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Frescómics

El trabajo de Daniel Arias: un giro a la iconografía millenial

Arias se nutre de ese abundante óceano de referencias para realizar sus ilustraciones.

¿Qué es lo que define una tendencia? ¿Qué es, en sí, estar a la moda? ¿Quién lo decide? ¿Por qué en determinado momento se ponen de moda ciertos animales, cierto tipos de tatuajes, ciertas estéticas, ciertas formas, ciertas geometrías? ¿Por qué, de repente, ciertos mamíferos colman nuestras expectativas artísticas y ahora nos hacemos tatuajes de gatos, zorros septentrionales y venados de las estepas invernales? ¿Por qué un grupo urbano es feliz haciéndose tatuajes con los íconos antropomórficos de la Warner Brothers como el Coyote, el pájaro Piolín o el gato Silvestre y otro grupo es feliz con los mismos animales pero representados de manera realista en tramas y entintados sobrios y elegantes?

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Estas preguntas pseudo filosóficas me sirven de entrada para presentar al artista de esta ocasión: Daniel Arias, quien firma en redes como Mr. Arias, un ilustrador cuyo trabajo me parece interesante de reseñar porque parece darle un giro irónico a todas esas iconografías del imaginario urbano juvenil; de ese imaginario compuesto por esa franja inmensa de gente diversa, compleja, múltiple, que la publicidad ha intentado por todos los medios de mercantilizar y encasillar en el patético, pobre, cursi y reduccionista apelativo de "millenial" y que se estereotipifica como un montón de gente perezosa y consentida que tiene muchos tatuajes.

Arias se nutre de ese abundante óceano de referencias para realizar sus ilustraciones. Por medio de una línea delicada y precisa toma fragmentos de la geometría de los cristales, o las constelaciones y las yuxtapone junto a cabezas y cráneos de los animales que la generación de nativos digitales ha tomado como emblema: el zorro, el venado desplegando su cornamenta, los pájaros de pico corto, los gatos, entre otros.

Lo realmente inquietante, y por lo tanto interesante, del trabajo de Mr. Arias es que el manejo que le da a su iconografía flota en un limbo de ambigüedad tan grande que al mismo tiempo, y en la manera más clásicamente warholiana, no sabemos si se está burlando o está glorificando esta estética y este particular estilo de imágenes.

Por un lado, vemos cómo su delicado análisis de la anatomía humana, animal y mineral, obedece a una pulsión genuina y honesta. En ese sentido, Arias no está siendo irónico con su gesto, sino que se esfuerza en dibujar bien porque parece creer verdaderamente en la potencia de su trazo, en la contundencia de su estructura y en el dinamismo de su composición. En términos metafóricos, si Arias fuese un músico, sería uno talentoso, con oído y afinación, y con un cierto nivel de virtuosismo en su instrumento: haría música dentro del canon correcto de las reglas del sonido.

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Por otro lado, el manejo que le imprime a su relación con el mundo de la moda es donde se encuentra el veneno. Retomando la metáfora del músico, si los sonidos están en el rango de lo apreciable como "correcto", sus letras, sus líricas, son las que se tornan ambiguas, capciosas, tanto incluso que en determinado momento podrían entenderse como irónicas o sarcásticas. En palabras más claras: sus dibujos tan bellos, cuidados y preciosistas de animales, íconos y mujeres hermosas, podrían esconder una burla o crítica a ese mismo sistema de iconografía que aparentemente pretende celebrar. ¿Bastante ingenioso, no? Una variación ilustrada del clásico movimiento militar del caballo de Troya, una bella trampa visual.

¿Pero, que es exactamente eso que parece criticar/celebrar Arias? Podría decir que es la frialdad misma de su estética, todo ese imaginario que se puede sentir estandarizado en una reiteración de clichés gráficos fashionísticos de una moda que podríamos simplemente denominar como "Estilo Global Millenial".

Si detallamos con minucia, no hay muchos elementos tropicales, locales, o exoeuropeos sobre los que Arias detenga su mirada. Por el contrario, es muy cuidadoso al dejar abierta la posibilidad de sentirse parte de un circuito de ciudades referentes de la moda como London, París, New York, Los Ángeles o San Francisco, e incluso de inscribirse con propiedad en el imaginario de los ghettos ultracool como Peckham, Bushwick, o Silverlake al interior de esas mismas ciudades.

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De hecho, Mr. Arias ha realizado exitosas y exquisitas colaboraciones gráficas con reconocidas marcas de la moda global. En ese sentido, él hace parte de ese sistema, pero desde mi punto de vista tiene imágenes que también permiten pensar que toma una distancia crítica y que ataca la hypersuperficialidad del contexto en que se mueve. Mi imagen favorita para ilustrar este punto es la hermosa pieza en la que una mujer hecha de flores es asfixiada o se asfixia a sí misma (por la posición del dibujo caben ambas posibilidades) en una especie de abrazo erótico con la letra de la canción de Roberta Flack Killing me softly. ¿Puede ser algo tan light como para matar? ¿Esa suavidad que mata, podría ser la extrema levedad del "Estilo Global Milennial"? ¿A quien asfixian suavemente, a la moda, a la cultura, al arte?

No en vano, el logo del artista con el que firma sus obras es un diamante roto, al estilo de un corazón roto, una posible pista sobre su relación con el glamour. Broken heart, broken glamour.

Tal vez esto sea una pista o tal vez Mr. Arias simplemente celebre con alegría el universo visual del mundo de la moda del cual se nutre, pero su trabajo navega en una ambigüedad que hace interesante el detenerse por un momento y analizar un imaginario que ahora vemos tatuados en los brazos de nuestros amigos y los cuellos y espaldas de nuestras novias, pero que en unos años llegará a la televisión, los paquetes de papas, y las tarjetas de memoria para celular, mejor dicho, todo lo que pueda globalizarse en offset, sublimación o impresión 3D.

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