El cinismo de nuestros políticos en diez frases de antología

El tema de la corrupción que se come las instituciones públicas en Colombia tomó protagonismo una vez nos enteramos de que hubo "recursos no registrados" en la campaña de Juan Manuel Santos a la Presidencia en 2010. Roberto Prieto Uribe, su gerente, le dijo a Blu Radio lo que todos sospechábamos: Odebrecht sí había puesto plata, al menos para comprar unos afiches de promoción.

Santos se demoró en responder, sí, pero hoy 14 de marzo le dio la cara al país. O algo así. En una alocución publicada en su cuenta en Twitter, dijo que no había autorizado, ni tampoco tenido conocimiento "de esas gestiones, las cuales se hicieron en directa violación de las normas éticas y de control que exigí se impusieran en la campaña". El director de la Dian, señor Santiago Rojas (también de la campaña de Santos), afirmó que el millón de dólares no había sido reportado por nadie. Y que, por tanto, "los recursos no ingresaron bajo los procedimientos establecidos".

Juan Manuel Santos respondió y entró de paso a la historia por algo más que hacer las paces con la guerrilla de las Farc. "Me acabo de enterar", dijo. Al mejor estilo de un Ernesto Samper remasterizado, el presidente no se dio cuenta de la abultada cantidad de dinero que por la espalda le metieron en el bolsillo.

Aunque brille por su cinismo, la declaración de Santos no es nueva. Ni propia de él. Es más, algunos de sus detractores han tenido en el pasado un nivel de cinismo similar.

Aquí los tienen.

Por sobrados méritos, Ernesto Samper es el Yoda de salirse con la suya ante un escándalo con una frase barata. El maestro. Incluso hoy, treinta años después de su protagónico, Samper insiste en el descaro recordándonos asuntos de ética ante cualquier evento de corrupción que haya en Colombia, como si no tuviera sentido de la vergüenza propia.

El expresidente pasó buena parte de su gobierno (1994-1998) defendiéndose de las acusaciones del Proceso 8.000, un episodio triste en este país de episodios tristes. El Cartel de Cali, esto quedó suficientemente probado, financió una parte de su campaña.

Con ustedes, el bojote.

Lea acá la nota de El Tiempo que registra este momento

Esta es una petradita que encontramos en el inmenso palabrerío de hora y media que el entonces recién destituido alcalde de Bogotá pronunció en la Plaza de Bolívar. Hubo muchas más ("la plaza llena como nunca en la historia"), pero el gran premio va para esta: un llamado al respeto de la democracia cuando sabemos que Petro se quedó a las malas en su cargo luego de que una instancia democrática lo sacó de él.

Un editorial de El Espectador de esa fecha retrata la tensión vivida por esos días: aunque desproporcionado el fallo de Alejandro Ordóñez, no tenía Petro el derecho de salir a desconocer una institución: "¿Qué tal que ante cada decisión discutible de una autoridad contra un poderoso la respuesta fuera la de acudir al apoyo popular para no cumplirla?".

¿Se mamaría usted el discurso otra vez?

Esta llega tarde, mucho después de que Andrés Pastrana fuera un político relevante. Pero por venir de Andrés Pastrana tenía que ocupar un lugar privilegiado en el podio. Pero Pastrana siempre está así ninguno de nosotros quiera.

Tal vez el proceso del Caguán, adelantado durante su gobierno, en el que se despejaron 42.000 kilómetros cuadrados (La Uribe, Mesetas, La Macarena, Vista Hermosa) y que luego fracasó rotundamente, le dé el peso histórico para opinar sobre un proceso de paz que sí ha funcionado.

La declaración la hizo Pastrana a través de su cuenta en Twitter el 26 de febrero de 2017, a propósito de la implementación del acuerdo de paz firmado entre guerrilla de las Farc y Gobierno de Juan Manuel Santos.

