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Salud

El África Subsahariana enfrenta una crisis de mordeduras de serpientes desde hace décadas

Las mordeduras de serpiente matan a más personas al año que 17 enfermedades tropicales combinadas.

Después de ser mordido por una Naja mossambica cuando tenía tres años, Mduduzi Gina, ahora de 11 años, fue uno de los primeros pacientes de Thea Litschka-Koen.

Este artículo hace parte de la edición de junio de VICE.

Hace alrededor de una década, Thea Litschka-Koen comenzó a interesarse por las serpientes. Dueña de una compañía hotelera en su nativa Suazilandia, pasó los siguientes diez años tomando cursos de manejo de estos reptiles, abrió un parque para su conservación y se convirtió en una experta en la mamba negra. A punta de retirar serpientes de lugares no deseados, se volvió conocida en su país. Luego un documental que publicó la BBC2 en 2009 sobre su trabajo la hizo famosa en el resto del mundo. Dada su reputación, no era de sorprenderse que un día llegara alguien a su puerta con una grave mordedura de serpiente.

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Zamokuhle, una niña de 18 meses, estaba jugando en su casa cuando entró una cobra escupidera de Mozambique. Con una longitud promedio de 1 a 1,5 metros, estas serpientes son particularmente mortales: escupen un veneno que alcanza distancias de hasta tres metros. Zamo se había acercado mucho y la serpiente le mordió la pierna. Después de ir a cuatro clínicas y recibir únicamente analgésicos porque ninguna contaba con antídotos, Zamo y su madre fueron a donde Litschka-Koen. El veneno, un fluido necrosante, le destruyó la mayoría de la carne entre la pantorrilla y el tobillo. Se le veían los huesos por completo.

Litschka-Koen llevó a la niña a una clínica cercana. Allá, los doctores intentaron hacer que arrestaran a la madre por negligencia, pero la experta informó a las autoridades sobre los esfuerzos que había hecho la mujer y el fracaso de los otros hospitales. Finalmente, a pesar de las acusaciones, esta clínica tampoco pudo hacer nada. Nadie pudo en todo el país. Litschka-Koen tuvo que llamar al Dr. Sean Bush, un estadounidense experto en mordidas de serpientes, para que trasladara a Zamo a Estados Unidos y le hicieran un tratamiento de siete meses.

Con el caso de Zamo, Litschka-Koen se dio cuenta de lo grave que era la situación del tratamiento para mordeduras de serpiente en su país. Más tarde descubrió que esto no sólo pasaba en Suazilandia: África subsahariana está en medio de una crisis de mordeduras de serpiente desde hace décadas. La epidemia, que ha sido ignorada por la mayoría de medios e instituciones de salud, es enorme y sigue creciendo.

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En septiembre de 2015, Médicos Sin Fronteras denunció que en 2014 la empresa francesa Sanofi Pasteur había parado la producción de Fav-Afrique, el antídoto polivalente más efectivo en África, sin que otra farmacéutica la retomara. Según Médicos Sin Fronteras, las últimas reservas de este suero, que combate el veneno de diez especies mortales, expiran en junio de 2016. Esto pone en riesgo a unas 10.000 personas de países en desarrollo. Podría tratarse de una epidemia de la magnitud de la del ébola.

Sanofi Pasteur ya había anunciado que iba a dejar de producir Fav-Afrique en 2010, dando así un plazo lo suficientemente amplio para que otra empresa asumiera la tarea. Según los profesores Leslie Boyer y David Warrell, expertos en antídotos de la Universidad de Arizona y la Universidad de Oxford respectivamente, existen antídotos que proporcionan una protección similar y hay productores desarrollando remplazos del Fav-Afrique que funcionarían en términos económicos y médicos. Pero expertos como el doctor Jean-Philippe Chippaux, epidemiólogo del Instituto Francés para el Desarrollo de la Investigación, piensan que la intención del comunicado de prensa era despertar consciencia acerca de una crisis más amplia que lleva germinándose desde la década del noventa: en 25 años las reservas de antídotos en África subsahariana han bajado de 200.000 dosis confiables a 20.000 menos confiables. Chippaux cree que son necesarias 500.000 dosis al año para cubrir el tratamiento de todas las mordeduras de serpientes.

