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Drogas

Coca y marihuana, la explosión de una nueva violencia

OPINIÓN | El cultivo ilícito les dio a los campesinos en Colombia todo lo que no tenían. Una columna del Proyecto Coca de ¡PACIFISTA!

Este artículo fue publicado originalmente en ¡PACIFISTA!, nuestra plataforma para la generación de paz.

Este artículo forma parte de nuestro Proyecto Coca. Para ver todos los contenidos haga clic acá.

Contexto: La Reforma Agraria (Ley 135 de 1961) fue un débil pacto entre los directorios de los partidos tradicionales alentado y en gran parte financiado por la Alianza para el Progreso a raíz de la Revolución cubana. Sectores políticos influyentes del país y analistas políticos de EE.UU. entendían que la violencia y el régimen de tierras vigente estaban asociados en una región que tenía a su alcance el canal de Panamá y el chorro de petróleo venezolano. Por eso a las medidas agrarias y sociales agregaron una política militar de prevención represiva, la doctrina de la Seguridad Nacional. La Guerra Fría estaba en pleno apogeo tanto en el lejano Oeste como en el Caribe.

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La Reforma Agraria se agotó en la construcción de obras de riego y drenaje, prácticas clientelistas de crédito y formalización de la propiedad sobre todo de la gran propiedad. El presidente liberal Lleras Restrepo organizó a los campesinos usuarios del Estado para defender la reforma, y los campesinos invadieron miles de hectáreas en algunas regiones. La reacción de los partidos y de los terratenientes fue el Pacto de Chicoral, que liquidó el intento de fortalecer la economía campesina y dirigió sus recursos hacia proyectos agroempresariales. El fracaso de la Reforma Agraria fue un motor de la expulsión de campesinos hacia las zonas de colonización y hacia las ciudades en momentos en que la política de sustitución de importaciones también fracasaba. En esta coyuntura llegó el narcotráfico a Colombia.

Tres hechos lo explican. Primero: la atmósfera cultural libertaria creada por las revoluciones estudiantiles, que abrió el interés de la juventud por el mundo psicodélico. Segundo, el mercado de drogas ilícitas creado por su utilización para estimular el valor militar en la guerra contra Vietnam. Tercero, la existencia en el país de un importante grupo de jóvenes norteamericanos que trabajaban en zonas rurales como Cuerpos de Paz de la alianza para el progreso y que sirvieron de puente entre la tímida demanda de marihuana en EE.UU. y los cultivos caseros de una yerba de extraordinaria calidad.

Las primeras exportaciones de yerba, hechas por correo aéreo, la aprestigiaron en círculos de jóvenes que se oponían a la guerra tanto como en excombatientes acostumbrados a su consumo. De la Sierra Nevada de Santa Marta, a mediados de los años 1970 salieron embarques marítimos y aéreos hacia Florida. Muy pronto se vinculó al negocio la mafia de contrabandistas profesionales de La Guajira. La alta rentabilidad, la indiferencia del Estado, el interés de las clientelas políticas en los recursos extraordinarios de la actividad, las condiciones ambientales propicias para el cultivo de una yerba de gran calidad no sólo hicieron posible la Bonanza Marimbera en La Guajira y en Magdalena, sino que se extendió velozmente al Urabá, al valle del Magdalena Medio y a los Llanos orientales.

De la Sierra Nevada de Santa Marta, a mediados de los años 1970 salieron embarques marítimos y aéreos de yerba hacia Florida.

El Gobierno, presionado por EE. UU., bombardeó con Paracuat los cultivos en la Sierra, con lo que contribuyó a su desplazamiento a otras regiones y finalmente a su migración, como cultivo, hacia donde se originaba la demanda. En los Llanos orientales, más exactamente en la serranía de La Macarena, la marihuana fue un negocio encabezado por Rodríguez Gacha.

Los cultivos de marihuana reiniciaron una economía de bonanza ya conocida en el país como las de la quina, el añil, el caucho, las pieles. La gran diferencia con la de la marihuana era que esta era ilegal, lo que exigía una organización armada que respaldara los tratos de palabra y garantizara la seguridad en la producción, el transporte y la comercialización. Fue el aporte de los combos armados de contrabandistas que contaban además con respaldo político. La bonanza es también una cultura donde el crimen es legalizado socialmente y donde el derroche de consumo es evidencia del poder. La bonanza de la marimba familiarizó a mucha gente con las armas, con el soborno, con el manejo de la clandestinidad. El narcotráfico profesional utilizó esa herencia para montar una bonanza más sólida, más amplia y más rica: la de la cocaína.