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Viajes

Los grandes pequeños dictadores

Foreign Policy Magazine anunció su equivalente a la lista de Forbes de los más ricos: un conteo de los 23 peores dictadores del planeta.

Ser dictador es un negocio difícil. Te apuesto, que si los coges en un mal día, muchos de los dictadores del mundo con gusto cambiarían sus vidas de lujo y asientos de primera fila por una vida silenciosa y dedicada a vender seguros de vida por teléfono. Al menos ese es un trabajo de nueve a cinco. Ser dictador es una labor de 24/7. Sin saber de dónde va a salir el próximo plato de salmón envenenado. Teniendo que volver a sembrar pasto en el jardín del palacio presidencial porque los generales rivales siguen tratando de parquear sus tanques ahí. Ese tipo de cosas te destrozan los nervios. El hecho de que esos hombres sigan luchando por el bien de su gente es algo que nos debe inspirar a todos.

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Foreign Policy Magazine anunció su equivalente a la lista de Forbes de los más ricos: un conteo de los 23 peores dictadores del planeta. Dentro de los nombres más obvios como Mugabe, Jong-Il y Gaddafi, hay unos nombres que no son ni remotamente conocidos. Tipos como Gurbanguly Berdimuhamedov de Turmekistán. Aleksandr Lukashenk de Bielorrusia. Paul Biya de Camerún. Tipos que han tenido que luchar igual de duro para poder prohibir otros partidos políticos. Como muchas de las grandes estrellas de equipos de fútbol poco conocidos, nunca tuvieron su oportunidad para llegar a los titulares simplemente porque sus naciones son demasiado minúsculas, demasiado oscuras y demasiado redundantes geopolíticamente, como para que cuenten.

Ellos también se merecen sus quince minutos de fama. Así que ahora, mientras la leyenda dictatorial de los 80, Manuel Noriega, se dirige a su juicio en París, nosotros saludamos a los chiquitos, a los perdedores del mundo autocrático.

ÁFRICA

OBIANG MBASOGO

En 1979 aquellos que seguían vivos en Guinea Ecuatorial respiraron con gran alivio cuando el cuerpo sangriento de Francisco Macías Nguema finalmente cayó. Habiendo asesinado a un tercio de la población, le consiguió a su país el apodo de "el Dachau de África", prohibió la palabra 'intelectual', destruyó todos los botes (porque volvió la pesca ilegal) y redujo toda la educación nacional a que los niños cantaran su nombre durante ocho horas al día. Era obvio que sin importar qué tipo de dictador terminara siendo el nuevo dictador Mbasogo, difícilmente podría ser peor de lo que ya habían vivido. Casi.

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De hecho, en sus treinta años en el poder, Mbasogo no ha matado a tantas personas como Nguema. Pero continúa teniendo el derecho a hacerlo. En julio de 2003, la estación de radio estatal declaró que Obiang era un Dios que estaba "en permanente contacto con el Todopoderoso" y "puede decidir matar a cualquiera sin rendirle un juicio y sin correr el riesgo de irse al infierno". También cultivó rumores de canibalismo para aumentar el aire de terror que se tenia en torno a su presidencia.

Ser Dios es un negocio muy caro, entonces, ese mismo año Obiang hizo un discurso donde decretó que él se sentía "obligado a tomar control total del tesoro nacional para prevenir que los sirvientes civiles se sintieran tentados a participar en prácticas corruptas". El acto de hacer negocios, por lo tanto, consistiría en depositar 500 millones de dólares en cuentas bancarias de su familia en el banco norteamericano Riggs (después sería multado con 16 millones de dólares por el gobierno federal por ética cuestionable). De pronto se sintió tan envalentonado ese año porque tenía total apoyo de su pueblo, habiendo ganado con el 97% de los votos en las elecciones de 2002.

YAHYA JAMMEH

En diciembre de 2008, dos ciudadanos británicos, David Fulton de 60 años, un antiguo comandante del ejército y su esposa Fiona, regularmente mandaban emails de navidad a sus familias y amigos en Inglaterra sobre cómo era su vida en Gambia. En una de las cartas mencionaban brevemente que el Gobierno, al parecer, no estaba haciendo mucho. Su correspondencia fue interceptada y fueron sentenciados a un año de trabajo forzado cada uno por crímenes de sedición. Como unos buenos actores, en la corte manifestaron unas efusivas disculpas ante el presidente.

