¿Recuerdas la mejor experiencia musical en vivo que has tenido? Con solo recordarlo se te pone la piel chinita, ¿no? ¿Y qué tal cuando pones los audífonos hasta el tope para sentir las vibraciones sonoras de esa canción que te cambio la vida? Esos son minutos sagrados que nos ayudan a seguir viviendo.Como un porro bien choncho para un verdadero pacheco o un trío salvaje para un adicto al sexo, para un amante de la música, su playlist con canciones favoritas lo es todo. Para comprobar esta teoría, los investigadores de McGill University en Canadá le dieron a varios sujetos prueba una dosis de naltrexona—una droga sintética similar a la morfina que bloquea los receptores de opiáceos del cerebro y se usa para tratar gente con problemas de adicciones —para ver si eso afectaba los sentimientos que provocaban en ellos sus canciones favoritas."Esta es la primera demostración de que los opiáceos del cerebro están directamente involucrados con el placer", comenta Daniel Levitin, psicólogo cognitivo y cabeza líder de la investigación.El estudio arrojó que las personas inducidas en naltrexona dejaron de sentir cualquier tipo de sensación cuando escuchaban sus tracks favoritos. "Las anécdotas—las impresiones que compartieron con nosotros los participantes después del experimento—eran fascinantes. Uno nos dijo: 'Sé que esta es mi canción favorita pero no se siente como es usualmente'. Otro: 'Suena linda, pero no me está provocando nada'", comenta Levitin.La investigación completa fue publicada enScientific Reports Journaly en ella se habla sobre las razones por las que es importante conocer cada una de las raíces que se desprenden del placer, además de profundizar sobre cómo la música ha estado involucrada en nuestros procesos de evolución. Los humanos necesitamos una explicación para todo.Para leer el estudio completo da click aquí.