Probé un brebaje para estrechar la vagina
All images by Aidli Rizki Nasution

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Probé un brebaje para estrechar la vagina

Se dice que el jamu indonesio también endulza el sudor, relaja los músculos y mejora la vida en general.

El jamu es una especie de medicina tradicional indonesia supuestamente elaborada con ingredientes naturales. Se vende en todas partes como un preparado en polvo envasado en pequeños paquetes y se usa para tratar todo tipo de afecciones, desde diabetes a impotencia. Al parecer también tiene otras propiedades, como la capacidad de estrechar la vagina.


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Según se cuenta, el jamu se ha utilizado desde hace 1.300 años, lo que explicaría que en las paredes del templo de Borobudur, del siglo VIII, haya bajorrelieves que representan escenas en las que se bebe este mítico brebaje. Aunque hace unas décadas el jamu se consideraba cosa del pasado, actualmente está experimentando un resurgimiento gracias, en parte, al presidente de Indonesia, Joko Widodo, quien al parecer se bebe un vaso de jamu todas las mañanas desde hace 17 años.

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Me cuesta entender por qué este preparado de hierbas causa tanto furor, pero imagino que algún motivo habrá, sobre todo cuando tantos establecimientos lo venden. La única manera de averiguarlo es probarlo yo misma, así que me dispongo a probar algunas de las distintas variedades de jamu, empezando, cómo no, por la más rara de todas.

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Preparando la mezcla

Sí, voy a probar una medicina que supuestamente te encoge la vagina y, por tanto, aumenta el placer sexual. ¿Acaso no es ese el sueño de toda mujer? Y sí, no voy a negar que todo esto tiene un tufo misógino bastante importante, pero voy a hacer la vista gorda.

Empiezo con una visita al médico, para conocer su opinión. El doctor Aznan Lelo es profesor de Farmacología en la Universidad de Sumatra Septentrional y todo un experto en la bebida que nos ocupa. Durante nuestra charla, el doctor me señala la sutil diferencia entre el jamu y los otros tipos de preparados de hierbas, que consiste básicamente en que la receta tradicional del jamu ha ido pasando de generación en generación, mientras que la mayoría de las otras hierbas medicinales carece de esta tradición histórica.

Muy a mi pesar, me veo obligada a rebajar el tono de la conversación para preguntarle al doctor si cree que el jamu realmente tiene la propiedad de estrechar las paredes vaginales.

Dr. Aznan Lelo

“La cosa realmente no es determinar si funciona o no desde el punto de vista científico. Las mujeres compran jamu para estrecharse la vagina porque están convencidas de que funciona”.

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Esto confirma que se trata más bien de un efecto placebo. Una noticia poco tranquilizadora, la verdad.

Mi siguiente visita es una tienda bastante ostentosa de Medan, en Sumatra Septentrional, en la que venden gran variedad de jamu. Está muy cerca de mi casa, por si algo sale mal y de repente sufro una combustión espontánea en la vagina. Allí me tomo la bebida, que tiene un sabor amargo, a hierbas y ácido a la vez.

La única forma de ver si ha funcionado es practicar sexo, y eso es lo que hago, solo para comprobar que no he notado efecto alguno. Quizá me dejé llevar demasiado por la imaginación y pensé que ahora mi vagina habría adquirido autonomía y mi marido se las vería para poder sacar el miembro de la presa mortal de mi sexo, pero no.

“A lo mejor tienes que beberla durante un periodo prolongado de tiempo”, sugiere.

Yo le respondo que la pócima tiene un sabor asqueroso y que va a ser que no.

Pegal Linu: el relajante muscular

Eka en su tienda

Regreso a la tienda y le pregunto a la dependienta, Eka, cuál es la variedad de jamu más popular que tienen. La mujer me enseña una mezcla llamada Pegal Linu, que presumiblemente alivia los dolores. Eka prepara la mezcla y me la ofrece junto con un vaso de agua caliente. Siendo bondadosa, podría decir que la bebida recuerda vagamente a un batido con canela, pero el sabor a especias es tan intenso que cuesta tragarla.

