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Dos padres del porno en Colombia dan lecciones de sexo para parejas

En su primer libro, "Personalidades Morbosas", Cristian Cipriani y Andrea García hablan de su vida sexual como pareja adulta.

Cristian Cipriani y Andrea García dicen, sin dudarlo, que con ellos nació el porno colombiano: "Antes solo había productores amateur, pero eran… bueno, eran muy amateur", me dijo él.

Tras conocerse en Medellín, empezaron a salir y viajaron juntos a Barcelona, al Festival Erótico de esa ciudad, a codearse con los capos de la industria porno a nivel mundial. Eso pasó hace 11 años: el mismo tiempo que, insisten, lleva produciéndose contenido triple equis en Colombia. Antes, Andrea había fundado el Canal Kamasutra (un "pague por ver" de contenidos extranjeros), el primero que transmitía videos para adultos comprados en otros países, y Cristian presentaba un programa de televisión sobre sexo. Luego, juntos, vieron potencial en un negocio que pocos se tomaban en serio y montaron 1726 Media, una empresa dedicada a producir porno en el país.

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Ahora mismo pueden estar filmando cerca de mil escenas al año. Cada una puede costar entre 100 y 10 mil dólares.

Más de una década después de arrancar, bien pueden ser la cara visible de ese negocio en Colombia. Él, de barba, acuerpado. Ella, rubia, con porte de modelo. Empresarios, exitosos, viajeros en búsqueda de contactos en la industria, autoridades a la hora de hablar de sexo. Hasta ahí, el modelo aspiracional de una pareja veinteañera. También son, sin embargo, "una pareja convencional", en palabras de Cipriani, y padres de familia, adultos, cada vez más serios, con responsabilidades.

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Los dos hablan de su trabajo sin reparos: no posan de pareja excéntrica de película tipo Boogie Nights pero tampoco se callan detalles que hacen sonrojar a las señoras. Tienen claro que la suya es una empresa tan válida como cualquier otra: una agencia de publicidad, un bufete de abogados, una firma de arquitectos.

Hablé con ellos porque acaban de lanzar su primer libro, Personalidades Morbosas(2016), donde exponen sin reparos detalles de su intimidad. La mitad de las historias las hizo Andrea y la otra mitad, Cristian. El subtítulo es "El amor en los tiempos del porno" y por ahí va el libro: un manual que trasciende las orgías y habla de la vida en pareja.

Que lo expliquen ellos.