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El 7 de septiembre de 2016, la Sala Plena del Consejo de Estado anuló la reelección de Alejandro Ordóñez como Procurador General. Dos razones: la figura de reelegir a un Procurador no existía en la Constitución; varios de los magistrados que entonces lo eligieron tenían familiares trabajando en la Procuraduría: un conflicto de intereses que se considera una falta grave.

El día de su destitución, Ordóñez dio un discurso de cinco minutos que empezó con la frase "Se acaba de cumplir el primer pacto de La Habana: la expulsión del Procurador" y en el que aseguró que, por ser un hombre de Estado, no interpondría ningún recurso contra la sentencia, sino que la aceptaría "con resignación cristiana". Señor Ordóñez, ¿será "resignación cristiana" o tiempo suficiente para preparar la candidatura presidencial? No, mejor sí: resignación cristiana. Bajo esa figura operó toda su gestión.

El 17 de febrero de 2016, el entonces general de la Policía Nacional, Rodolfo Palomino, presentó su renuncia al cargo, y su retiro de la institución, a raíz de la investigación que la Procuraduría General adelantaba en su contra. La institución investigaba a Palomino por un posible incremento patrimonial injustificado en la Policía, por unas supuestas chuzadas a periodistas y por lo que entonces se estaba conociendo como "La comunidad del anillo", una presunta red de prostitución al interior de la Policía Nacional. El discurso de su renuncia incluyó declaraciones del exgeneral en las que se decía inocente, el aprecio que sentía por la institución que dejaba y el compromiso inquebrantable de la Policía Nacional con la patria.

La embarrada vino cuando Palomino declaró que daba un paso al costado pero que se iba "pleno de felicidad". La cuestión es que días antes se había publicado el polémico video en el que el entonces Viceministro del Interior, Carlos Ferro, y el entonces Policía, Ányelo Palacios, se escuchaban sosteniendo una conversación sexualmente explícita dentro de una camioneta y que, junto a la salida de Vicky Dávila de La FM, desataría la polémica de la supuesta red de prostitución en la Policía. No hace falta explicar por qué eso de estar "pleno de felicidad" no suena tan bien a la luz de un escándalo de relaciones sexuales y prostitución.

En febrero de 2007, dos años antes de que estallara el escándalo de Agro Ingreso Seguro, un programa del gobierno para entregar subsidios a agricultores colombianos, el entonces ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, fue entrevistado por la revista Caras. Allí, le preguntaron  "¿Cuándo ha dado papaya?" a lo que respondió: "Cuando he querido dar subsidios y ayudas a quienes no lo necesitan".

El escándalo de Agro Ingreso Seguro se dio por irregularidades relacionadas a la contratación sin los debidos estudios, a los métodos de contratación, actos de corrupción, beneficios indebidos a algunas familias terratenientes, falta de supervisión de los programas, detrimento del erario y aumento indebido de los recursos destinados al programa.

En éste, la Fiscalía aseguró que los contratos dirigidos por Arias, por un monto total de 288 mil millones de pesos entre el Ministerio de Agricultura y el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola, fueron una fachada porque los recursos públicos fueron asignados sin contar con licitaciones abiertas, estudios previos y términos de referencia. De acuerdo con esta investigación, dichos contratos beneficiaron directamente al exministro quien los utilizó para su carrera política.

Hoy en día está condenado a 17 años de cárcel.

Imagen vía Flickr.

Dicen que Cúcuta, ciudad natal del ex senador Juan Manuel Corzo, es la tierra dónde la gasolina es más barata que el agua. Pero a Corzo no le sirve la gasolina barata, la quiere regalada: una mañana en septiembre de 2011 el por ese entonces presidente del Congreso se encontraba la aire en la W radio explicándole a los oyentes por qué había expedido una resolución para devolverle a los congresistas el subsidio de gasolina que les había arrebato el anterior presidente del Congreso, Armando Benedetti.

