"Las mentiras son tan interesantes como las verdades": Charlamos con Dick el Demasiado

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Música

"Las mentiras son tan interesantes como las verdades": Charlamos con Dick el Demasiado

Aprovechamos su visita a Colombia para hablar de lo auténtico y la imitación, del silencio y del fracaso.

Foto cortesía del Carnaval de las Artes de Barranquilla.

Es como si Dick Verdult fuera una máquina sensorial en función de la distorsión. Las señales que recibe de la cultura popular salen deformes, alteradas. Es así como amplió los límites sonoros de la cumbia, como jugó -y juega- con las verdades y las mentiras en su literatura o en sus películas. Es un científico del delirio que quiere explorar nuevos terrenos, crear mundos.

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A pesar de haber nacido en Holanda y haber vivido en Francia y en África del Sur, en latinoamérica supimos de Dick el Demasiado, como se le conoce, por la manera como invadió y transformó con su sonido a Argentina, Guatemela o México. Lugares a los que además llevó el festival de la cumbia experimental Festicumex. Tal fue la magnitud de los portales que abrió que se metió en el libro del musicólogo Ariel Goldsinger La lenta pero incesante degradación de las cumbias lunáticas, aunque dice no sentirse un militante del remolino que cambió esta música.

Quizás llegó a esto por ser un excelente observador. Milimétrico. Un ejemplo: actualmente trabaja en la renarración de una batalla naval entre los holandeses y los españoles que liberó dos continentes sin dejar ni un muerto. ¡En la bahía de Matanzas! Pero "Como no hubo sangre no quedó en la conciencia de la historia", dice él. Y así, luego simplemente deja fluir lo que hace, le pone el filtro de la aleatoriedad y la improvisación que caracteriza a los que pisan este mundo a su placer.

Aprovechamos su visita en Colombia para el Carnaval de las Artes en Barranquilla. Hablamos de todo esto: de lo auténtico y la imitación, del silencio y del fracaso.

Hablamos con Dick.

***

¿Qué posibilidades nos entregan las distorsiones culturales?

Lo popular es un lenguaje obviamente muy común y con muchas leyes que la gente aprendió a vivir. Tiene sus reglamentos: los trajes son así, la canción empieza así, los posters son así, etc. Entonces, si los distorsionás rompés ese terreno, pero por el otro lado le das la oportunidad de enriquecerse. Y eso es lo que me interesa, abrir terreno. Hay cosas que se van ganando y cosas que se van perdiendo. Por ejemplo: considero una pérdida la saturación de las máscaras. Hoy en día cada DJ tiene una, y las máscaras son buenas, funcionan, si las usás con cierta rigurosidad y significado. Ahora, la ganancia es que la gente sincera ha aprendido mucho de lo que se vive por fuera de la gran capital. En la mayoría de los países latinoamericanos claramente es un lugar muy importante, es donde la gente quiere ir para poder crecer, sin embargo se ha ido aprendiendo que mirando a la periferia también se pueden lograr las cosas.

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¿Qué distorsión cultural te gustaría trabajar en este momento?

Hay que considerar, y va de largo tiempo que lo pienso así y que lo estoy estudiando, los discursos de políticos como un material casi folclórico. Es un lenguaje muy de manejo: nos prometen de todo, nos mantienen difusos y eso me parece un terreno increíble para saturar, para contaminar y abrir la cultura del monólogo de la autoridad.

Los artistas solían ser los dueños de la mentira, y le daban un uso específico, ¿cómo recuperarla de las garras y el monopolio de los políticos?

Enfocar. En el teatro uno agarra la luz y se la prende al actor principal y luego al que le responde, y así. Es poner en el foco esas cosas y que, al hacerlas visibles, la gente se rasque la cabeza y haga algo con eso. Las mentiras son tan interesantes como las verdades en ese sentido, pero depende de cómo las utilizás también. Por lo general se usan en contra de muchos y a favor de pocos, pero el arte de combinar verdades y mentiras y hacerlo de tal manera que sea un ejercicio de interpretación para el que lo experimenta es bonito. Eso lo hice bastante en mis películas, en programas de radio y ahora también en una novela que estoy haciendo. Escribo de obvias mentiras como si fueran verdad y de verdades como si fueran mentiras. .

¿Qué opinas del retorno a la mística y al ritual por parte de muchos jóvenes?

Es una reflexión muy sana. La gente ha abandonado la idea de que cada semestre tiene que crecer un poco más para llegar totalmente arriba. Si abandonás eso ya ganaste bastante. Muchos se van preguntando qué otro tipo de construcción pueden o quieren llevar en su camino, o para su creación, y es interesante que lo mastiquen. Ahora, siempre que se haga rigurosamente, no de ser estudioso, pero sí de ir al fondo. A lo mejor podrás caerte con la cara al suelo o salir victorioso con una nueva interpretación, pero que no sea parasitismo y ese es el gran riesgo: si las cosas se logran luego viene la legión de los imitadores y ahí se caga todo.

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¿Qué marca el pulso de lo que es genuino para ti?

Se trata de la intensidad de una persona, que no le ponga vaselina al asunto. Es la valentía de intentar cosas y ponerlas a la vista así sean logradas o no. Ahí se puede ver si alguien está haciendo una búsqueda genuina. Que no sospeches que está pulido. Eso se siente: "uy le sacaron todas las espinas".