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Una quinta parte de los cinco millones de mordeduras anuales en el mundo y más de un cuarto de las al menos 100.000 muertes relacionadas con mordeduras (sin mencionar un número similar de discapacidades permanentes y amputaciones) tienen lugar en África subsahariana. Y estas cifras son bastante conservadoras. Pocas víctimas de mordeduras logran llegar a hospitales donde seregistran como tales. Estudios epidemiológicos recientes de todo el mundo llevan a Chippaux a creer que la pesadilla de África es de tres a cinco veces más grande de lo que muestran las cifras.

Sister Jackie Mahlalela and Dr. Koshi, an administrator at Good Shepard Hospital, take inventory of their antivenom. La hermana Jackie Mahlalela y el doctor Koshi, administrador del hospital El Buen Pastor, haciendo inventario de los antídotos.

Las mordeduras de serpiente matan a más personas al año que 17 enfermedades tropicales combinadas; esta lista incluye el dengue, la lepra y la rabia, para las cuales la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene programas especiales. En algunas regiones hay más mordeduras que malaria. "En ciertas aldeas en las que he trabajado en el norte de Nigeria son pocas las familias que no han perdido a alguien por una mordedura de serpiente", señala Warrell. Aún así, los productores de antídotos están abandonando el mercado en África, las reservas son cada vez más escasas y la situación parece importarles a pocas autoridades.

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La producción y compra de antídotos es difícil y costosa. Cada especie de serpiente requiere de un suero específico. Como la mayoría de médicos regionales sólo pasa por un entrenamiento rápido en la cura de mordeduras, y como se necesita mucha experiencia para poder identificar qué tipo de serpiente mordió a alguien viendo sólo la herida, las clínicas tienen que tener antídotos para todas las especies locales. Pero la distribución de las serpientes es variable y no hay suficiente información epidemiológica, así que surtirse de antídotos que funcionen para un solo tipo de serpiente es un tanto inútil. En ese sentido, la producción de antídotos polivalentes es vital. Sin embargo, es todavía más costosa que los antídotos para un solo veneno.

El resultado de esto es un tratamiento que en África cuesta entre 160.000 y 1.900.000 pesos colombianos, dependiendo de los subsidios locales, de las especies, de los sistemas de salud y la cantidad de dosis necesarias para tratar una mordedura determinada. Desde que conoció a Zamo, Litschka-Koen se ha vuelto una activista de las mordeduras de serpientes: creó la Fundación de Antídotos de Suazilandia, que recolecta dinero para la compra de sueros y lidera simposios para médicos locales con poca formación en el tema. "El tratamiento de una sola mordedura de Naja mossambica puede llegarle a costar a un trabajador el salario de todo un año", señala. "Nuestro país no puede pagar el tratamiento de todas las víctimas de mordeduras".

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Incluso cuando los centros de salud pueden pagar los antídotos, no siempre pueden almacenarlos. Muchos sueros son líquidos o liofilizados, lo cual significa que necesitan refrigeración. En áreas rurales, donde ocurren el 95 % de los envenenamientos y el 97 % de las muertes, el enfriamiento es imposible.

Y, según Boyer, donde los sueros están disponibles y pueden almacenarse "los médicos han perdido completamente la fe en los antídotos porque han estado comprando productos fraudulentos". Warrell señala a dos productores indios como los culpables de esto en África: "Bharat Serums and Vaccines y el Serum Institute of India hicieron antídotos que supuestamente eran para África, pero resultaron engañosos e inadecuados". Las compañías usaron especies de serpiente asiáticas en vez de africanas, y por eso los antídotos no funcionaron o incrementaron los efectos secundarios. En respuesta a los estudios sobre la ineficacia relativa del antídoto para el tratamiento de mordeduras de especies africanas, BSaV declaró que la inclusión del veneno asiático estaba mencionado en la información del producto. Sin embargo, esta no era muy visible.

Hace más o menos una década, cuando los médicos en Chad y la región norte de Ghana cambiaron de Fav-Afrique a antídotos que estaban dentro del presupuesto (se vendían a una décimaparte de los productos occidentales), las tasas de mortalidad subieron de 2 % a 15 %. Litschka-Koen solía pasar de clínica en clínica, para reportar los antídotos indios al Ministerio de Salud. Temía que todos tuvieran resultados similares, así que comenzó una campaña para que las clínicas por fin dejaran de encargar productos de calidad inferior.

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La inaccesibilidad, las malas experiencias y la desconfianza en los sistemas de salud llevaron a que hoy sólo de 10 a 20 % de las víctimas de mordeduras de serpientes busque y utilice antídotos. Como alternativa, muchas terminan en las manos de sanadores tradicionales. Estos casos no se reportan, lo que puede generar que los extranjeros le resten importancia al problema y que los fabricantes crean que no hay un mercado serio para los antídotos.

