavivar la nostalgia y sí mirar al futuro.

Noviembre 2007: Soda Stereo. Gira "Me verás volver"

El concierto fue bueno, el diseño y la escenografía correcta pero no espectacular. Demasiados efectos, de esos para hacer abrir bocas.

Me quedo con unas cuantas canciones que nunca oí en vivo y con la ternura de volver a oír las mismas de siempre.

Estaban con el grupo, Leo García, un genio que apoyaba las guitarras de Cerati, y Twetty, sin él, Soda Stereo no sería nada en vivo. Al otro lado, Leandro, un fijo de la banda de Cerati en solitario. El mejor de todos, Zeta, que repito, se la pasaba demasiado bien. Cerati estaba en su máximo elemento, concentrado y simpático, virtuoso y sensual. Para mi gusto, un concierto demasiado largo. Me fui sin esperar el final y dije mirando al escenario, "Chau, Soda. Ya fue".

15 de mayo de 2010: Gustavo Cerati. Caracas. Último concierto.

Aunque tenía las entradas no fui por razones estúpidas personales que no vale la pena recordar. El caso es que muchos amigos sí fueron y todos concuerdan en que fue un concierto memorable. Como debía ser. El sitio del recital quedaba al aire libre, rodeado de montañas y bajo un clima perfecto. Me contaron que Gustavo se encontraba pletórico y feliz, haciendo chistes en los descansos de cada canción. Una querida amiga me dijo que cuando llegó el momento de cantar la última canción que sería "Jugo de luna", un pequeño enjambre de libélulas atacó su cabeza. Trató con las manos desesperadamente de espantarlas sin éxito. Se echó a reir resignado y empezó a tocar. Terminó la canción y se fue. Y no volvió nunca más.