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"En Bogotá sigue cayendo la misma cantidad de agua, pero ahora cae más duro"

Un investigador de la Universidad Nacional ha llegado a esa conclusión tras estudiar los patrones de lluvias de los últimos 30 años.

Así suene contradictorio, esta fue la conclusión a la que llegó un investigador de la Universidad Nacional tras analizar datos de 21 estaciones meteorológicas que llevan el registro de cómo llueve en Bogotá desde 1981. Según Jonathan Losada, el investigador que hizo este trabajo como parte de su tesis de maestría en recursos hídricos, esto significa que la cantidad de lluvia que cae en la ciudad se ha mantenido estable durante los últimos 35 años, pero, cada vez, esa cantidad de agua tiende a distribuirse en menos prolongadas lloviznas chaquetica impermeable y en más aguaceros fugaces de bota machita.

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Esto podría explicar, con la ola de calor que vivió la ciudad durante los dos primeros meses del año, cuando los bogotanos llegamos a vivir el día más caliente registrado en la historia de la capital, y la tanda de aguaceros que han visitado a la ciudad durante todos los días de mediados de marzo a las 2 de la tarde. Según los datos recogidos por Losada, entre 1981 y 1991 ocurrían, en promedio, 22 días con "eventos extremos" de lluvia al año, mientras que entre 2002 y 2011 el promedio fue de 34. Un aumento del 50% en "eventos extremos", o sea aguaceros bien perros cómo los de este fin de semana, en plenos conciertos de Bogotá, donde imperó la "capa de plástico".

Según Losada, cuando le habló a VICE, este cambio en la distribución de las lluvias es inconveniente ya que produce una sobreabundancia de agua que ni siquiera podemos guardar para la época de sequía. "Lo que pasa es que estos eventos se presentan durante el invierno, cuando los embalses están llenos y no hay forma de almacenarla. En el occidente, donde no hay embalses y secamos los humedales que deberían cumplir su función para construir sobre ellos, se presentan inundaciones".

De acuerdo con el investigador, el Oriente de la ciudad es el lugar en el que se concentran la mayoría de las lluvias, la cantidad de agua que cae cada año en Bogotá se ha mostrado relativamente estable desde los ochenta y la explicación más probable es, cómo no, el calentamiento global.