Esta es la silenciosa mayoría que protesta contra el gobierno de Nepal
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El número de la corona y el cetro

Esta es la silenciosa mayoría que protesta contra el gobierno de Nepal

Se suponía que una nueva Constitución haría que Nepal fuese más inclusiva. Pero en vez de eso, profundizó las fisuras étnicas.

Esta historia hace parte de la edición de diciembre de VICE.

Era un día caluroso de julio: cientos de marginados de la región Madhesh, en Nepal, se reunieron frente al edificio del gobierno local de Janakpur, a menos de 160 kilómetros de Katmandú, la capital del país, para manifestarse y comentar el borrador de la nueva Constitución. Estaban ahí porque el Gobierno los había invitado. Sin embargo, cuando llegaron al edificio de gobierno a discutir sus propuestas, descubrieron que las puertas estaban cerradas y custodiadas por varias filas de policías. Más fácil: el Gobierno les había mentido.

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La ira comenzó a crecer a la par de la multitud. Los manifestantes sacudieron con tanta fuerza las barras de metal de la puerta, que lograron arrancarla en una nube de polvo que dejó el concreto agrietado y vencido. La ciudad se convirtió en una escena de guerra frontal: policía contra manifestantes. Magullados a punta de palo, rociados con gases lacrimógenos —que, dicen las víctimas, venían de latas que habían expirado en 2012—, muchos civiles fueron hospitalizados, entre ellos un niño de 14 años de edad, herido de gravedad por una golpiza en el cráneo.

Lo que ocurrió en Janakpur en julio fue un punto de quiebre: los disturbios son ahora el pan de cada día en la región. El alboroto fue hecho por grupos étnicos tales como los Tharu y los Madhesi a quienes, durante décadas, se les ha negado la igualdad de derechos y la representación política. En septiembre una nueva constitución fue promulgada para introducir un sistema federalista que crearía un Nepal más inclusivo: pero no, no abordó, finalmente, dichas desigualdades. Al contrario, profundizó las divisiones étnicas.

Roshan Janakpuri, activista, fue golpeado en la cabeza durante una protesta.

Madhesh ocupa la franja inferior de Nepal que limita con la India: esa región de tierras bajas, conocida como Terai, es distinta a las montañas y colinas que componen el resto del país. Terai fue asignada a Nepal a través de convenios firmados por el Imperio Británico en 1816 y 1860, y muchos afirman que, desde entonces, el gobierno del país no ha considerado al pueblo de Madhesh como "nepalíes reales".

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La cultura madhesi se asemeja más a la de los pueblos de la India cercanos que a la de las comunidades nepalíes en las estribaciones del Himalaya. Los habitantes de Terai hablan varios idiomas y, antes de la década de 1950, menos del 4 % tenía al nepalí como lengua nativa.

La zona, sin embargo, es de vital importancia para la existencia de Nepal: ocupa el 17 % de su territorio y produce más del 45 % de su Producto Interno Bruto. A pesar de ser la columna vertebral de la economía del país, y de la región de Terai, que representa casi el 51 % de la población de Nepal, es poco conocida internacionalmente y sus habitantes sufren de discriminación y poca representación en términos políticos. Los madhesi ocupan sólo entre el 5% y el 10 % de todos los sectores del Gobierno, incluidas las fuerzas policiales y armadas. Reciben aproximadamente el 15 % del presupuesto nacional para el desarrollo de su infraestructura.

Un día después de las protestas de Janakpur viajé a la región para entrevistar a líderes madhesique habían acudido al lugar para expresarsu apoyo al movimiento por los derechos civiles.Entre ellos estaba Vijay Kant Karna,un exembajador en Escandinavia y Finlandia, profesor de ciencias políticas en la Universidadde Tribhuvan.

Nos reunimos por la noche en una sala del modesto Hotel Welcome, punto clave de encuentro para los líderes que viajan por la zona.

Los madhesi de piel morena componen una minoría en la policía, por lo que las protestas a menudo se convierten en guerras raciales. Ese fue el caso de las manifestaciones de Janakpur el caluroso día de julio. Los videos muestran claramente el abuso de la fuerza: oficiales arrojando piedras a los manifestantes detrás de la protección de sus escudos de plástico. Y así.

