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Por qué estoy a favor de que nos convirtamos en máquinas

La biología simplemente no es el mejor sistema que hay para la evolución de nuestra especie. Es frágil, terminal y necesita ser mejorada.

Los transhumanistas quieren utilizar la tecnología y la ciencia para convertirse en algo más que humanos. Naturalmente, en ese proceso, ciertos elementos de nuestra humanidad son sustituidos y probablemente perdidos. Muchas personas tienen sentimientos encontrados al respecto.

El problema que tiene la gente con perder su humanidad no es tanto el miedo a convertirse en algo más, sino su incapacidad para empatizar con su 'yo' futuro. Quiero que la gente sepa que su 'yo' futuro transhumano seguramente va a ser más increíble, hermoso y único que su 'yo' actual.

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Para entender por qué un 'yo' futuro podría ser notablemente mejor que un 'yo' actual, consideremos por un momento cómo percibimos la realidad. Los seres humanos tenemos cinco sentidos básicos que envían señales a nuestro cerebro y nos dicen lo que hay en el mundo. Estos sentidos entienden sólo una pequeña parte del universo que nos rodea. Por ejemplo, nuestros ojos sólo pueden ver alrededor del 1 por ciento del espectro de la luz. Nuestros oídos no son mucho mejores: son incapaces de registrar muchos sonidos que otros animales como los perros, los delfines y los murciélagos sí pueden oír. Nuestro sentido del tacto básicamente sólo funciona si en realidad estamos tocando algo.

A pesar de todas estas incapacidades físicas obvias, los seres humanos insisten en que lo que experimentamos es la "realidad". Sin embargo, la realidad para alguien con una visión microscópica incorporada o una visión de teleobjetivo y un oído hipersensible es potencialmente mucho más compleja y profunda de lo que un ser humano natural podría experimentar.

A nuestro alrededor hay muchas cosas que nunca notamos, como patrones de energía que han atravesado el universo por miles de años luz, u ondas de sonido de ballenas a través del océano o vibraciones que se iniciaron en el núcleo de la Tierra. Los humanos somos ajenos a todo eso, a menos que, por supuesto, estemos en un laboratorio en algún lugar y estemos estudiando este fenómeno con maquinaria científica especializada.

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En un futuro cercano, sin embargo, estas habilidades para captar la esencia superior y las profundidades del universo serán el equipo estándar de los cyborgs. Los ojos robóticos ya le ofrecen a pacientes ciegos posibilidades telescópicas que ningún ojo humano puede igualar. Algunos implantes cocleares para sordos también pueden registrar sonidos que normalmente son inaudibles para el oído humano natural. Y el tacto, el olfato y el gusto pueden mejorarse usando una variedad de sensores de alta tecnología de diferentes tipos.

La mayoría de la gente no piensa que el reemplazo o aumento de una parte del cuerpo humano —por ejemplo el ponerse una cadera artificial— signifique convertirse en cyborg. No le importa si la parte reemplazada o mejorada es un corazón con una bomba robótica, o una rodilla con una articulación de titanio, o un pene con un globo incorporado, que son opciones tecnológicas que ya existen. En general, la gente suele pensar estas transformaciones como tratamiento médico necesario o incluso cirugías por vanidad.

Sin embargo, si alguien se hiciera 10 reformas transhumanistas en el cuerpo de una sola tacada, la sensación que tienen muchas personas es la de un ser totalmente distópico. Muchos dirían que esa persona es algo poco humano. Seguramente también pensarían que es un bicho raro.

Pero, por supuesto, no tiene nada de malo hacerse 10 o 50 cambios corporales a la vez. Ese corazón robótico que te instalaron te permite tener un mejor sexo. Y esa rodilla artificial te permitirá volver a jugar tenis. Y ese órgano sexual en parte sintético podría ser el comienzo de muchas nuevas aventuras.

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Esta línea delgada entre las mejoras transhumanistas y lo que nos incomoda de tener demasiada tecnología en nuestros cuerpos es un problema psicológico bizarro. Además es una cuestión tan desafiante, que creo que el próximo gran debate sobre derechos civiles en el mundo será sobre qué tanto los humanos deberían adoptar tecnologías radicales en sus cuerpos, y cuándo deberían simplemente decirle "no" a las mejoras.

Lo bueno de todo el asunto es que creo que mucha gente estaría de acuerdo en que reemplazar casi todos los órganos internos de tu cuerpo no quiere decir que te estés convirtiendo en un cyborg o en una especie de máquina.

Pero si te metes mucho con el cuerpo exterior, todo cambia rápidamente. Cuando se propone la sustitución de extremidades, por ejemplo, la mayoría de la gente siente que algo ha cambiado de manera fundamental en el ser humano. Se ha cruzado una línea que no se puede deshacer fácilmente. Podemos tener una mente carnosa, pero nuestros ojos nos dicen que ahora somos parcialmente una máquina y algo muy diferente a lo anterior. Y eso enloquece a la gente.

Los transhumanistas quieren que sus dedos metálicos puedan saber la temperatura exacta de su café.

Pero en realidad no debería ser una razón para entrar en pánico. Las ventajas de las extremidades artificiales son evidentes, como su durabilidad indefinida, la facilidad de sus actualizaciones y la inmunidad al cáncer de piel o incluso a mordeduras de serpientes (que matan a 45.000 personas sólo en la India cada año).

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Lo que no es tan obvio es cómo los seres humanos pueden llegar a sentirse psicológicamente cómodos con su creciente identidad cyborg. Por desgracia, todo el proceso va a ser una batalla cuesta arriba. Hollywood parece decidido a insistir en que los seres humanos deben luchar y ganarle a las máquinas, y no unirse a ellas. La religión formal de Abraham insiste en que no debemos esforzarnos por ser dioses y que la muerte es buena porque es la manera de encontrarse con Dios en el cielo.

Para ajustarnos mejor a nuestra futura forma transhumana y a nuestra fusión con piezas sintéticas, necesitamos nuevos mensajes positivos que nos permitan entender que la era cyborg no es el fin de la era humana sino la expansión de la misma. Lo mismo puede decirse de las máquinas, en las que también nos convertiremos un día.

La realidad es que muchos transhumanistas quieren cambiarse a sí mismos radicalmente. Quieren sustituir extremidades con partes mecánicas de endoesqueleto para que puedan lanzar una pelota a más de un kilómetro. Quieren poder levantar cosas muy pesadas. Quieren que sus dedos metálicos puedan saber la temperatura exacta de su café. De hecho, incluso quieren calentar o enfriar su café con sus dedos, que probablemente tendrán una función de calefacción y refrigeración incorporada.

La biología simplemente no es el mejor sistema que hay para la evolución de nuestra especie. Es frágil, terminal y necesita ser mejorada. Incluso las máquinas pueden ser mejoradas también en el futuro y consideradas chatarra cuando nuestras inteligencias encuentren la forma de convertirse en seres de energía pura organizada. "Adelante" es el mantra transhumanista clásico.

Sin importar lo que pase, para avanzar en la era transhumanista, tenemos que dejar a un lado nuestros egos y nuestro sentido superficial de identidad; en resumen, tenemos que superarnos a nosotros mismos. La permanencia de nuestra especie depende de nuestra capacidad de razonar, pensar y recordar quiénes somos y dónde hemos estado. El resto es sólo un caparazón impermanente que cambia y que ya ha ido cambiando durante decenas de millones de años en la forma de una evolución consciente.

Zoltan Istvan es un futurista, autor de The Transhumanist Wager (La apuesta transhumanista), y fundador y candidato presidencial del Partido transhumanista.