'La La Land' es el musical nostálgico que los millennials necesitaban

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'La La Land' es el musical nostálgico que los millennials necesitaban

Con su nuevo film, Damian Chazelle creó un musical para una nueva generación de soñadores.

Mia: Lo siento muy nostálgico.
Sebastian: Ese es el punto.
Mia: ¿Y le irá a gustar a la gente?
Sebastian: Que se jodan. Eso dicen Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), los protagonistas de La La Land, cuando hablan del show que Mia —una aspirante a actriz— escribió para protagonizar ella misma. Y uno podría imaginar a los personajes teniendo la misma conversación al hablar de esta película, ya que el film del director Damien Chazelle es una especie de revival lleno de nostalgia sobre los musicales clásicos de Hollywood. La película me impactó de la mejor manera posible, especialmente con su visión alternativa de Los Angeles: una ciudad en la que los pasajeros del transporte público empiezan a cantar espontáneamente, y en la que cada noche hay una nueva oportunidad para los jóvenes e incansables.

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Más allá de los números de baile deslumbrantes y los solos apasionados, hay un subtexto más profundo en la película; uno que podría ser infinitamente anticuado, y al mismo tiempo actual y vigente. El crítico de cine de The New Yorker, Anthony Lane, lo pone en estas palabras:

"Noten cómo el héroe y la heroína de la película, junto con su título, sobreviven a punta de fantasías en vez de trabajos, conformándose con un credo de "sigue tus sueños" que, más que tradicional, es antiguo. ¿Acaso el film habría brillado si ella hubiese sido, digamos, una chef, y él trabajara en tecnología de la información, venerando la era dorada del Atar y Donkey Kong?".

Una chef y un gamer tal vez no sean la pareja más apropiada para el cine, pero aun así creo que la respuesta sería un rotundo "Sí". Vivimos en una era en la que los jóvenes que viven de las fantasías, también conocidos como millennials, han tomado el mando. El mismo Chazelle, de 31 años y graduado de Harvard, es probablemente uno de los modelos que Mia y Sebastian representan: su guion para Whiplash, de 2014, estrenó por primera vez en The Black List, y el film llegó a ganar tres premios Oscar. Tal vez la razón por la que La La Land me conmueve tanto es porque los sueños de Mia y Sebastian también son mis sueños. En los círculos en los que me muevo es normal toparse con cineastas, actores y guionistas luchando por algo más que sólo la seguridad que ofrece un trabajo de 9:00 a 5:00; nuestros padres mueven sus cabezas con desaprobación cuando otro de nosotros renuncia a su trabajo para viajar por el mundo y encontrarse a sí mismo. En la escena de "Someone in the Crowd", Mia refuta el coro de la canción cuando dice "Acaso sólo ves una persona más en la multitud? / Viendo mientras que el mundo sigue girando / Habrá un lugar en el que encuentre quién soy / un lugar que espera ser encontrado". ¿Hay una mejor forma de resumir el conflicto central de la existencia de los millennials? Como millennials, nuestras luchas más importantes —encontrar trabajos que nos satisfagan, parejas que nos completen, tomar decisiones de vida que digan que hay algo que sí nos importa— pueden parecer algo privilegiado y poco práctico. Vemos las cosas demasiado generales, y hemos podido darnos el lujos de dilatar nuestra adultez gracias a oportunidades que otras generaciones no tuvieron. Pero esas oportunidades no hacen que sea más fácil tomar esas decisiones que determinarán el resto de nuestras vidas. Es tentador decir que La La Land es una historia de amor, pero el conflicto central de la historia es, más bien, sobre la dura realidad de tener que escoger un amor por encima del otro. La increíble secuencia final es la fantasía de una segunda oportunidad con la que se identificarán si en algún momento se han preguntado cómo sería su vida si pudieran cambiar una simple decisión. La belleza de La La Land se encuentra en su inquebrantable convicción en el poder de los sueños: puede que Lane tenga razón al decir que sobrevivir a punta de fantasías es inútil, pero al mismo tiempo, es una necesidad absoluta. Después de todo, ¿dónde estaríamos sin nuestros sueños?

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