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Más de 40 personas murieron entre agosto y septiembre: 45 días fueron suficientes para generar ese número redondo. Los manifestantes a los que la policía disparó constituyen la mayor parte de la cifra, pero la autoridad también fue víctima. En uno de los enfrentamientos más brutales, un oficial de policía de alto rango fue asesinado con una lanza, el bebé de dos años de edad de otro fue baleado y un oficial, quemado vivo. Muchos temen que esta situación sea el embrión de una nueva guerra civil: la misma que se acabó hace apenas nueve años.

Migrantes madhesi trabajan reparando lugares patrimoniales dañados por el terremoto en Katmandú, donde se enfrentan a una dura discriminación.

"Madhesh ha sido algo parecido a una colonia durante mucho tiempo: por lo menos hace 250 años, cuando los antiguos reyes de esta parte fueron derrotados por los gobernantes de la colina", me dijo Karna. "En ese momento fuimos derrotados y nos convertimos en ciudadanos de segunda clase. Las políticas discriminatorias", me dijo, "se han mantenido sin cambios". Marginados e incapaces de gobernar su territorio, Karna y otros líderes madhesi se refieren a la situación como una "colonización interna".

"Nunca nos convertimos en ciudadanos iguales a los de Nepal. Llevamos mucho tiempo sin un documento nacional de identidad… Casi el 20 % de los habitantes madhesi es apátrida", insistió.

Nepal y la India comparten una frontera abierta y las culturas de ambos lados se mezclan: los habitantes de Madhesh, por ejemplo, se casan frecuentemente con personas de la India. Muchos hijos de esos matrimonios obtienen lo que los madhesi llaman una ciudadanía "de segunda", que les impide ocupar puestos de alto nivel en la política. Una cláusula en la nueva Constitución hace muy difícil que los niños madhesi de padres extranjeros o madres solteras alcancen la plena ciudadanía. De hecho, muchas personas están indignadas porque a las mujeres no se les dan los mismos derechos que a los hombres. En el primer caso, los padres deben ser capaces de demostrar que viven en Nepal (cosa que es bastante difícil, ya que muchos de ellos no poseen tierras), y los niños deben estar registrados en las oficinas de los distritos. De no cumplirse estos requisitos, los menores se vuelven apátridas: algunos estiman que el número está por encima del millón. Esto implica que, cuando son adultos, no pueden votar, comprar o vender tierras, abrir cuentas bancarias, acceder a las instalaciones públicas, tomar los exámenes del bachillerato, o incluso comprar tarjetas SIM para el celular.

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Muchos nepalíes de la región de las montañas creen que los madhesi son indios tratando de explotar los derechos de Nepal, de invadir el país. "Darle a los madhesi todos los derechos de nuestro sistema político es como entregarle nuestro parlamento a la India", dijo Hem, el propietario de una pequeña empresa de trekking en Katmandú. "Muchos otros países no naturalizan los cónyuges e hijos de extranjeros. ¿Por qué deberíamos hacerlo? ¿Es irracional que no queramos entregarles las riendas de nuestro país a unos extranjeros?".

Antes de la promulgación de la nueva Constitución, Nepal se componía de 75 distritos controlados por un gobierno central. La nueva Constitución, más federalista en su naturaleza, divide el país en siete provincias y otorga más poder a las autoridades regionales. El problema es que no hace nada por remediar los problemas que rodean a la ciudadanía, y muchos madhesi están preocupados por los límites de las nuevas provincias.

Los miembros del parlamento nepalí, célebres por permanecer en silencio acerca de las cuestiones madhesi, han comenzado a hablar. En un día ya demasiado caluroso en Janakpur, me reuní con Amresh Kumar Singh, uno de los pocos parlamentarios madhesi que ocupan un solio en el Congreso.

"Durante el proceso de elaboración de la nueva Constitución", me explicó Singh, "los gobernantes de las élites Brahmán y Chhetri de las montañas marginalizaron e ignoraron completamente las aspiraciones del pueblo madhesi".

