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Música

Éxtasis en Rock al Parque: reseñamos a las bandas que "no son rock"

Hicimos una colección de momentos y reseñas sobre lo que vivimos en el escenario Eco. Qué viva el rock and roll.
S
por STAFF

Fotos de Juan Diego Rivas Cardona ; textos por Nathalia Guerrero, María Esther Gutiérrez, Juan Pablo López y Claudia Jiménez.

Supongamos que la definición de "rock" en Rock Al Parque, viene del rock latinoamericano que vio nacer al festival hace 20 años. Ese rock tenía la suficiente fuerza como para consolidar un espacio que diera salida a los impulsos de miles de jóvenes que estaban ávidos de representación. Aquello respondía a su momento histórico y fue un proyecto fundado sobre las dinámicas de una cultura musical que era actual hace 20 años.

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La noción purista de "rock", concebida desde aquella primera instantánea que fundó el único festival de cultura alternativa gratuito y el más grande del continente hace 20 años, hoy tiene cabida en la nostalgia por lo estático. La música,como toda experiencia social, es dinámica, una escena se alimenta de múltiples vectores en los que influyen muchas conciencias creativas y diferentes, que, inevitablemente, la empujan hacia otros lugares.

¿Por qué, en 2015, Rock Al Parque no podría ser representativo de su momento histórico? La música alternativa en el mundo tiende hacia la diversificación y dentro de aquella inercia se han fortalecido los sellos postales latinoamericanos en general. Somos muchos los que encontramos identificación en la música que "no es rock" y nos resulta sumamente representativa de nuestros contextos.

Hicimos una colección de momentos y reseñas sobre lo que vivimos, junto con el público, el domingo. Los textos hablan de nuestra experiencia y las fotos retratan a la gente disfrutando, sin recato, la música del escenario Eco, una franja electrónica de avanzada, en la que desfilaron híbridos del folclor boliviano hasta el folclor del norte de México, acompañados por Uwe Shmidt, como Atom TM, o Señor Coconut… que viva el rock and roll.

Chancha Vía Circuito

La jornada empezó a las 3PM en punto, con Chancha Vía Circuito. Bajo uno de esos soles radiantes, escasos en la capital, y una brisa propia de agosto, Chancha subió al escenario con un acto en vivo. Vestidos con ponchos dibujados con paisajes propios de la cordillera de los andes, en colores pasteles: Heidi Lewandowski, una joven diestra para los sintes, las panderetas, el violín y el canto; Miriam García, cantautora argentina que interpreta temas "ritualisticos"; Federico Estevez, que le dio duro al cuero de las percusiones todo el concierto y Pedro Canale, el productor y creador del proyecto, nos inundaon de paz con sonidos electrónicos y raíces latinoamericanas. Desde ese escenario, la banda argentina nos indujo a un viaje introspectivo por los panoramas del sur de América, donde la selva, el desierto, las montañas y toda la energía mística del agua se tomaron el lugar aleatoriamente también los cuerpos de aquellos viejos, rockeros, punkeros y alternativos que se reunieron esa tarde.

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Gaiteros de San Jacinto

La tarde se anunciaba ventosa y un enjambre de cometas se integraba al paisaje, recién había terminado Chancha Vía Circuito y alguien sacó un porro; un porro de autor. "Le puse una mezcla de varias weeds", dijo el maestro porrero. Qué genio. Creo que la experiencia de Rock al Parque podría ser explotada con una escena como esa: estar parchando sobre un cómodo jardín, bien cuidado, en una tarde fría, pero soleada, amenazada por unas nubes obscuras y tenebrosas a las cuales, en Bogotá, sólo se puede encarar con resignación. En el público, cada quien estaba en su puesto y en santa comunión, sin pogos ni trancazos, a lo mucho bailes incomprensibles y disputas entre las parejas más intensas, pero todos disfrutando un episodio de música en vivo tan sanadora como reivindicativa. Al fondo, hacia los cerros, un arcoíris. Con perdón de todos los rudales irreverentes, me fajo para enunciar el siguiente hippismo: ese arcoíris fue llamado por los tambores de los Gaiteros de San Jacinto. El Dub de Gaita es un proyecto ambicioso que encontró un matrimonio idílico entre la música tradicional colombiana y la electrónica. Lo logró. Sin fantochería, pero sin recato, los Gaiteros de San Jacinto subieron al escenario a extraer de su público las semillas que comparten con la tierra que vio florecer a Andrés Landero. Todos lo bailamos y fuimos testigos del reencuentro entre dos hermanos perdidos: la densidad y cadencia de la cumbia san jacintera en comunión con su hermano perdido, el dub, se llevaron los movimientos más oscilantes como reverencia y al final, una sentida ovación. Respetos.