Ustedes son una pareja muy abierta a la hora de hablar de su intimidad. Cristian: La gente creería que nosotros somos los raros, pero en realidad la gente rara es la que guarda esos tabúes. Ellos sacan ese demonio sexual con nosotros. Siempre tienen fantasías sexuales, cosas que quieren hacer. Nos cuentan todo lo que piensan, y lo hacen precisamente porque se sienten cómodos y a gusto porque piensan que nosotros somos completamente liberales. Aunque hemos hecho de todo, no es así: somos bastante conservadores. Llevan ya mucho tiempo revelando su intimidad a cuentagotas. ¿Qué hay de nuevo en el libro? Cristian: Hablamos de las peleas, las aventuras, las infidelidades, los juegos sexuales, las fantasías, las listas de deseos. Además la gente no sabe mucho sobre cómo empezó nuestra relación. Cuando empezamos, arrancó también el porno en Colombia. Ese paralelo nos funcionaba porque lo que nos iba pasando lo llevábamos a la industria. Es como si la historia del porno en Colombia estuviera basada en las situaciones que se craneaban en el laboratorio de nuestra cama. ¿Por qué creen que nos satisface conocer su intimidad? Cristian: Las parejas colombianas tienden a tener una relación basada en las reglas morales y en la educación que les dieron los abuelos y las mamás, donde había ciertas normas que no se podían romper. Ahora, han aparecido tendencias sexuales como métodos de entretenimiento para las parejas, como el tema de los swinger, por ejemplo. Cuando las parejas se encuentran con ese nuevo mundo hay un bloqueo de comunicación porque no se sabe cómo negociar, cómo es posible llegar a un acuerdo para llevar la relación a un nivel más excitante. ¿Y cómo ayudan ustedes a dar ese paso? Cristian: El ejercicio que han hecho las parejas que ya tienen el libro es muy sencillo: los hombres leen la parte mía y las mujeres leen la de Andrea. Tratan de meterse en nuestro pellejo para verse identificados en cada una de las cosas que pensaron que querían hacer y nunca le dijeron a su pareja. Andrea: Las mujeres se van a sentir muy identificadas con todas las historias que cuento en mi parte. Porque se van a sentir identificadas con una, dos o tres cosas, y van a querer saber cómo las enfrenté yo como productora porno. Y es que son temas cotidianos. Puede sonar raro para alguien hablar de orgías, swingers, drogas, pero al final son temas cercanos, que a casi todos nos han dado curiosidad o nos han propuesto o hemos hecho. Se habla mucho de que el porno suele ser machista o que está hecho sobre todo para satisfacer a los hombres. Andrea: Creo que el porno ha evolucionado. Ahorita a las mujeres no les da pena ni miedo admitir que han comprado porno y que ven ese tipo de contenidos. Y en teoría todo el porno es el mismo, es el lado comercial el que trata de disfrazarlo. Cada productor le da el enfoque que quiera: para hombres, para mujeres, para homosexuales, para fetichistas. Pienso que es falso decir que el porno se inventó para los hombres. Y también hay porno donde los hombres son sumisos. Lea también: Cuando lamer un culo sale mal El porno que uno consume puede reflejar los deseos ocultos que tiene. ¿Qué han notado que son las cosas que más nos gustan a los colombianos, lo que más vende? Cristian: Para las hombres, las categorías más normales siguen siendo las hétero, también les gusta mucho el sexo anal. Para las mujeres hay mucho porcentaje que disfrutan las películas lésbicas, que en algún momento de su vida han querido tener sexo con otra mujer, o que lo han hecho, o que se masturban pensando en eso. A ustedes en la industria les tocó una época de cambio. ¿Creen que esa mutación ha ido a la par de un cambio en nuestra forma de vivir en pareja?, ¿nos hemos vuelto menos mojigatos? Cristian: Ese cambio de VHS a CD y luego a digital se ha trasladado también a la sociedad. Los niños ahora tienen acceso a la tecnología desde temprana edad y eso hace que la forma en que ven el sexo sea muy diferente a como nosotros lo veíamos. Ahora no hay tanto tabú como antes. Los más adultos todavía tenemos un poco del velo de nuestra época. Pero creo que eso es lo divertido, que ahora podemos tener un poco de los dos: pensar en intercambios de pareja o usar aplicaciones para conocer gente, aprovechar la webcam, pero también trayendo ese velo y ese regaño de la sociedad de antes, cuando nos escondíamos para ver un VHS. No quiero usar la palabra autoayuda, pero el libro, más que vaginas y penes, es un manual amplio sobre la vida en pareja. ¿Me equivoco? Cristian: El libro permite que las parejas encuentren puntos comunes. Es escrito por un hombre y una mujer que se critican, se elogian, pelean, hacen todo lo que hacen las parejas. No lo consideramos autoayuda porque nosotros somos más explícitos, pero al final sí ayudamos a tomar una decisión sobre la forma como se está viviendo. Ustedes son ya una pareja adulta, con hijos. ¿Cómo manejan esa parte de su vida para que no riña con lo laboral? Andrea: Con nuestra familia el tema siempre ha sido muy abierto. Nuestras hijas ven que los papás se van a rodar, que están trabajando, que tienen una empresa. Las preguntas que ellas hacen han ido cambiando, pero nosotros no les mentimos. Yo no les puedo decir a mis hijas que soy cajera de un supermercado. Además nuestra compañía es honesta, transparente, legal, no le hacemos daño a nadie. El sexo es sexo. Desde el título del libro hablan del "amor en los tiempos del porno". ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Cristian: El porno simplemente es un vehículo para que la gente tenga entretenimiento sexual. No tiene nada qué ver con el amor. Al contrario, si las personas que se aman tuvieran sexo como lo hacen en el porno, yo creo que sería un amor más duradero y más eterno. El amor, como mínimo, queda intacto. Andrea: Yo creo que el libro muestra cómo una pareja, ahora que hay tanta información, tanto porno, que todo es tan desechable, puede superar la infidelidad virtual, se pueden compartir las fantasías sexuales. Nosotros hablamos de cómo se puede sobrevivir.