Usted ve lo que quiere ver

De la columna [Frescómics](De la columna 'Frescómics').

Encontré el trabajo de Luis Echavarría mientras chismoseaba Twitter, en busca de cómics cool con altísima factura técnica en el dibujo y que fueran interesantes para reseñar en esta columna.

Luis parece pertenecer a esa clase de artistas del cómic que disfruta usar sus herramientas y habilidades al máximo para elaborar cada panel cuidadosa y meticulosamente y así narrar sus historias de manera "correcta". De hecho, la corrección es un camino del que estos artistas no se atreverían a apartar y cuyas condiciones no estarían dispuestos a negociar: O está bien o no lo está. Un planteamiento distinto al de la 'Escuela del Dibujo Chungo', que prioriza la intensidad emocional de la narración y el desarrollo psicológico de los personajes, sobre la destreza técnica en el dibujo (léanse mis columnas sobre Pegatina Criolla,Tia Pereques,Pirata).

Por el contrario, en los paneles y viñetas de Luis Echavarría vemos un estilo realista, un uso sofisticado de encuadres cinematográficos, y una gran capacidad para representar espacios y situaciones diversas. Con esto no quiero decir en absoluto que un arte más realista sea mejor o más chévere, no está de más recordar que el arte de Winsor McKay, Leonardo da Vinci o Hieronymus Bosch tiene tantos fans como el arte de Matt Groening (Los Simpson) Jeffrey Brown (Clumsy) o PowerPaola (Virus Tropical) la discusión por la calidad técnica del arte es una discusión como mínimo del siglo XVIII, la discusión del arte en el siglo XXI es principalmente por temas como la relevancia o la pertinencia.

Ahora, viene la contrapregunta: Si la escuela del dibujo Chungo tiene su relevancia en el desarrollo emocional de la narración, ¿cuál es la relevancia de un arte altamente técnico y realista? La respuesta: una mirada analítica del mundo. No me refiero a una mirada cartesiana o psicorrígida, sino a una exploración racional, detallada y profunda de las situaciones que son contadas. Situaciones que, en el caso de Luis, son una mezcla de historias autobiográficas y pensamientos surrealistas.

Tomemos como ejemplo el cómic titulado "Jugo social", una pieza maestra de la narración de una historia compleja con muchos matices y emociones desde un punto de vista autobiográfico. Por un lado, está el tema del conocimiento y la conciencia del propio talento artístico, que puede ser un regalo o un lastre, y que eventualmente puede llegar a anular, eclipsar o evidenciar la ausencia de otros talentos como las habilidades sociales o las habilidades de autopromoción artística, aspectos que, como vemos a lo largo de los paneles de la historia, pueden llegar a definir el éxito comercial de un artista. Por otro lado, vemos desarrollada la idea del valor y el riesgo creativo, metaforizada en la posibilidad de comportarse distinto en un espacio que no es el nuestro, o más bien de sentirnos libres de ser quién deseamos ser en un entorno en que nadie nos pueda juzgar.

Adicionalmente, leemos entre líneas el deseo del personaje (el propio Luis) de ser alguien tan respetado, admirado y prestigioso worldwide como sus héroes del cómic neoyorkino: Jillian Tamaki, Adrian Tomine o Art Spiegelman, y en contraste la relación desprecio-admiración con las estrellas medellinescas del cómic como Trucha Frita y Joni B, a quienes inicialmente criticó pero luego respetó por su valor de sacar su propio producto, en últimas por enfrentar la lucha que implica ganarse el lugar que uno cree que merece.

Por otro lado, tenemos sus trabajos en color con técnicas como la acuarela, los lápices de color o los pasteles, que en realidad son más del tipo de hojas escaneadas de sus libretas de apuntes, pero que funcionan tanto en la lógica del boceto que yuxtapone indiscriminadamente data visual y referencias, como en la lógica del cómic single, one shot, o de una sola página. Son pequeños instantes de espacio y tiempo que se unen para articular la narración de un suceso, una experiencia o una idea, que brinda la posibilidad de combinar con buena fortuna iguanas y astronautas en la misma página.

Al mismo tiempo, estas imágenes son narraciones que no parecen ser accidentales, a pesar de su carácter random. Encuentro particularmente interesante la imagen de un hombre dando sexo oral a una chica, en un espacio hecho de intersecciones triangulares. La chica expresa en su globo de texto un loop circular al estilo de los gráficos con espirógrafos de dos mil pesos, y detrás de la chica, desde un punto triangular junto a su cabeza, salen textos que llegan a una puerta de la cual se asoma la cabeza de (obviamente) ¡¡una lechuza!!, y desde el cual sale un hombre volando al espacio impulsado por un cohete a su espalda. En la esquina superior de la imagen leemos un texto: dale sin miedo…

Algunos de los textos en los dibujos, sin ser propiamente chistosos, rozan el sentido del humor, por ejemplo: hay un texto al lado de un delicado dibujo en acuarela que dice: "Me encontré este hongo y lo dibujé de memoria, no quería que pareciera como un par de güevas petrificadas", o la viñeta de un suceso suspendido en el tiempo y el espacio del dibujo en que un personaje le pregunta a otro mientras están sentados y fragmentados por el encuadre que si "no cree en algo más que los observa", a lo que el otro personaje responde "ni que fuéramos tan interesantes"

Si tuviera que responderle a ese dibujo le diría que sí creo que son interesantes. Son interesantes las narraciones, los planos empleados para contar las pequeñas historias, y especialmente la claridad del dibujo para crear una atmósfera, y un gesto comunicativo (como el dibujo en que el personaje de Luis señala con la boca a Spiegelman en Jugo Social, señalar con la boca es un gesto inequívocamente colombiano, que no recuerdo haber visto dibujado antes de esa manera tan acertada)

Esperemos más historias de Luis Echavarría…

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