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Mitú

A Mitú le tocó la mejor hora del escenario Eco, cuando el sol fue desapareciendo entre las nubes dando paso a la oscuridad y, en este caso, al juego frenético de luces. Era la primera vez que el dúo de electrónica selvática se presentaba en Rock al Parque y, aunque los más puristas reprocharon el hecho de ver a Mitú en los artistas nacionales confirmados para el festival, cuando llegó la hora de su presentación, la agrupación llenó. No solo llenó, con temas nuevos como "Obisi", o canciones que ya llevan un rato sonando, como "Solitario", Julian Salazar y Franklin Tejedor le quitaron el frío a los presentes a punta de baile y movimiento sobre el pasto húmedo.

No hubo brisa de agosto ni llovizna que valiera. La gente siguió firme hasta el final, bailando versiones en vivo con una onda mucho más dada a exprimir todos los osciladores de su maquinaria. De 5:30 a 6:30 y con el escenario repleto de principio a fin, Mitú nos demostró que en el festival también se vale un poquito el frenesí.

Atom TM

Después del despliegue istriónico tropical-bleepy de Mitú, era pertinente preguntarse con qué iba a salir el alemán Uwe Schmidt, hombre de corriente conservadora en el plano afectivo cuando está piloteando los decks. Sin embargo, a él no le hizo falta alzar la mano y hacer poses para cautivar al público. De entrada, sus visuales y experiencia sónica engancharon a la gente que, más allá del baile, adoptó una postura de apreciación frente a la mezcla audiovisual y de techno experimental propuesta por Atom.

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Era ideología, con tintes divertidos, pero con un mensaje fuerte. Frases como "Stop, imperialist pop" o "Empty, MTV", salían de la boca 3D de Uwe, Atom, Señor Coconut o como lo quieran llamar, quien finalizó con el pelotazo de "Ich bin meine mashine" liberado en Raster Noton el año pasado. En resumen, fue un live digno de oidos refinados, de eventos tipo Sonar España o Layirinth en Japón, pero se vivió, aquí, en Rock Al Parque, con gente que sin importar qué tan diestros son en electrónica, entendieron y dieron una respuesta que estuvo a la altura de un performance realmente futurista.

Nortec Collective: Bostich + Fussible

A veces, los adjetivos con los que la crítica exalta los grandes nombres de la música, resulta un poco inexplicable. Eso es lo que podría pasar con Nortec cuando se refieren a ellos como los Kraftwerk mexicanos, la etiqueta es osadísima, pero, y sin que necesariamente la suscribamos, verlos cerrar el escenario de Eco en Rock al Parque, nos dejó con una clara idea de por qué se la ganaron. Su presentación estuvo enmarcada en la gira del adiós de Nortec, que es un incuestionable referente de la música electrónica en México. Bostich y Fussible están en un momento muy refinado en su carrera, por lo menos así suena Nortec a la hora de su adiós y se despidieron de su público en Colombia con una épica y elegante presentación que hizo vibrar las membranas más sensibles entre México y Colombia. Tambora y acordeón protagonizaron una fiesta mexicana de buen gusto que dejó en alto el nombre de la electrónica de fusión. Adiós al Tijuana Sound Machine.