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Desde que Jammeh tomó el poder después de un golpe de Estado en 1994, la oposición en Gambia ha sido aplastada despiadadamente. Pero combatir la homosexualidad ha sido lo más efectivo que ha hecho el antiguo jefe del gabinete militar. En mayo de 2008 Jammeh declaró que le cortaría la cabeza a cualquier homosexual que se quedara en Gambia, prometiendo limpiar el país con una legislación "más severa que la de Irán" para poder hacerlo. Luego les dio un ultimátum para irse del país, y advirtió que cualquier hotel o motel que se descubriera alojando relaciones homosexuales, sería clausurado.

Cuando no estaba limpiando a su nación de la plaga gay, Jammeh pasó mucho tiempo atrasando los avances de la medicina. En 2007 anunció que curaría el SIDA con hierbas y empezó a tratar a la ciudadanía con sus infusiones. Habiendo "curado" el SIDA milagrosamente hacia el final de agosto de ese mismo año, ya estaba listo para empezar a administrar una sola dosis de infusiones herbales que curarían la presión alta.

Presuntamente impresionado por su postura frente a las curaciones imaginarias y mágicas, el gobernador del estado de Kentucky, declaró a Jammeh coronel honorario de Kentucky en 2008.

BLAISE COMPAORÉ

Los derechos de las mujeres, las campañas de vacunaciones, la diezma de los sirvientes civiles para poder financiar proyectos de desarrollo social, la plantación de diez millones de árboles para desacelerar el avance del desierto Sahara: Thomas Sankara era el hombre más humanitario. El "presidente más pobre" despreciaba los lujos, vivía con un salario mensual de $450 dólares y vendió la flota de Mercedes y de aires acondicionados de su oficina porque ese era un lujo que la mayoría de los ciudadanos de Burkina Faso no tenía. Naturalmente, eso no le duró mucho tiempo.

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Después de cuatro cortos años, Sankara fue asesinado con un disparo por uno de sus secuaces y viejos amigos, Blaise Compaoré y fue lanzado a una fosa común. Miles de ciudadanos estuvieron días enteros pasando encima de la pequeña montañita de tierra como tributo. Compaoré una vez describió el asesinato como un accidente. No fue un accidente que muy poco después haya eliminado todas las reformas de Sankara, haya trasladado millones de dólares a sus cuentas personales, y haya cambiado la constitución para darse a sí mismo un término presidencial ilimitado. Todavía está en el poder. Como dictador, es mediocre, le falta mucha imaginación sádica a comparación con sus vecinos mucho más ingeniosos. Pero igual se gana un millón de puntos por asesinar a la esperanza más grande de África desde Nelson Mandela, ¿cierto?

KING MSWATI III

"Un colegio fuerte y tradicional con un ambiente encantador" dice la Guía de Buenos Colegios sobre el Colegio Sherbone. "Provee un ambiente vigorizante e intelectualmente sano". Quizás en el mural de honores está escrito el nombre del King Mswati III, un ex alumno. Como todos los mejores dictadores, fue educado en Inglaterra. Aunque pareciera que la biología es opcional en Sherbone, porque en 2000 el joven rey anunció en el parlamento que aquellas personas con SIDA (aproximadamente un tercio de la población de Suazilandia) deberían ser "esterilizadas y marcadas". No mucho después invocó un rito antiguo en el parlamento para negarle el sexo a las mujeres por debajo de la edad de 50 durante cinco años. De hecho, llamarlo un "debate parlamentario" puede ser exagerado ya que Mswati es obviamente un monarca absoluto. Pero aún hay algún tipo de asamblea pública de jefes que todavía debate.

Ciertamente, en cuanto se refiere a los derechos del rey, "absoluto" es la palabra clave. En 2002, recibió unas cuantas críticas por haber secuestrado a su futura esposa. Zena Mahlagu, una estudiante de bachillerato fue capturada en su camino al colegio y llevada a un potrero Real donde le dijeron que se iba a convertir en la décima esposa de Mswati, mientras su madre la buscaba por las calles desesperadamente. Ha agregado otras cuatro esposas más desde eso (y otras tres lo dejaron escapándose hacia Sudáfrica). A la mayoría las casan entre los 12 y los 16 años. Sin embargo, a Mswati todavía le falta un tiempo para llegar al nivel de su padre, el difunto Sobhuza II, quien para el momento de su muerte a los 70 años, se estimaba que tenía más de 1.000 nietos.

Igualmente, el tipo admite por lo menos un poco de críticas. Cuando compró un Mayback de medio millón de dólares en un país donde el 70% de la población vive con menos de un dólar diario, la posterior atención de los medios internaciones lo llevó a hacer por lo menos una cosa decente: prohibir todas las fotografías de su nueva carrocería.