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Actualidad

Trixiebaby

Una Barbie grotesca en Santiago de Chile.

FOTOS: PALOMA PALOMINO

Asistente de foto: Alexis Mandujano
Agradecimiento espcial para Tiendas Meicys

En la alfombra de su casa, Trixie tiene amontonada su ropa americana. Ahí tratamos de hacer una foto inspirada en American Pie.

Gabriela Calvete, mejor conocida como Trixiebaby, es maquilladora, productora de vestuario y dj de fiestas underground en Santiago de Chile. Conocedora de las tendencias estéticas en boga, ha configurado un universo y estilo propios mediante la web-perfomance: registro diario de looks, bailes, make-up, rescates y video clips. Pareciera nada nuevo, pero la realidad es que trixiebaby.tumblr.com es una de las páginas más visitadas por los cazadores de tendencias de este lado de Latinoamérica. Asimismo, su ojo privilegiado la llevó a trabajar en el video “Cómo puedes vivir contigo mismo” de Alex Anwandter, una de las piezas audiovisuales más aclamadas del último año. Dividida entre la cultura gringa y latinoamericana, Gabriela ha hecho de los viajes la espina dorsal de su trabajo. De algún modo, la mezcla de tendencias y la extranjería la han convertido en un secreto a voces en mundo de la moda local.

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Nombres como Euro Estylo, New Castro, New Wave y Flamante se siguen uno tras otro en las tiendas de ropa usada, en Santiago Centro. Cuando comienzan a abrir, el olor a chicle de fresa y fritura se cruza con el acento de los peruanos del barrio. Cartulinas de colores indican “Ropa Marca / Ropa Nueva / Vestido Fiesta” y le dan la bienvenida a mujeres que trajinan la ropa importada por algún ejército de salvación o reciclaje de los armarios del primer mundo. Ahí, entre felpas, gabardinas y popelinas, hablamos con Trixiebaby.

La casa de Gabriela es también un centro cultural llamado “La Unión”.

VICE: ¿De dónde viene el pseudónimo de Trixie?
Trixiebaby: Un día estaba con mi amigo Pablo Satán, sentada en el Museo de Bellas Artes. A los dos nos gustan las cosas muy chulas, el tecno del Chicago House y las negras moviendo el poto, toda esa onda gringa. Esa vez le dije: “¿Sabí qué? Me gustaría llamarme Trixie” y él me respondió: “Tú te llamai’ Trixie, poh’”. Y desde ese día le pedí a todos mis amigos que me dijesen así y pegó. De hecho, creo que Trixie pega mucho más que Gabriela, pega más con las cosas que me gustan. Me encanta lo grotesco, como la figura de una colombiana con un pantalón blanco del que se trasluce su colaless. Eso es muy Trixie. Si tuviera que definirme, sería la mezcla del glitter, cachorritos, pastelitos, drogas, make-up y soft porn.

¿Algo así como una Barbie noventera, pero más grotesca?
Siempre le digo a un amigo, mirándome al espejo: “Hueón, ¿no encontrai’ que soy como una Barbie gorda?” Pero sí, convivo perfectamente con ese imaginario, porque además sería una versión alternativa de la Barbie. Ahora, que quede claro que no me encuentro gorda, sino que grande. Y en todos los sentidos soy una mujer grande.

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¿Qué significa estados Unidos para ti?
Cuando estoy allá me siento libre y cómoda, como en casa, porque estoy identificada con lo que les sucede y con el modo en que viven. Culturalmente no me siento diferente. De hecho, allá puedo salir con un short muy corto, que deje ver mi celulitis, andar por la calle comiéndome unos tallarines con albóndigas y te juro que nadie me ve; o ir de lentejuelas y abrigo de piel al supermercado. Acá en cambio, siempre estoy escuchando amigos quejándose de “que Chile aquí, que Chile allá”. Acá no hay tolerancia.

Ahora, lo que más me sorprende de ese país es su arrogancia cultural, pero te voy a decir la verdad: no pienso en lo que significa eso políticamente. Sé que son un monstruo y, no es que esté de acuerdo políticamente con la guerra y las cosas que hacen, pero no sé. Eso no lo pienso.

“Soy un fardo de ropa” nos dice Trixie mientras tomamos esta foto.

¿Cuántas veces has ido a estados Unidos?
Seis. La primera vez no sé cuantos años tenía, pero fue bacán. Fui con mi familia a Miami y a Disney. Pasaron cosas graciosas: me llegó mi primera menstruación en Universal Studios. Y como yo era súper gorda y además andaba con unos shorts blancos, mi papá y yo nos metimos en una tienda de souvenirs y me compró una polera XXXL de ET para taparme. Después en el 2011 volvimos a Disney cuando ya estaba grande, incluso me subí a un auto con un negro y me conseguí mariguana. Estuve volá como pico todo el rato que paseamos en Disney, era tan maravilloso. Eso mis papás nunca lo supieron.

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¿Qué significa Madonna para ti?
Mi papá siempre fue súper pop, le encanta Cher, Carly Simon y cosas así. Debe haber tenido unos 1,500 discos en el living y tenía todos los de Madonna. Era cosa de llegar y sacarlos. Les miraba sus librillos y sus ropas con ene morbo. Una vez fuimos a la Feria del Disco con mi papá y le pedí que me comprara su libro Erótica; ahora yo creo que él no sabía lo que había adentro. Llegamos a la casa y mi mamá lo hojeó y le decía: “Diego ¡¿cómo le comprai’ esto?!”. Cuando fui a verla, la última vez que vino, llegamos tarde y la gente me gritaba “¡Cacha, ahí va la Madonna!” igual me sentí bacán con eso.

