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Seamos decentes: no dañemos el nombre de alguien inocente en Internet

No estoy interesada en hacer parte del infierno de otros en los motores de búsqueda, y me imagino que la mayoría de gente decente tampoco lo está.
Imagen: Adam Mignanelli

En diciembre de 2015 entrevisté a un activista en contra del porno vengativo que se enfrentó a Hunter Moore, el "rey del porno de la venganza". Moore había publicado en su página web una fotos que hackeó de su hija K desnuda. Evidentemente, con su acción le hizo daño a la joven. "Cargaré con este trauma por el resto de mi vida", dijo K en la audiencia de Moore. El hombre, que se llama a sí mismo "un arruinador de vidas profesional", fue sentenciado a dos años y medio de prisión.

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Cuando escribí sobre el caso, decidí no usar el nombre de K; sólo su inicial. Su madre es muy conocida y los medios han escrito mucho sobre ella, así que el nombre de K también ha aparecido en prensa varias veces.

En este momento, K está asociada públicamente con el caso de Moore. Si les causa curiosidad saber cuál es su nombre completo, su edad, ver una foto o su página de IMDb, pueden buscarla en Google. Ella aspira a ser actriz y no quiere que los resultados de búsqueda vinculados a Moore sean los que aparezcan cada vez que alguien escriba su nombre. Yo no voy a contribuir a ese problema, y por eso no uso su nombre en mi artículo original ni lo hago aquí. K merece ser olvidada.

Al negarnos a proveer textos que los motores de búsqueda puedan rastrear podemos hacer de Internet un lugar mejor, más amable y más ético.

A comienzos de los noventa, John Gilmore dijo que "la red interpreta la censura como un daño y busca rutas alternativas". En una era en la que las redes sociales gobiernan y las comunidades en línea también deciden lo que se puede decir o no en Internet, esta regla deja de ser absoluta, pero igual aplica en muchos casos. Si uno elimina un torrent del último episodio de Game of Thrones, aparecen diez más en su lugar. A Internet no le gusta olvidar.

En la Unión Europea, esto llevó a que se estableciera el "derecho al olvido", un derecho legal que los ciudadanos pueden usar en contra de los motores de búsqueda para obligarlos a eliminar información desactualizada o incorrecta. Se estableció después de que se cerrara el caso de un funcionario público español, que exigía que se eliminara de los resultados de búsqueda de Google una noticia vieja e irrelevante sobre un embargo que había resuelto ya años atrás. En 2015, Google reportó haber recibido más de 400.000 peticiones de derecho al olvido. La compañía accedió a más o menos el 40 % de ellas.

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Lo angustiante del derecho al olvido es que, en el peor escenario, alguien como Moore puede recurrir al él para eliminar sus delitos de la historia. El público tiene derecho a saber y a recordar cuando la gente comete faltas graves. Pero Internet no sólo recuerda escándalos, corrupción y crímenes; recuerda direcciones, números de teléfono, información financiera, fotos vergonzosas y drama adolescente. La mayoría de nosotros tiene fotos de primer semestre de universidad que quisiera no volver a ver, pero que quedarán en Facebook para siempre. Y eso no es nada comparado con los problemas de búsquedas de Google que enfrenta gente como K, quien puede quedar vinculada al término "porno vengativo" por el resto de su vida. La world wide web es una gran biblioteca de conocimiento, articulada por texto legible por máquina que puede ser rastreado por los motores de búsqueda. A través de páginas como Google, podemos acceder a un mundo inimaginablemente denso de palabras, páginas web, blogs y artículos, que de otra forma se habrían mantenido desconocidos.

En la mayoría de casos, esto es algo bueno. Nunca habíamos tenido tanto conocimiento e información disponibles a la vez. También significa que una polémica que en el mundo real se olvidaría en un instante, en Internet permanece una eternidad. Una sola entrada en un blog puede arruinar la reputación de alguien por años.

A decir verdad, eso se justifica en ciertos casos. Por ejemplo, no importa cuánto gaste la Universidad de California para que eliminen la información, nunca se debería olvidar que un guardia del campus roció gas pimienta a unos estudiantes en la cara en 2011.

No obstante, hay personas que no tienen muchos resultados vinculados con sus nombres en los motores de búsqueda, e incluso una sola mención negativa puede terminar entre los primeros resultados porque simplemente no hay mucha más información. No estoy interesada en hacer parte del infierno de otros en los motores de búsqueda, y me imagino que la mayoría de gente decente tampoco lo está.

Dejemos de lado el "derecho [legal] al olvido" y pensemos más bien en los principios básicos de decencia que quisiéramos para nosotros; la gentileza de olvidar. Al negarnos a proveer textos que los motores de búsqueda puedan rastrear podemos hacer de Internet un lugar mejor, más amable y más ético.

Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard, nuestra plataforma de tecnología.