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Invidencia hecha arte: los ciegos que usan su discapacidad como expresión artística

"Con el arte sienten que aunque estén ciegos, pueden seguir viendo con sus manos".
Isaac Bello y su pintura. Fotos: Daniela Vargas | VICE Colombia

El arte no es imposible de lograr, pero tampoco es cosa fácil. Ahora, imagina lo que significa hacerlo siendo ciego.

Cada año, el Museo Santa Clara y el Museo Colonial abren sus puertas, no solo para que personas con todo tipo de discapacidades visuales puedan desarrollar sus obras y exponerlas, sino también para que el público se acerque y, con sus propias manos, las aprecien.

Este año fueron 11 expositores, todos hacen parte del Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC), en la estancia de Rehabilitación Integral. Unos no ven absolutamente nada, otros cuentan con un mínimo grado de residuo visual, entre el siete y diez por ciento. Junto con ellos está Carmen Llamosa, artista plástica de la Escuela de Artes del Distrito (hoy conocida como la facultad de Artes ASAB) y profesora del taller desde hace diez años.

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"La mayoría de adultos ciegos pasan por el taller de cerámica. Aprenden de arte, pero también trabajan la parte emocional. Ellos llegan en una situación de duelo y con la terapia se van limpiando las penas, el estrés, el sentirse inútiles", me explica Carmen. "Con el arte sienten que aunque estén ciegos, pueden seguir viendo con sus manos".

El árbol de la vida, hecho por Ángela Romero.

El taller de cerámica es una pequeña parte del instituto. El CRAC trata de ocupar todas las áreas posibles, desde actividades en la cocina hasta el uso de un computador, para que las personas con algún tipo de discapacidad visual sean capaces de llevar una vida funcional, según me cuenta Diego Mauricio León, terapeuta ocupacional.

El gato Persis, hecho por Manuel. Se inspiró en los gatos de la profesora Carmen, Domingo y Tobías.

"Con el arte se dan cuenta de que no están solos, hacen amistades y hasta encuentran el amor, es el caso de Manuel y Marta", dice Carmen.

Marta y Manuel, llevan tres años juntos. Marta es la autora de La zapatilla roja, la obra que tiene en la mano.

Mientras observaba las obras, Isaac (uno de los artistas) se me acercó y me preguntó: "¿También eres ciega? ¿Ya tocaste todas las otras obras de la sala?". Seguido de mi "no" como respuesta, sentí su mano en mi brazo mientras me decía con una sonrisa: "Entonces vamos a hacer un experimento, quiero que sientas lo que nosotros sentimos". Me llevó por toda la sala con los ojos cerrados y me pidió que describiera lo que veía con mis manos. Pude descifrar la forma de un caballo y un hombre acostado, pero en realidad estaba muy perdida.

Isaac tiene 34 años, es artista plástico hace 15. Inició sus estudios en la Universidad de Caldas, en Manizales, y alcanzó a cursar tres semestres antes de aplazarlos. En 2008 su sistema nervioso se paralizó, no sentía las texturas que tocaba, los sabores se pusieron amargos (a excepción de las frutas), los sonidos se volvieron de difícil comprensión, y después de una altísima fiebre y el traslado a medicina especializada, fue diagnosticado: era una hidrocefalia.

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La hidrocefalia es una condición en la que hay acumulación excesiva de líquido cerebroespinal. Es un líquido claro que rodea el cerebro y la médula espinal. Dicha acumulación hace que los ventrículos del cerebro se expandan, oprimiendo otros tejidos cerebrales y afectando al sistema nervioso, según la Fundación Nacional de Hidrocefalia.

"Cuando veía bien, dibujaba las cosas tal como se veían en la vida real, con todos sus detalles", me dice. Pero con la discapacidad visual, las formas se complicaron, "a veces veo que las cosas se estiran o se angostan, como un resorte, entonces la proporción es algo muy difícil para mí".

Piezas hechas por Isaac Bello.

Isaac necesita ayuda para preparar las mezclas de colores, pero ahora es mucho más independiente de lo que era hace unos años. Todo fue un proceso de conexión consigo mismo y de aprender a pintar como antes, sintiendo las formas y trasmitiendo lo que sentía a través de los trazos.

"No lo niego, tuve momentos de desesperación. Una vez que estaba con mi madre, tenía un pocillo de vidrio en la mano y me sentí tan impotente que, de la rabia, lo reventé contra el piso. Ella se puso a llorar, pensó que era su culpa". me explica. "Mi mamá es una persona callada y después del cambio visual, el silencio me atormentaba, me sentía incómodo". Ese fue un momento de claridad para Isaac y decidió hacer las cosas solo, sin ayuda de nadie, decidió no pensar tanto y vivir más tranquilamente.

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Lo que Isaac buscaba era que las otras personas sintieran en sus pinturas lo que él veía. Al principio no lo lograba, pero con el tiempo y paciencia encontró la forma de hacerlo. "Veo lluvias de colores, esa es la sensación que trato de dar, y lo mejor es que queda bonito", me dice riéndose.

La inspiración de Isaac es David Manzur, un pintor colombiano. Desde muy pequeño siguió su trabajo, pero fue en 2005 que tuvo la oportunidad de conocerlo en persona. El artista le dio un regalo, un libro que recopilaba sus obras. Aún conserva el libro, pero lo desarmó para poder verlo mejor.

Hace cuatro años, tuvieron un segundo encuentro, fue en La Dorada, Caldas. "Estábamos en su exposición y la dejó por mí. Alguien lo detuvo y le dijo que no podía irse, que el ministro venía y él respondió: '¿Quién es más importante, el artista o el ministro?', me impactó". Quedaron de volver a verse en Bogotá.

Isaac con el libro que le regaló Manzur.

El tema de discapacidad visual es desconocido para muchas personas. Diego León me explicó que la percepción de la gente con respecto a las personas ciegas es una: tienen bastón y gafas oscuras. Pero en realidad hay muchos escalones de por medio, están las personas que pueden ver sombras o reconocen formas si se acercan mucho y por eso a veces vemos gente que a pesar de utilizar bastón, pueden esquivar cosas. También están las personas que no ven nada, pero que usan gafas y no solo es por razones de apariencia, sino porque son extremadamente sensibles a la luz, así que no son gafas, son filtros.

Así como estas, existen muchas otras condiciones que la gente que no ha tenido la oportunidad de compartir su tiempo con una persona con discapacidad, no comprende bien. Pero hay algo que todos debemos saber: no por ser discapacitados son inútiles o requieren de un trato diferente. Pueden hacer lo que quieran y así como Isaac, pueden llegar a pintar mucho mejor que muchos de nosotros.