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Música

¿Por qué le exigimos tanta lambonería a los artistas internacionales?

OPINIÓN//Que sean nuestros ídolos no significa que vengan a cumplirnos todos los caprichos o que deban ser condescendientes con nosotros.
Este artículo se publicó originalmente en Noisey.

Vivimos en el país de la indignación. Todos los días nuestras redes sociales se inundan de titulares de prensa con expresiones como "¡Escándalo!" o "¡Polémica!" que, impulsados por nosotros en las redes, se transforman en el alimento perfecto para esta era digital y su constante necesidad de inmediatez. Son las consecuencias de los tiempos del click, donde siempre estalla alguna indignación de turno. Esta vez el foco estuvo encima de un par de artistas internacionales del Festival Estéreo Picnic. Ambos fueron crucificados en redes por parte de una prensa ávida de atención y una parte del público que aún cree que los músicos deben tener algún tipo de condescendencia, cariño o respeto ficticio hacia ellos por haberse dignado a visitar este país y recibir un dinero largo a cambio.

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Recapitulemos lo sucedido. El pasado viernes 24 de marzo, y después de su concierto en Medellín, el rapero Wiz Khalifa, más conocido por fumar bareta y alardear de toda la plata que se gasta en ella que por su propia música, se le ocurrió irse a echar un porro en la tumba de Pablo Escobar, ubicada en el cementerio Jardines Montesacro, en Itagüí. Allá se sacó unas fotos para su Instagram, y más tarde volvió a hacer lo mismo pero frente al edificio Mónaco, que fuera propiedad del capo. ¿Una actitud cuestionable? Tal vez. ¿Extraña? Para nada. Khalifa, como otros cientos de extranjeros que visitan la capital paisa cada año, y gracias a la cantidad de publicidad en forma de series, novelas y libros alrededor de la vida de Escobar (algunas hechas incluso en Colombia), se metió su narco-tour por Medallo. Ya está. Es un atractivo morboso que tiene la ciudad y que nadie se va a sacar de encima a punta de indignación. Y mucho menos haciéndole la persecución a cualquier figura pública que se asome por ahí.

Algunos medios paisas prendieron la mecha con moralismos, asegurando además que el rapero había dejado flores en la tumba -de lo cual no hay prueba-, y hasta el mismo alcalde Federico Gutiérrez, ese que la supo armar cuando J. Álvarez apareció con una camiseta que decía "Escobar" en plena Feria de las Flores, salió en radio a decir que Wiz Khalifa era un "sinvergüenza" que le debía una disculpa a la ciudad y que los empresarios que lo trajeron deberían ser sancionados.

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El tipo es un gringo que seguramente sabe de la historia de Escobar por una serie de Netflix, y no va a venir a disculparse frente a una ciudad que le importa un carajo. Apenas se limitó a decir que no había tenido la intención de ofender a nadie con sus "actividades personales" en Colombia, como escribió hace unas horas en Instagram.

El segundo caso es el de Julian Casablancas, el frontman de The Strokes -una de las bandas más esperadas del festival-, que por su típica actitud de puto rockstar, con la que lleva 20 años saliendo a escenarios por todo el mundo, se ganó su buena horda de haters que no lo bajan de "pedante", "borracho" y "ofensivo". Encima de todo le achacan no haber tocado todas las canciones que ellos querían y el montarse unos quince minutos tarde a la tarima del stage principal del Estéreo Picnic. Incluso en la misma página del festival, hay algún personaje exigiendo una demanda formal contra The Strokes por lo anterior… Por favor.

Es verdad que el hombre dijo que estaba enfermo de la voz y que, con la actitud del que quiere salir de la cosa rápido, hizo un show veloz. También es cierto que entre canciones se la pasó murmurando un montón de incoherencias, dijo la palabra "assholes" (estúpidos) frente a la gente y de vez en cuando se mandaba algún "I love Colombia" con tono de obligado para que la masa de cuerpos que tenía al frente se enloqueciera. Ahora, si nos vamos directamente a lo sucedido, The Strokes, en su primera presentación del 2017, se mandó un show impecable de 17 canciones que nos dieron un recorrido por su discografía. Todo ajustado al tiempo que les dio el festival y sin necesidad de hacer algún tipo de improvisación musical en medio del set, ni tener un montaje de luces demasiado espectacular.

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Si lo que esperaban era que les preguntara qué canciones querían escuchar a punta de "aplausometro" y saliera con una actitud de buen tipo a lo Dave Grohl, tocaba haberse enterado un poco más acerca de quién es Casablancas más allá de sus temas montados en YouTube. Y lo mejor es que hubieran guardado esa platica para cuando volviera Coldplay, Foo Fighters o algo por esa línea. No en todos los casos las bandas van a venir a hacer buena cara, dar entrevistas diciendo que Colombia es lo máximo y buscar quedar bien con todo el mundo. Aún así estoy seguro que muchos de los que hoy ponen el grito en el cielo aplaudieron con lágrima en el ojo cuando Nikolai Fraiture, el bajista de The Strokes, salió con una bandera de Colombia colgada en la espalda.

Por el bien de todos, dejemos de pedirle tanta lambonería a los artistas extranjeros. Ellos solo están aquí de paso. La narco cultura se expresa diariamente en nuestro país, de manera tan naturalizada que nadie brinca. Eso nos debería preocupar más que la reproducción de una imagen que, bien o mal, hemos sido nosotros quienes la hemos formado. Por otro lado, hay que dejar ese complejo de inferioridad: tampoco necesitamos gestos de aprobación de ningún extranjero. Ni siquiera de nuestros ídolos musicales. Reafirmémonos desde adentro para dejar de caerle a estos chivos expiatorios que nos quitan la mirada de las problemáticas reales.

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