Thea Litschka-Koen, a la izquierda, es una autodidacta experta en serpientes. Dado el precario surtido de antídotos en hospitales como El Buen Pastor, en Siteki, Suazilandia, ella importa los sueros necesarios de Sudáfrica.

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¿Por qué Latinoamérica no tiene el mismo problema que África? Tiene su buena cantidad de serpientes venenosas, escenarios remotos y poco desarrollados, así como médicos tradicionales. Sin embargo, el asunto de los antídotos ha funcionado en la región, dice Leslie Boyer de la Universidad de Arizona. Según la investigadora, el continente se abastece con sus propios antídotos desde hace tiempo y los gobiernos de la región subsidian los tratamientos, evitando así trampas de oferta y demanda. "Aunque a veces hay escasez, por lo general los países latinoamericanos manejan precios muy bajos porque sus ministerios de salud hacen compras masivas a las compañías productoras" y distribuyen los antídotos de manera efectiva a través de sistemas de salud relativamente confiables.

No todos los países africanos pueden tener una industria de antídotos propia —sólo Sudáfrica la tiene—, pero muchos creen que los programas nacionales de suministro ayudarían a devolver la fe en los sueros (que la mayoría usaría si fueran económicos y efectivos). Con la creación de programas nacionales de compra, una mejor regulación de los antídotos y los avances en conocimientos epidemiológicos y de técnicas de producción, se podrían obtener antídotos útiles y asequibles. Incluso para uso en zonas remotas.

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Algunas compañías de Costa Rica, España e India están desarrollando nuevas técnicas para producir antídotos económicos y médicamente prometedores. Impulsados por las crisis que involucraban drogas falsas de antimalaria, los países les están haciendo frente a las medicinas fraudulentas. Esto, sin duda, podría ayudar a reconstruir la confianza en los antídotos. Hay investigaciones en curso que estudian el potencial para hacer que el E. Coli expulse proteínas protectoras que funcionen como profiláctico para numerosas toxinas de serpientes.

El problema es lograr el apoyo institucional para financiar las investigaciones. Hay tan poco dinero disponible, que la investigación del E. Coli está siendo financiada a través de crowdfunding. Incluso los grandes fabricantes de antídotos a veces tienen que pasar por alto los estudios clínicos que se deben hacer antes de lanzar un medicamento.

"La gente se toma en serio las mordeduras de serpiente sólo cuando se enfrenta al problema en su día a día", dice Warrell. "Más allá de eso, se las toma como algo chistoso, aterrador, a veces hasta le dan connotaciones bíblicas. Creen que es algo de lo que uno se puede reír y hasta negar".

"La mordedura de serpiente es la enfermedad del pobre", afirma Litschka-Koen. "Si afectaran a las clases medias y altas, ya habríamos tenido una solución hace mucho tiempo. Estas personas no tienen voz".

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En 2012, Chippaux y algunos colegas africanos formaron la Sociedad Africana de Toxinología. En tres años, el colectivo de activistas ha logrado crear métodos con resultados muy positivos y ha aumentado la visibilidad de las mordeduras de serpientes. A través de directrices ambiciosas en los estados interesados, espera reducir la tasa de mortalidad por mordeduras en un 90 % para 2020. Suena utópico. Pero hoy en día, funcionarios de al menos siete países están trabajando con la organización en subsidios, entrenamientos y programas de educación. La publicidad que proporcionó Médicos Sin Fronteras infundió un estímulo en los activistas de los antídotos, al demostrarles el poder de una campaña efectiva contra las mordeduras de serpiente.

Mientras esperan los avances, los activistas ven la educación como una herramienta preventiva inmediata. Hacer que las personas usen zapatos, linternas y que duerman con mosquiteros puede reducir drásticamente las mordeduras. Los niños, que son las principales víctimas, difícilmente absorberán estos mensajes, y la expansión urbana hace que cada vez sea más difícil evitar las serpientes. Pero la educación puede hacer que los líderes locales y nacionales entiendan que las mordeduras de serpientes son algo que se puede tratar sistemáticamente, y no un mal inevitable. La educación comunitaria puede catalizar los ya prometedores cambios que la Sociedad Africana de Toxinología y sus aliados están impulsando en el continente. Así que hay esperanza.

This article appeared in the April issue of VICE magazine. Click HERE to subscribe.