Los días junto a una familia menonita en Bolivia

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El especial de fotografía 2016

Los días junto a una familia menonita en Bolivia

Ajena a los escándalos noticiosos relacionados con colonias menonitas en Bolivia, la fotógrafa Juliana Gómez ingresó a una de ellas abierta a encontrarse con otro mundo.

Esta serie hace parte del Especial de fotografía 2016.

Durante siglos, los menonitas han tenido que padecer largos y constantes exilios para proteger su tradición. Su defensa del bautizo adulto (anabaptismo), de la no violencia y de rituales cristianos por fuera de las instituciones católicas y protestantes los obligó a emigrar de Europa a Rusia, de allí a Canadá, para finalmente buscar refugio en Suramérica, motivados por políticas agraristas que fomentaban el trabajo del campo.

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Actualmente, en Bolivia, unos 60.000 menonitas pertenecientes a las facciones más aisladas y conservadoras de esta religión anabaptista, viven en más de cincuenta asentamientos, especialmente en el departamento de Santa Cruz. Allí defienden un estilo de vida que renuncia a la tecnología, los medios masivos y hasta las lenguas locales (la mayoría habla sólo plattdüütch o alemán bajo, un dialecto arcaico preservado por generaciones).

En enero de 2016, la fotógrafa colombiana Juliana Gómez, editora en jefe de YUCA Magazine en Bogotá, fue invitada a una colonia menonita cerca de Manitoba, Santa Cruz. Johan, su anfitrión, es vecino y amigo de su padre, quien es dueño de una finca que colinda con el asentamiento anabaptista.

Juliana tuvo una rara oportunidad: ingresó a la vida cotidiana de Johan y su familia, desprovista de juicios de valor y sin mayor información sobre la comunidad. Con una cámara 35mm, Juliana descubrió "la sencillez, la pureza y la inocencia presentes en el estilo de vida de esta familia, sus carcajadas sinceras y una genuina curiosidad que los incita a sostener conversaciones con las que buscan conocer al otro", según cuenta.

Los menonitas bolivianos no han estado exentos de polémica. Desde 2009, buena parte de la atención que reciben de la prensa es producto de una serie de sistemáticos abusos sexuales ocurridos en dos de las colonias, perpetrados por algunos miembros de la comunidad. El escándalo, que terminó en los tribunales bolivianos, opacó otro tipo de miradas hacia estos asentamientos.

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Las circunstancias en las que ocurrió la inmersión de Juliana le permitieron observar desde otros lugares. Ajena a los escándalos noticiosos, ella ingresa a la vida de Johan abierta a encontrarse con otro mundo. Haciendo uso de su sana ingenuidad y una aguda curiosidad, la fotógrafa devela una forma alternativa de vida, que es capaz incluso de inspirar a quienes, como ella, viven a diario el vértigo de una sociedad global capitalista que aplana ferozmente las diferencias culturales.

"Ingresar al mundo de Johan reafirmó el valor que tiene la tierra", cuenta Juliana . "Y en este contexto, es fácil desprenderse de lo innecesario: la tecnología, la velocidad… La de los menonitas es una invitación a la sencillez, a lo simple. Allí sentí una paz que me recordó que es muy poco lo que se necesita para vivir"