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‘Another Night’, de Proyecto Uno, se volvió mi terapia contra el despecho

TESTIMONIO | Nada sirvió. Ni la terapia real, ni los consejos de los amigos. Solo el cuarteto de dominicanos radicados en Nueva York.
Imagen vía Facebook

Vivimos en tiempos de amores efímeros, de eso no hay ninguna duda.

Somos parte de una generación que ha modernizado el amor: y digo modernizado —a riesgo de sonar como un viejo— en términos de que lo hemos convertido en una aplicación de celular, en un simple hashtag. Convertimos la sensación más bonita que puede experimentar un ser humano en un mero deporte corporal, en el que nuestros labios se enfrentan a rivales diferentes casi que una vez a la semana.

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No puedo más,
Ya no sé qué hacer,
No soy el mismo desde el día aquel,
Chicas aquí, chicas allá, pero ninguna que me llene de felicidad,
Quiero llamarte, pero no estás,
I wonder, wonder, wonder who's loving you tonight…

Pero a pesar de vivir en una red de vibraciones fugaces y conexiones cambiantes, tarde que temprano llega esa persona que te hace volver a creer en el amor de antes. Esa persona con la que, tal como lo dijo el reconocido científico colombiano Rodolfo Llinás, sientes el deseo de ser su otra mano, de cuidarla, de bailar eternamente con su pensar.

Lograr encontrar a tu compañera de vida solo es equivalente a hallar un tesoro. Tener la posibilidad de despertarse con sus "buenos días", compartir la promoción de crispetas en el cine, o simplemente tener un domingo de conversaciones ignorantes sin levantarse de su cama son pequeños detalles que te hacen perder la noción del tiempo y te sumergen en un estado surreal donde la vida parece no tener días grises.

Another night… otra noche sin tenerte…
Another night… otra noche sin tu amor…
Another night… otra noche sin tenerte…
Another night… otra noche sin tu amor…

Ese día llegará y luego se esfumará. Por un instante y luego el celular vibra menos, la promoción de crispetas pasa a unas de tamaño personal, y los domingos se convierten en días insípidos en los que solo te acompaña Manuel Teodoro. Así es el amor moderno: momentáneo, pasajero. Un desconfiable reloj de arena que en un abrir y cerrar de ojos te devuelve a ese estado de soledad total, en el que los pensamientos de aquella persona "ideal" regresan en forma de navajas afiladas que se conjugan con el agujero negro que se incrusta en tu pecho, transformándote en una especie de cadáver caminante.

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Nunca pensé que te iba a perder,
Que me vería un día sin tu querer,
No sé qué hacer, baby, si no estás,
Lo lindo es que yo sé que tú no volverás…

Quiero llamarte, pero no estás,
I wonder, wonder, wonder who's loving you tonight…


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Para evitar que te siga carcomiendo todo este conjunto de recuerdos tan bonitos como lacerantes, decides buscar ayuda. Comienzas con tus amigos más cercanos: te desahogas, les cuentas todo, y decides terminar la noche con un par de botellas de aguardiente y una nota de voz entrecortada dirigida a esa compañía que ya no está. No era la manera. Es ahí cuando decides buscar "ayuda profesional": googleas terapia de pareja —por más utópico que suene— y encuentras la versión criolla de Flavia Dos Santos y piensas que has encontrado la salvación a todo este sufrimiento cardiaco.

Con solamente pagar la consulta inicial ya se te fue un tercio de tu sueldo mensual. En la misma, el especialista en cuestión decide escuchar tu infancia, como si los relatos de aquellos días felices remediaran el tormento por el que atraviesas en esta actualidad triste. Tomas una segunda y tercer cita: la cuenta ya va en más de dos salarios mínimos legales vigentes, y hasta ahora lo único que te ha alivianado el dolor ha sido la recomendación de salir a trotar por las mañanas.

Since you've been gone, nothing is the same,
You got me calling, calling, calling your name,
No sé qué hacer, baby, si no estás,
Lo lindo es que yo sé que tú no volverás…

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Decides tirar la toalla. Tus amigos ven tu cara demacrada y te aconsejan recurrir al amor prepago para volver a sentir algo de chispa en tu ser. Por ahora, no quieres volver a saber nada del sexo opuesto y piensas seriamente en volver a esos tragos fuertes y encierro absoluto.

Pero, nuevamente, desde un número desconocido en WhatsApp, te llega un link de YouTube. Decides abrirlo, y lo primero que escuchas son unas notas de piano acompañadas de una conversación que dice: — Pavel, ¿qué hora es?Las tres de la mañana, y todavía no me llama. Hay que olvidarse de eso…

Sigues escuchando. El relato del hombre describe casi que al pie de la letra lo que has atravesado en el último mes. Saludos e invitaciones van y vienen, pero no el saludo y la invitación que realmente esperas. Sales a distraerte a tu centro comercial más cercano y mientras caminas ves a dos adolescentes compartiendo un McFlurry de Oreo con sus risas conjuntas.

Piensas silenciosamente en quién podría estar compartiendo ese McFlurry con ella esta noche. Casi a la mitad de la canción comienzas a sentir una sensación inefable: aquel agujero negro se va disipando. Luego escuchas la melodiosa voz hablar del no saber qué hacer si ella no está, pero que, sin embargo, es lindo y tranquilizante asumir que ella no volverá.

Al finalizar, miras el nombre: 'Another Night' de Proyecto Uno, el cuarteto de merengue house gestado por Nelson Zapata, responsables de flechar corazones a lo ancho y largo de Latinoamérica durante los noventa. Decides permanecer en silencio unos minutos, mientras vuelves a analizar el contenido lírico de la canción a la par de los recuerdos casi tangibles que viviste con ella.

Súbitamente, una sonrisa regresa a tu rostro después de un tiempo que parece décadas enteras. Estos cinco minutos, interpretados gloriosamente por este grupo de dominicanos radicados en Nueva York, han logrado que vuelvas a ser el de antes, el de siempre. A pesar de pasar otra noche sin tenerla, a pesar de pasar otra noche sin su amor, has vuelto a encontrar la paz interior.

Esa sensación lo es todo.