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Mientras las protestas se intensifican, muchos madhesi están encontrando liderazgo en el activista C. K. Raut, una figura bastante controvertida. Raut regresó a Nepal después de estudiar en Japón y en el Reino Unido y trabajar en Estados Unidos como ingeniero. Ahora es el rostro visible de un movimiento creciente que clama por un Madhesh independiente. Ha sido encarcelado 11 veces y actualmente está viviendo bajo un arresto domiciliario no oficial en Saptari, un distrito del sureste. En 2011, Raut dirigió un documental llamado Budas negros para ayudar a difundir la conciencia sobre las cuestiones madhesi. Mencionarlo a él les provoca desprecio a los madhesi y no madhesi por igual: ambas bandas creen que está tratando de desestabilizar el país.

"Básicamente somos una coloniade Nepal. Ellos no están interesados en eldesarrollo de los pueblos madhesi por el biende su gente, sino por su beneficio económico.Quieren generar ingresos aquí y explotar.—C. K. Raut

Sabiendo que nuestros correos electrónicos probablemente estaban siendo monitoreados, mantuve una correspondencia vaga con Raut durante varias semanas antes de entrevistarlo.

Raut pide un Estado independiente. Explicó, sin embargo, que "separatista" es un término peyorativo utilizado por la minoría de clase Pahari que gobierna Nepal. "Es una cuestión de perspectiva: cuando Inglaterra dominó a la India, los británicos usaban ese término. La gente de la India, por el contrario, decía 'libertad'".

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"Independientemente de la ganancias que se crearan en la India, la mayoría de los recursos se fueron para los británicos. Lo mismo está sucediendo aquí", dijo, sentado frente a una colección de libros, con el pelo soplando a merced del viento que le procuraba un ventilador. "Básicamente somos una colonia de Nepal. Ellos no están interesados en el desarrollo de los pueblos madhesi por el bien de su gente, sino por su beneficio económico. Quieren generar ingresos aquí y explotar. No tratan a Madhesh como su propia tierra, sino como una fuente de ingresos". Raut dijo que su inspiración era Mahatma Gandhi. Destacó que la revolución debe ser pacífica para que sus frutos se mantengan.

Amresh Kumar Singh, uno de los pocos madhesi que tiene un asiento en el parlamento.

Por más de que estén de acuerdo con gran parte de esas afirmaciones, muchos no son tan proclives a creer en que la revolución sería pacífica. "C. K. Raut habla de paz, pero esto es una mierda", dijo el joven activista madhesi Rajeev Ranjan Jha. "Las historias de revoluciones pacíficas en la historia son fabricaciones. Gandhi no habría tenido éxito liberando India si sus protestas pacíficas no hubieran estado acompañadas de protestas violentas. Lo mismo [Martin Luther] King en Estados Unidos, con la minimización del papel de Malcolm X, que siguió al movimiento por los derechos civiles. Estoy a favor de la lucha de mi pueblo por la libertad, pero si este movimiento sigue creciendo, habrá más lucha".

A pesar de que sus seguidores crezcan, la mayoría de los madhesi consideran exageradas las peticiones de Raut en lo que tiene que ver con un Estado separado. Ellos ven la franja de aproximadamente 16 millas de ancho de tierra (que los dividiría definitivamente) como algo mal planteado. Pero los madhesi, sobre todo los jóvenes, están empezando a sentir que el gobierno nepalí los ha dejado con pocas opciones. El llamado de Raut a la separación como último recurso puede llegar a ser su única opción para la supervivencia.

El fracaso de la nueva Constitución para hacer frente a las políticas discriminatorias ha eliminado una cierta esperanza de cambio dentro de Madhesh y ha llevado a que la tolerancia en la región se acabe. Las fisuras en el país se han abierto aún más y Nepal ahora debe hacer una de dos: o modificar su constitución y aceptar a la gente de Madhesh o enfrentarse a lo que podría ser un levantamiento violento de los millones de personas que sienten que ya ha sido suficiente.