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Música

El house no es música de coctel

"Hago el llamado a quienes aprecian y sienten una pasional devoción por este ritmo, que por favor, no dejemos que el house y sus distintas corrientes terminen siendo el background de la noche de tragos de un bar bonito".

Cada día, cada año, cada lustro vemos que Colombia se pone más a tono con tendencias globales, y en el caso particular de la bendita música, también. Pero hay algo a lo que me quiero dirigir acomedidamente: un género electrónico que conozco desde chiquito, sin saber en ese entonces lo que era, y cuando lo rotulé dentro de mis interiores, ya un poco más mayor, supe que podía ser la amalgama perfecta entre el pop anglo y la pista de baile.

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El house, ese estilo particular donde vi en ese entonces que Chris Cox como Thunderpuss le hacía una remezcla memorable a Whitney Houston, o donde Deep Dish hacía algo más pistero de la voz tranquila de Dido, o a esa chica pasajera y golosa llamada Amber, e incluso donde Sophie Ellis Bextor cantaba sobre una pista de Groovejet, supe que había algo distinto a diferencia del trance o el techno, que en ese entonces tenía su foco muy aparte del rodaje de la industria musical masiva. Pero ese hecho que analizaba cuando estaba lejos del TV sin ver los "10 más pedidos" de MTV, me hace pensar ahora después de haber tragado mucho decibel y beat por minuto, que a pesar de ser el género electrónico más abierto y escuchado por excelencia, gozando de una alta difusión entre los bares, discos, antros y amanecederos que no se consideran autóctonos a la estética tradicional colombiana de fiesta, tiene una franja restringida por la misma popularización de este matiz electrónico y la apropiación que ha hecho la vida nocturna con éste.

Hay espacios cerrados a DJs, sellos, y proyectos que quieren más independencia e identidad con el género evocado, simplemente se está mercantilizando el hit y los parecidos al hit que obligan a la gente a consumir más y a bailar, pero el hecho que me preocupa mucho, es que tal situación se ha acentuado en clubes, bares y lugares que se consideran algo alternativos y selectos, y desde mi perspectiva, están es pareciéndose a un bar de cocteles granizados donde impera la abominable presencia de la bomba masiva y las gafas de sol nocturnas.

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¿Hay una curaduría por parte de los sitios a favor de la diversidad de propuestas? O mas bien ¿Se esta marcando un estilo puntual y es necesario mantenerlo a favor de la frecuencia con la que gire la registradora? Ya existiría una cuestión subjetiva de cada cliente, si lo que se o quiere es diversidad musical o una familiaridad con la estética de un lugar, aunque me estén ofreciendo siempre la misma pócima.

Ahora, se entiende que en la concepción de muchos administradores de clubs: siempre estará el dinero como norte. Ha pasado y seguirá pasando, pues la música electrónica es una vía más (honesta y digna) de engrosar sus bolsillos. Es por ello que la responsabilidad no recae en primer lugar sobre los dueños de uno u otro sitio, sino también en nosotros, en las personas que amamos esta estética, en los colectivos que dicen poner house, en los DJs y productores que se identifican con este género, para que agrupemos movimientos, creemos nuevas iniciativas, y sobre todo, catalicemos la escena. El que debe vender la propuesta y hacerse visible es quien tiene la música.

Hago el llamado a quienes aprecian y sienten una pasional devoción por este ritmo, que por favor, no dejemos que el house y sus distintas corrientes terminen siendo el background de la noche de tragos de un bar bonito, que recordemos que este género ha sido el motor de una revolución en aquellos warehouses de Chicago y que, si toda la industria del entretenimiento nocturno cree que nos lo debe empacar al vacío en un estuche chic, están traicionando el origen y la esencia de esta vaina que fue llamada House… "If House is a Nation, I wanna be President".