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MIFF

Este cineasta belga nos enseña por qué la escuela no sirve para ganar premios

El director empírico Peter Brosens, aterrizó este fin de semana en Medellín para el lanzamiento de su última película "El rey de los Belgas". Hablamos con él.

La visión de países ajenos es quizá una de las marcas más importantes de Peter Brosens, un director de cine belga que ha hecho películas sobre Ecuador, Perú, Mongolia, entre otros, al parecer con un interés que va mucho más allá de los territorios.

Brosens no estudió cine ni fotografía, de hecho es antropólogo y geógrafo urbano. Esto explica mucho su necesidad constante de movimiento, su afición por la cultura de distintos países y su necesidad de concientizar a sus espectadores por medio de la cámara.

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Desde 2005 Brosens y Jessica Woodworth, su socia, dirigen Bo Films, una productora independiente belga. Khadak (2006), su primer largometraje ganó 20 premios, incluido el ''Lion of the Future'' de Venecia. Altiplano (2009) se lanzó en Cannes Critics 'Week y The Fifth Season (2012) fue nominado para el ''Golden Lion'' de Venecia.

Actualmente, Brosens se encuentra en Medellín, en el MIFF (Medellin International Film Festival) en el que dará charlas y presentará su última creación: "El Rey de los Belgas", un falso documental que retrata la historia del rey de Bélgica que está ausente cuando su país está en crisis.

Hablamos con él para que nos contara más sobre su vida, sobre la productora que lidera con Jessica y sobre el lanzamiento de su última película en Colombia.

VICE: Háblanos de ti. ¿Cómo empezaste a dirigir películas?
Es curioso porque no estudié cine, no visité nunca un set de grabación ni leí ningún guión hasta que ya pude hacerlo yo mismo. Estudié Geografía urbana (hice mi trabajo de campo y tesis sobre el génesis y la integración de los barrios de invasión en Lima). También estudié Antropología social y cultural e hice la tesis sobre la necesidad de reciprocidad en programas de desarrollo y finalmente estudié Antropología visual en la que presenté un trabajo sobre las formas de suicidio epidémicas en una región ecuatoriana llamada Cañar.

Es una larga historia, pero en febrero de 1993 terminé de manera inesperada y sin ninguna preparación en la capital de Mongolia, Ulan Bator. No sabía nada porque Mongolia era uno de los países del cual no existía ningún tipo de información disponible en los cinco idiomas que manejo bien. ¡Hay que tener en cuenta de que esta era la era donde no había internet, no había Google!

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No tenía la intención de hacer una película allá, pero sí llevé una cámara de video pequeña. Empecé a ver este maravilloso país a través de la cámara y así empecé a aprender sobre Mongolia y también sobre hacer películas. Solo haciéndolo a mi manera. Y mis conocimientos de geografía y de antropología me ayudaron mucho. Con todas estas imágenes e impresiones creé City of the Steppes. Ganó un premio en el Cinéma du Réel Film Festival de París de manera completamente inesperada, en donde después fue seleccionada para el Festival de Cine de Venecia.

Y así nací yo como cineasta.

Han realizado ya documentales y películas de ficción. ¿Cuál es tu proceso favorito?
No hago la diferencia entre documental y ficción. Esas son etiquetas o categorías impuestas por el mercado. Los dos son cine para mí. Solo cambia un poco el proceso, pero cumplen el mismo propósito.

La razón por la que empezamos a realizar películas de ficción —esto pasó cuando empecé a hacer películas con Jessica Woodworth en 2005— fue motivada por la idea de que la ficción te da más libertad. Artística, ética y moralmente pasó también porque con documentales tienes que tener una responsabilidad enorme hacia los personajes, que es gente de verdad.

¿Qué los motivó a hacer películas que estuvieran situadas lejos de Bélgica?
Siempre me sorprendo al ver esta pregunta. Nadie le hace la misma pregunta a científicos, empresarios, mineros, ingenieros, misionarios, profesores de idiomas o hasta artistas (¡Gauguin!) trabajando en otros países.

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Cuando grabamos Khadak en Mongolia en 2006, nuestra intención no fue crear una trilogía, solo evolucionó de esa manera. Pero esas tres películas constituyen una trilogía: Khadak fue grabada en Mongolia y Altiplano fue grabada en 2009 en Perú, y trata sobre la violencia de la humanidad hacia la naturaleza y hacia sí misma. La tercera película, The Fifth Season, fue grabada en 2012 en el pueblo belga en el que vivimos y trata sobre la venganza de la naturaleza hacia la humanidad por su arrogancia, ignorancia y estupidez.

Temáticamente hablando, Khadak y Altiplano tratan con conflictos entre la minería industrial, los indigentes y la irrevocable destrucción del medio ambiente. Estas historias tienen una relevancia global y nos deben preocupar a todos.

Entonces sí, he realizado películas en Perú, Mongolia, Ecuador, Marruecos y Bélgica, pero siempre hemos rechazado el exotismo, que se centra en las diferencias entre las personas y sus culturas, lo que lleva a caer en clichés y prejuicios.