Durante [su exposición](http://<iframe src=), Corzo se esforzó por conmover a los colombianos con las crudas realidades que viven sus congresistas. La cosa llegó al absurdo cómico cuando Corzo dijo al aire: "yo ando en un solo carro y me toca meter a tres o cuatro escoltas ahí, porque no tengo cómo pagar gasolina de dos vehículos, y lo digo con sinceridad". Dijo "con sinceridad" el hombre que por ese entonces ganaba 16 millones de pesos mensuales.

Unos días después, y para acabar de una vez por todas con la polémica, Corzo le dijo a Portafolio: "Prefiero no robar al Estado y que me paguen la gasolina". Escojan ustedes la que más les guste.

Juan Manuel Corzo varado en un pueblo por falta de plata para la gasolina// Imagen vía Youtube.

Un brindis por las viejas épocas del gobierno Uribe: cuando lo que escándalizaba no era la corrupción sino la supuesta colaboración con los paramilitares. En febrero de 2006, la revista Semana publicó una investigación que denunciaba nexos entre el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y alias Macaco, temible paramilitar de la costa.

Durante todo el resto del año, el entonces presidente Uribe se dedicó a defender ante los medios a Jorge Noguera, quien fuera su jefe de campaña en el Magdalena y quien el mismo había nombrado director del DAS luego de ganar las elecciones de 2002. La defensa más memorable la hizo una mañana en los micrófonos de la W,  micrófonos que definitivamente sacan lo mejor de nuestros políticos.

Esa vez Uribe compartió con los oyentes una anécdota acerca de la noche que pasó en el apartamento de Noguera durante la campaña presidencial y la remató anotando que el cuestionado director del DAS  era "un buen muchacho".

Pero el tiempo demostraría lo contrario: Noguera fue capturado en febrero de 2007 y condenado a 25 años de cárcel en 2011  por revelar información reservada y ser responsable en el homicidio del sociólogo barranquillero Alfredo Correa De Andreis.

Para ser justos, Uribe ofrecería disculpas por nombrar a Noguera no sin colgarle una frasesita casi tan cínica como la del buen muchacho: "si hubiera delinquido, me duele", aseguró el expresidente.

Álvaro Uribe, senador, expresidente, ojeador de "buenos muchachos"// Imagen vía wikimedia commons.

 ¿Se acuerdan de los chirris de El Bronx? A mediados del año pasado en Bogotá no se hablaba de nada más: primero, porque la Alcaldía y el Ejército los expulsaron en varias batallas campales de su pequeña república de tres cuadras en el centro de Bogotá, luego porque se enfrentaron en otra cuantas batallas con los comerciantes y vecinos del sector y, finalmente, porque una creciente arrastró a varios de ellos por el caño en el que se refugiaban.

En medio de una crisis mediática por lo que era visto como una crisis humanitaria por parte de algunos, consecuencia, dijeron, de una intervención mal planeada en El Bronx, al alcalde la ciudad, Enrique Peñalosa, le da por tirarselas de didáctico y achacar todo el asunto a un problema de percepción:

"Habitantes de calle siempre ha habido. Ahora a la gente le parece que en los últimos dos meses han aparecido. Es como cuando alguien compra un carro de cierta marca y color y de repente ve que hay cientos de carros iguales por toda la ciudad",  afirmó Peñalosa como si decir esas cosas fuera normal en un foro convocado por la Cámara de representantes.

Dos pájaros de un tiro mató Peñalosa esa mañana: primero explicó la crisis de El Bronx a la ciudadanía con una metáfora clara y apropiada. Segundo, le dejó bien claro a todo el país que en Bogotá no había ninguna crisis humanitaria al comparar a un centenar de personas de carne y hueso con otro centenar de cajas motorizadas. Todo un pro de la comunicación.

Peñalosa rodeado de ex carros//imagen cortesía Alcaldía mayor de Bogotá.

Ya sabemos que las Farc han colaborado en el proceso de paz. Se les ve incluso la buena voluntad. Pero esta salida de Jesús Santrich a un medio internacional, justo cuando llegaron a La Habana a negociar, ante la pregunta de si le iban a pedir perdón a las víctimas, no necesita mucho contexto ni explicación.