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Sexo

Cociné y comí semen para reforzar mi salud

Hablamos con el escritor de dos libros de recetas con semen y ponemos en práctica algunos de sus trucos.
Todas las fotos por la autora.

La constante búsqueda de nuevas texturas y sabores lleva a los grandes chefs a experimentar con ingredientes tan inverosímiles como inauditos. La sangre, la placenta o el semen son algunos de ellos. Por extraño que parezca hay talentos culinarios que han desarrollado seriamente su carrera profesional en el ámbito de la cocina con esperma. Paul Photenhauer es uno de ellos. Tiene un par de libros de recetas con semen en el mercado y compagina su trabajo de enfermero con el de creador de recetas extravagantes. Tras conocer la noticia de que en Londres se ofrecían cursos de cocina sobre la materia me empecé a interesar por el tema. ¿Había gente realmente que utilizaba semen para aliñar sus platos? ¿Se pueden conservar todos los ingredientes en la nevera o era cuestión de improvisar sobre la marcha?

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Sentí una tremenda curiosidad por tener respuesta a estas y muchas más preguntas, así que contacté con Paul para satisfacer mis necesidades. Aunque él no había organizado directamente estos cursos sí había inspirado con sus libros de recetas a todos los participantes. La primera pregunta era obligada: ¿Cómo se le ocurrió utilizar el semen para cocinar?

"Un día mientras estábamos con unos amigos en una cena el tema derivó hacia el semen. Pensé que era muy natural usarlo como un fluido en la cocina y decidí probarlo yo mismo. Allí empezó mi pasión y desde entonces no he parado", explica Paul.

Según me explica las propiedades de este jugo de la vida son múltiples y muy variadas. Decido contactar con una sexóloga clínica y educadora sexual para que corrobore si ingerir semen es beneficioso o no para la salud.

"Además de tener propiedades nutritivas, también se le atribuyen poderes medicinales, entre ellos: ayuda a combatir el cáncer, ayuda a prevenir la preeclampsia y a aliviar las náuseas durante el embarazo, es antiarrugas, revierte el proceso de envejecimiento, es antidepresivo, entre otras cualidades", asegura la Dra.Tanginika Cuascud, especialista en salud sexual.

Así pues, la doctora recomienda su ingesta tanto en hombres como en mujeres siempre y cuando se tomen precauciones para evitar el contagio de las enfermedades de transmisión sexual, pues el semen es también un gran transmisor de infecciones.

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No obstante nos asegura que contiene vitamina C (un potente antioxidante) y vitamina B12 (importante para el metabolismo y para regular el sistema nervioso central) y además contiene calcio, magnesio, fósforo y potasio, ideales para la buena regulación de nuestro organismo.

Una vez tuve claras todas las propiedades del semen volví a dirigirme a Paul para preguntarle cuáles son sus recetas favoritas y así ponerlas en práctica. Me recomendó probar el Macho Mojito, un combinado alcohólico elaborado a base de ron, soda, hierbabuena, azúcar y semen. Una perfecta combinación que según él hay que ingerir alguna vez en tu vida.

Macho mojito

"Todos los ingredientes deben ser frescos y recién exprimidos para que conserven todos sus nutrientes, pero se puede guardar el semen en la nevera algún día", explica Paul. Me pongo manos a la obra y consigo todo lo que me hace falta para empezar con el Macho Mojito. 30 mililitros, hojas de menta, una cucharada sopera de azúcar, otra de azúcar en polvo, 15 mililitros de zumo de limón, pela de limón, 60 mililitros de soda y semen.

Siempre que había preparado un mojito lo había hecho con azúcar de caña, pero para ser fiel a la receta original del Macho Mojito y probar su auténtico sabor decidí hacerlo con el azúcar de toda la vida.

Empecé mezclando el azúcar con el zumo de limón y luego le añadí las hojitas de menta y las machaqué junto con los otros ingredientes. Llené el vaso de cubitos de los pequeños le puse el ron y el toque final. El semen.

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Inmediatamente el líquido blanco fluyó dentro del vaso quedándose en un limbo de suspensión. No sé si en todos los casos pasará lo mismo, pero al cabo de un rato y con el deshielo de los cubitos mi Macho Mojito podía pasar desapercibido. Podría haberle dado a probar la bebida a mi peor enemigo y no se hubiese dado cuenta del ingrediente estrella.

Quizás sí que al principio daba un poco de reparo probarlo, pero luego el paladar se acostumbró al gusto y no me parecía tan "raro". Tengo que confesar que de no haber sabido el nombre del propietario del fluido me hubiese costado muchísimo tragarme el combinado. Debe ser algo psicológico, puede ser, pero me da mucho reparo no saber lo que me estoy comiendo, sea lo que sea.

El notable alto que le había dado al Macho Mojito me alentó a pasar a un siguiente paso más sofisticado. Ahora probaría con la receta de las crepes de jamón dulce, queso y semen (lo hice un día después para no dejar a mi proveedor de semen seco).

Crepes de jamón york, queso y semen

Hacía tiempo que no preparaba unas crepes y me moló la idea.  La preparación de la masa es bastante sencilla: un huevo, un vaso de harina y otro de leche. Hasta aquí todo bien, pero en el momento de comerme la crepe inseminada me rajé un poco.

La primera crepe siempre me sale mal. No sé cómo me lo hago pero siempre se me acaba pegando a la plancha. Descarté esa primera y me puse a por la segunda que quedó más o menos decente. Cuando estuvo hecha por ambos lados le puse el relleno.

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El olor del semen en caliente era bastante vomitivo, aunque enseguida se fundió dentro de la masa con el queso. Si no hubiese sido por aquella fragancia delatadora seguramente el ingrediente hubiese pasado desapercibido. Tengo que reconocer que no me pude acabar la crepe entera. A la mitad preferí guardarme para el postre.

Flan de huevo y semen

Esperaba el postre con una ilusión tremenda. Nunca antes había preparado un flan y aquel me había quedado bastante decente. Volqué el recipiente con ímpetu y comprobé que se había desmontado un poco, pero no pasaba nada. La intención era lo que contaba.

Lo había preparado a base de leche, huevos y azúcar. Aunque la cocina me quedó hecha un asco estaba orgullosa de mi debut en la elaboración de delicatessens. El aroma de la canela disipaba la fetidez del semen, que había sido mezclado con todos los ingredientes. De sabor me había quedado bastante pasable, demasiado dulce para mi gusto, pero se podía ingerir.

Una vez acabado el postre pensé que seguramente nunca volvería a cocinar (lo que se entiende por cocinar) con semen. Que sí, que seguro que tendría propiedades y nutrientes excepcionales, como los que te aportan los bichos, o el yogurt casero creado con el flujo de la vagina. Sin embargo con una vez ya tuve suficiente. Después de aquella experiencia llegué a la conclusión que mejor solo y sin mezclar.

Todas las fotografías por la autora.