Se te considera como uno de los padres de la música experimental, desde que te fuiste por ese camino, ¿Cómo sientes que ha sido esa exploración  y qué falta por encontrar?

Hay que aclarar que yo le tengo mucho cariño a la cumbia, y por razones personales, pues la oía cuando tenía seis años en Argentina. También por el lado musical, porque le veía las posibilidades de trabajarla tal como lo hicieron con el dub. Pero en realidad tampoco soy tan cumbiero y no es que sea el terreno desde donde veo las cosas, la vivo porque estoy adentro. Soy artista plástico, escribo novelas, estoy preparando una película. No me incluyo en el mundo que ordeña la cumbia jaja. Son averiguaciones de terreno y posibilidades musicales.

Lo que sí veo es que se está sacudiendo el terreno y que muchos se subieron al carro. Era como "lo nuevo" a trabajar. Y estando en medio de ese remolino, siendo parte de los que lo creó, no era tan bonito. Me gustaba algunas músicas y otras no, algunas me parecían sinceras, otras muy oportunistas. Estamos discutiendo un terreno que, por una parte, era muy rico, y lo es; pero por otro lado siento cierto cansancio porque justamente le están sacando todo el jugo de una vez.

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¿De qué te alimentas, Dick?

Veo películas de vez en cuando, películas viejas. Soy estudioso de cierta gente: leo mucho de Pasolini y de Buñuel. Hay unos escritores favoritos, aprendí a apreciar mucho a Vallejo, que Chucky Garcia me lo enseñó. No escucho mucha música, prefiero más el silencio jaja. No soy de poner la radio y escuchar cualquier cosa, me disturba muchísimo cuando oigo la arquitectura camuflada de las canciones. Muchas veces un tema está hecho muy chato pero muy bien adornado. El adorno yo ni siquiera lo veo, solo veo lo chato y prefiero no pasar por ese sufrimiento. Y la mía solo la escucho cuando la estoy haciendo, pasé cuatro años sin escucharla.

¿Qué es lo que más te gusta del silencio?

¡Qué bonito eso! Te voy a decir: la imagen que me encanta es tener el silencio de verano y oír una mosca. Esa pequeña intervención. Una mosca en el silencio te subraya que estás en descanso y que te dejaron tranquilo. Estás bendecido si eso es lo que te interrumpe.

Aunque eres un referente para muchos sigues siendo un artista de perfil bajo, ¿Cuál es para ti el valor del anonimato?

Está muy bueno eso. Yo en Holanda vivo en una ciudad pequeña en comparación con la capital. He vivido en muchos lugares, pero estando ahí me di cuenta que, cuando hay un evento, toda la gente que se aparece es porque no tienen otro interés que vivirlo. Pero si vas a la gran capital, y vas al mismo tipo de evento, habrá un tipo de un jurado, habrá dos periodistas, habrá una galerista… Eso ya falsifica la constelación de cómo se comunica la gente. Ese aprendizaje, de saber que la cosa funciona mejor por fuera de esos elementos que desequilibran la comunicación natural, se te queda. No es que busque el anonimato, pero no me interesa perder otra cosa para ganar menos anonimato jaja. Es un precio caro. Por suerte, y es bastante raro, tuve muchos altos y muchos bajo. No en el sentido de que fuera un Bukowski drogado en un rincón o algo así, pero en el sentido que me fue bien con esto, perdí interés y me caí. Luego me fue bien con esto otro y también perdí interés y volví a caer. Sé lo que es estar arriba y que todo el mundo te mire y sé también cuando nadie lo hace. Si eso te ha sucedido un par de veces ves lo poco que te ofrece estar allá arriba.

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¿Cuáles son las miradas que te interesan?

A mí me interesa la mirada de la juventud. Me encanta alimentarme de ese agradecimiento de la gente que comprendió y te transmite que les funcionó, que se lo van a llevar para otras cosas. Es una mirada muy bonita, y me sucede mucho por suerte.

¿Se está intentando imponerle una sola velocidad al mundo?

La cosa es que todo se volvió en que podés hacer un switch de una cosa a otra, como con un control a distancia. Se ha acelerado muchísimo porque en el momento en que perdés algo de interés vas a otro lado. Y eso es una pérdida y se manifiesta por ejemplo en el cedé. En el cedé, vos como artista, construís un orden. No vas a poner la canción más difícil al comienzo. Vas llevando al que te escucha a un terreno más desconocido al que quizás no iría sino lo hubieras ayudado o fascinado. Ahora todo el mundo está sacando con un tenedor las frutas que les gusta de la ensalada sin probar las otras.

¿Hemos perdido la paciencia?

La hemos perdido. Seguro. O no tanto la paciencia, pues hay cosas que serían más terribles si tuviéramos más paciencia jaja. Perdimos el entender que no todas las cosas buenas vienen enseguida. Vamos a una fiesta y si no hay alguien que encienda el botón del enamoramiento ya partimos a otro lugar. Eso es malo. Se quieren resultados instantáneos, recompensas inmediatas. En cine documental, por ejemplo, vos tenés que filmar doce minutos para tener uno bueno. Vos entrás en esa aventura sabiendo que vas a hacer once minutos malos y no le tenés miedo. Así es la relación de resultados e intentos. Hay que tener muchos fracasitos para tener un gran logro, o que hay leer cosas poco interesantes para llegar a una joya.

¿Hay que darle más valor al fracaso?

Es importante poder disfrutarlo jaja. Hay que reconocer que te enseña tanto como el logro.