El corazón se me acelera casi inmediatamente después de tomar el jamu y regreso a casa cargada de energía. Nunca he tomado speed, pero imagino que la sensación debe de ser parecida. Sospecho que el efecto se debe a las seis pastillas de ginseng que Eka me indicó que tomara después de la pócima. ¿Que si me siguen doliendo los músculos? Pues estoy tan acelerada con el jamu que no sabría decirlo, la verdad.

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Decido volver a ver al doctor Aznan Lelo, que me advierte de que no hay que jugar con el jamu. Por lo visto, recientemente se han dado casos de productores de jamu sin escrúpulos que han mezclado este preparado con sustancias como esteroides para provocar un efecto más potente. También menciona otra variedad creada para aumentar la potencia sexual del hombre y que, al parecer, muchos fabricantes mezclan con viagra machacada para que parezca que realmente funciona.

También le pregunto al doctor si es verdad que el jamu te puede ayudar a sentirte menos cansada. El hombre parpadea lentamente, con hastío.

“Si estás cansada, ¿por qué no duermes?”.

Cierto. Por ahora, todas sus respuestas apuntan a que el jamu no sirve para nada.

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Udin, experto en ‘jamu’

Al parecer, esta variedad tiene el efecto de endulzar el olor corporal de las mujeres. Como británica residente en un país tropical, me paso el día sudando como un pollo, así que esta pócima podría resultarme útil.

Para diversificar un poco, me dirijo a otra tienda de jamu, esta mucho más modesta y rústica, regentada por un hombre llamado Udin, gran entusiasta de este brebaje. Udin lleva desde 2006 al frente de la tienda. Le pregunto si es buen negocio.

“Bueno no, buenísimo”, responde entusiasmado.

El hombre me asegura que se gana muy bien la vida vendiendo jamu, lo cual me sorprende teniendo en cuenta que por un vaso de la pócima me cobra 3.000 rupias (0,18 euros). Debe de vender grandes cantidades.

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Las variedades en venta en la tienda de Udin

Pensaba que el jamu para dulcificar el sudor sería buena idea, pero me equivocaba. La pócima anterior tenía un sabor amargo, pero pude tolerarlo. Esta, en cambio, es como beber compost líquido. Y lo que es peor, al poco de tomarla empiezo a sudar profusamente. ¿Es normal? Quizá la idea es hacerme sudar tanto que al final la gente de mi entorno se vuelva inmune a mi olor corporal.

Mientras estoy en la tienda, conozco a Fandi, un cliente de 34 años que profesa una fe ciega por el jamu. Me asegura que lleva bebiéndolo toda la vida y le gusta porque es “todo natural” y le hace sentirse “fresco”. Curioso, porque yo no me siento para nada fresca. Dicen que es porque todavía no estoy acostumbrada.

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Yanti

Creo que es hora de ir a lo más tradicional, así que pruebo en una diminuta parada callejera de jamu, propiedad de Yanti. La mujer me prepara la bebida, mezclándola a conciencia con un batidor.

De aspecto, es idéntica al abono. Incluso tiene trocitos de lo que parece paja flotando en la superficie. Dios, cómo amarga. Por suerte, Yanti tiene preparado un vaso de chupito con jengibre y miel para matar el sabor. Por favor, que me den diez chupitos más de estos y quiten el jamu de mi vista.

Un sabor asqueroso, como siempre

En cuanto me marcho, empiezo a notar como si tuviera un alienígena en el estómago intentando salir. No puedo evitar eructar abiertamente, lo que para mis queridos amigos indonesios es señal de que el viento que ha quedado atrapado en mi interior (ellos lo llaman masuk angin) está saliendo.

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Me paso toda la noche con una concertina de gases. ¿Me siento mejor al día siguiente? Sí, básicamente porque por fin he dejado de expulsar aire.

¿Ha surtido efecto alguna de las variedades de jamu que he probado?

Variedades prefabricadas en la tienda de Yanti

Puedo decir con seguridad que cada vaso de jamu que he tomado me ha producido algún tipo de reacción a corto plazo, ya sea sudor, palpitaciones o náusea pura. En ese aspecto, por tanto, estas hierbas sí tienen cierto efecto en el cuerpo, pero no necesariamente beneficioso, puesto que ni aromatizaron mi sudor ni me estrecharon la vagina.

Tal vez la clave del jamu sea creer en este brebaje, algo que parece suficiente para toda esa gente que la bebe con regularidad, incluido el presidente de Indonesia.

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