En cambio, nosotros creemos en un diálogo respetuoso entre culturas, que va de la mano con un diálogo introspectivo con nuestros pasados respectivos. Tratamos de hacer películas sobre la condición humana, sobre sus movimientos y tensiones entre su desarrollo y su decadencia, su creación y su destrucción, entre la vida y la muerte, pasado y presente, cuerpo y alma, etc. De alguna manera, creemos que la humanidad comparte un destino común y así un sentido de responsabilidad común.

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Finalmente, cuando hacemos una película en una cultura que no es la nuestra, tienes una responsabilidad enorme porque tu película debe ser algo relevante y significativa para las audiencias de esa cultura y de ese país. La semana pasada fui invitado de honor en el Festival de Cine de Ulan Bator (UBIFF), que me dedicó una retrospectiva y estuve supremamente agradecido al ver las reacciones positivas de la audiencia joven sobre las películas que hemos realizado con el paso del tiempo. También recibí el 'Polar Star Award' por parte del Presidente de Mongolia, que es el reconocimiento más alto para un ciudadano extranjero.

Creo que esto es un indicador de que nuestros esfuerzos han sido significativos.

¿Qué han descubierto en esos países?
En Mongolia y Perú —donde hemos vivido y trabajado por muchos años— descubrimos que la gente puede tener una actitud diferente frente a la vida. Pero también frente al tiempo y el espacio, que son de hecho los elementos básicos del lenguaje del cine. Realizar Altiplano, por ejemplo, nos permitió redescubrir valores y actitudes frente a la vida que se habían enterrado en el patrimonio espiritual europeo. El cine se ha creado sobre momentos de trauma y pérdida pero es —fundamentalmente— una expresión de nuestra esperanza en la posibilidad de entendernos entre nosotros. Considerando el momento en el que estamos viviendo, esto me parece más relevante que nunca.

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'El Rey de los Belgas', la película que mostraremos en el MIFF esta semana es un falso documental. ¿Qué referencia le hace al gobierno actual belga? ¿Por qué lo crearon en forma de falso documental?
Decidimos grabar The King of Belgians como un documental de burla que nos acercara al Rey. Le daría dinámica, mostraría las reflexiones de un británico (porque de hecho les encanta reírse de los belgas), impondría una cantidad de limitaciones para el rodaje, que era lo que queríamos experimentar, como lo son la única perspectiva y la continuidad del video.

Como ya habíamos hecho documentales estábamos muy familiarizados con las limitaciones, lo que fue realmente una ventaja. Finalmente, un documental de burla mejora la suspensión de la incredulidad.

¿Actualmente qué opinas de la política en tu país?
Bélgica es un país increíble pero también es un desastre. Las tensiones entre el norte (Flanders), el sur (Wallonia) y la capital (Bruselas) son muy viejas. La mayoría no habla el idioma del otro lado. Los políticos han tratado de alienar ambas partes entre sí, lo cual es horrible.

Y las discrepancias económicas entre las dos comunidades causan mucha amargura. Toda la situación es realmente tan absurda que no es una coincidencia que el surrealismo fuera (en parte) inventado en Bélgica.

¿Qué quieren mostrar en sus películas?
Tenemos la intención de hacer cine que debería ser experimentado con todos los sentidos. Como la forma en que experimentas música, poesía o pinturas. Idealmente, nuestras películas son una forma de alcanzar cierto estado de ánimo. Pero esto solo es posible si el espectador es un participante activo en el proceso creativo, no solo un consumidor.

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Algunas de sus películas de ficción son comedias, ¿tienen una crítica a la sociedad en ellas? ¿Utilizan el humor para criticar?
En realidad, ninguna de nuestras películas anteriores a El Rey de los belgas son comedias. De hecho son puro drama. Después de concluir la 'trilogía' con The Fifth Season (el principio del fin del mundo no es gracioso), decidimos cambiar el tono: de trágico-absurdo a absurdo-cómico. ¡Pero para los personajes todo es muy serio! Y los actores lo interpretan todo en serio, ciertamente no de una manera "divertida".

El Rey de los Belgas trata sobre el despertar sensorial de un hombre que se encuentra de manera inesperada y sin preparación en circunstancias imprevistas. No estaba destinado a ser una película política en lo absoluto. Pero debido a los recientes acontecimientos que tuvieron lugar después de escribir el guión, como el golpe en Turquía, el Brexit, los refugiados en bote… la realidad se puso al día con nuestra historia y la película de repente se volvió políticamente relevante.

Es por eso que decidimos hacer una secuela: The barefoot emperor, que ahora está en desarrollo. A diferencia del Rey de los belgas, esta película será una sátira política: cómo el último Rey de los belgas se convierte en el primer emperador de Europa. Teniendo en cuenta los tiempos en que vivimos, con el racismo y la xenofobia en aumento en Europa y en otros lugares, el humor es nuestra arma más poderosa y tal vez única.

¿Cómo es el proceso creativo en el momento de realizar una película?
Lo que puedo decir es que la forma en que Jessica y yo aprendimos a hacer todo ha sido por nosotros mismos: conceptualizamos, investigamos, escribimos, dirigimos, producimos y lanzamos nuestras películas juntos. Es muy intenso, pero también muy gratificante. Y al gestionar todo el proceso nosotros mismos, reducimos la cantidad de intermediarios, mejoramos nuestra independencia y salvaguardamos nuestra libertad artística.

Pero toca estar preparado para asumir riesgos.