FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Adopción: el primer triunfo de la comunidad gay que no trae condiciones ni restricciones

En esta ocasión no hay peros.

El miércoles 4 de noviembre, en horas de la noche, una buena parte de Colombia estaba celebrando una decisión que ayuda a construir país: las parejas homosexuales puede adoptar niños, como ya nos enteramos todos. VICE farrea igual de intenso con ustedes: nos da orgullo que Colombia haya dado ese paso gigantesco.

¿Por qué decimos que sin condiciones ni restricciones?

Porque, en ocasiones previas, la Corte Constitucional había dado muchas vueltas a la hora de definir los derechos de esta población (ni hablar de las otras instituciones públicas, que no habían hecho prácticamente nada). Pueden —decía la Corte— heredar el patrimonio de su pareja pero no se pueden casar; podrían casarse pero eso lo tiene que aprobar primero el Congreso; pueden adoptar pero sólo cuando uno sea el padre biológico del menor. Pero, pero, pero, pero.

En esta ocasión no hay peros. Si bien la Corte cambió el foco del debate en su última sentencia (o comunicado, mejor, que es a lo que nos ha acostumbrado), la cosa es un hecho: "En virtud del interés superior del menor, dentro de su ámbito de aplicación están comprendidas también las parejas del mismo sexo que conforman una familia". Léase bien: que conforman una familia.

Así la discusión no se haya dado desde la igualdad de las parejas del mismo sexo frente a las heterosexuales, sino desde el interés del niño a quien el Estado no le puede negar el derecho a ser adoptado sin restricciones, la cosa da lo mismo. El orden de los factores no altera el resultado. Por eso celebramos. Bien por la Corte: logró torcer las interpretaciones para hacer de Colombia un país mejor. Un aplauso.

A la comunidad gay sólo le hace falta un punto para celebrar el partido completo: que hombre con hombre y mujer con mujer, todos, puedan contraer matrimonio entre ellos sin ningún tipo de cuestionamientos legales. Si bien ha habido jueces y funcionarios valientes que han "casado" algunas parejas, otros menos valientes (o probablemente menos convencidos de la cosa) se han inventado un nuevo título o se han rehusado, falta que se aclare el punto del matrimonio. Está en la agenda. Falta discutirlo. Sin embargo, y a pesar de que algunos digan que ese día nunca llegará, de acuerdo con Mauricio Albarracín, un abogado y activista experto en estos temas, "si la Corte pudo lo más puede lo menos". Es verdad.

¿Para cuándo el último triunfo? El tapete ya está puesto. Nos falta recibir al invitado. Queremos el remate de esta fiesta bien prontico: a la hora digna en la que uno remata.