¿Y Michael Jackson?
Mira tengo un par de amigos, que cuando estamos vola’os, terminamos hablando de él y haciendo hipótesis. Pensamos que él se metió con niños porque él creía que efectivamente era un niño, entonces era obvio que le gustasen. Ahora estoy de acuerdo en que el huevón era un raro. Todo en él es brígido: su ropa, su música, su onda, su muerte. Este tatuaje, que es bastante hualala [de mala calidad] es él. Lo han confundido con el joven manos de tijera, con el cuervo, hasta con Juan Antonio Labra [cantante chileno, copia criolla y romanticona de MJ en los noventa]. Me lo tatué el día en que murió. Ese día estaba en mi casa a la hora de almuerzo y veía la tv, no lo creía. A las siete de la tarde, fui al Paseo las Palmas en Providencia a hablar con un hueón súper seco, pero que tenía hora para tres meses después. Le decía “¡Hueón, se acaba de morir Michael Jackson, por favor tatúamelo!” me decía que no podía, que no hiciera la locura de ir con otra persona, porque los retratos no son fáciles. Pero estaba demasiado caliente con la idea, así que entré al Portal Lyon y fui a una tienda muy hualala, revisé algunas cosas que habían hecho y les dije: “Ya. Me quiero tatuar a MJ”. Y el loquito me decía “¿Pero por qué querí tatuarte a un pedófilo?”. A la mañana siguiente, cuando abrí los ojos, pensé: “Oh, ¡qué grotesco!” y obvio que me gustó. Entonces, me levanté y fui donde el tatuador seco que no me atendió. Se cagó de la risa: “A lo mejor podemos hacerle unos anteojos o una mascarilla”, me dijo.

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Gabriela posa afuera de su tienda favorita en calle Bandera.

¿Qué sientes cuando compras ropa?
Me compro ropa con la sensación de quien va a comprarse un cuadro, como que no tengo nada que hacer y salgo pensando en que me encontraré con algo maravilloso. Me encanta que en la ropa americana las cosas estén apiladas y que uno tenga que buscar, porque uno tiene mas oportunidades de encontrar algo o que ese tesorito se le haya pasado a alguien. Igual hay que tener ánimo para venir y meterse en estos locales. Tengo algunas joyas, como mi chaqueta de Jackie O. En ese sentido, mi ropa es mi colección personal de cosas lindas. Siempre digo que tengo mi mini museo de la moda, de hecho me encantaría hacer una exposición de todas las piezas más maravillosas que tengo.

¿Cómo descubriste la ropa usada?
Es que mi prima siempre venía a la calle Bandera, una vez la acompañé y nunca más dejé de venir. Empecé porque cuando niña, a pesar de ser gorda, quería verme cool. Tenía una amiga que también era gorda y éramos pokemonas medio alternativas y veníamos a buscar poleras de baseball y cosas así. La ropa que viene de Estados Unidos es por lo general grande, porque allá hay mucho gordo, entonces la gente que no encuentra ropa en las tiendas puede venir a calle Bandera y siempre encuentra. Esas tallas no existen en las tiendas de acá y es algo que realmente me enoja. De hecho, cuando chica nunca usé blue jeans porque no me quedaban, usé leggins, tenía de muchos colores. Así yo seguía siendo gorda pero sintiéndome bien; supe solucionarlo. Ahora, los hueones más bacanes son los que hacen moda para todos los cuerpos, como John Galliano que hizo un desfile con puras modelos gorditas. O sea ¡los cuerpos grandes existen! Encuentro demasiado imbécil lo que pasa. Es más, se harían un favor ellos mismos porque van a ganar mas plata y venderían más.

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¿Y cómo ese gusto por la ropa llegó a convertirse en una carrera?
Es que siempre he estado experimentando conmigo misma, transformándome. Hace unos años fui a la universidad, estudié publicidad y no terminé, no me gustó. Después estuve harto rato sin hacer nada, siempre queriendo irme a Estados Unidos, hasta que un día decidí ir a estudiar maquillaje a Nueva York, con una china que se llama Akemi Sone, que vivía en el mismo edificio que tenía MJ en NY, era una loca brígida, grotesca, que usaba crocks con tacos, imagínate. Pero la vieja era seca, trabajó en desfiles de Versace con una onda muy asimétrica, unas pelucas barrocas e ideas muy vigentes. Con ella me sentí identificada. Descubrí que me entretiene decorar y transformar cosas. O sea me gusta la onda Cindy Sherman, ¿cachai?

Siempre escucho minas que dicen: “¿Te has fijado que las minas se arreglan como para las otras minas?”. Eso lo encuentro lo más estúpido que hay; esas frases hablan de lo taradas que son. Yo visto y maquillo para la persona que me lo pide, tal y como me visto y me maquillo para mí; y el tumblr es parte de mi registro público, porque esto es un mini arte. Con el maquillaje tu puedes volver una cosa en otra y sólo sé que yo quiero seguir transformando las cosas. No necesariamente embellecerlas.

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