Noticias dispersas e investigaciones internacionales han señalado a Mossack Fonseca como una de las firmas creadoras de empresas fantasma con más alcance en el mundo, pero hasta ahora ha utilizado una gama tan amplia de trucos legales y contables que le han permitido pasar desapercibidos a ella y a sus clientes en la mayoría de los casos.(La empresa no acepta esta declaración y afirma en un correo electrónico que "no hay ningún registro judicial o gubernamental que haya identificado alguna vez a Mossack Fonseca como la creadora de empresas fantasma. Cualquier cosa que relacione a nuestro grupo con algún tipo de 'actividad delictiva' carece de fundamento, ya que nunca hemos sido notificados de la existencia de algún procedimiento legal… hasta el momento".)Mossack Fonseca ha servido como la intermediaria registrada de empresas de fachada vinculadas a un montón de gángsters y ladrones famosos que incluye a socios de Muamar el Gadafi y Robert Mugabe.
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Los bancos norteamericanos ayudaron a convertir a Panamá en un centro financiero, y el país emergió como un paraíso para lavar dinero y evadir impuestos en los años 60 luego de que el Gobierno aprobara normas muy estrictas de confidencialidad financiera, lo que probablemente animó a Mossack Fonseca a establecerse allí en 1977. Las reglas de confidencialidad financiera les prometían a los inversionistas extranjeros privacidad. También prohibieron que los bancos revelaran algún tipo de información acerca de sus clientes, a menos que fuera ordenado por una corte en un caso que envolviera terrorismo, tráfico de drogas o algún otro crimen serio (la evasión de impuestos estaba específicamente excluida de esa categoría). Estas leyes atrajeron a una larga línea de corruptos y dictadores que usaron Panamá para esconder su botín, incluyendo a Ferdinand Marcos, Baby Doc Duvalier y Augusto Pinochet.Cuando Manuel Noriega, comandante de las Fuerzas de Defensa panameñas, tomó el poder en 1983, básicamente nacionalizó el lavado de dinero al asociarse con el cartel de drogas de Medellín y darle rienda suelta para que operara en el país. Noriega apoyó fidedignamente la política exterior estadounidense en la región y durante años la CIA lo tuvo en su nómina, pero Estados Unidos perdió la paciencia cuando se opuso a los esfuerzos para derrocar al gobierno sandinista en la vecina Nicaragua. Eso condujo a la invasión de Panamá en 1989, el derrocamiento de Noriega y el regreso al poder de las viejas élites bancarias, herederas del legado de J. P. Morgan.
En Ciudad de Panamá me alojé cómodamente en una suite enorme en el piso 16 del hotel Waldorf Astoria, una torre brillante con vista panorámica de la Bahía de Panamá. Coordiné mi llegada para coincidir con una conferencia de dos días en el hotel de unos 70 consultores financieros internacionales para individuos überricos (con un alto poder de inversión, en la jerga de la industria financiera) y descubrí que uno de los conferencistas destacados sería Ramses Owens, abogado y experto financiero que había trabajado para Mossack Fonseca.A la mañana siguiente, me desperté y levanté la cabeza de una de las mullidas almohadas de plumas de mi cama king size, salí de debajo de las sábanas de 300 hilos, me vestí y tomé el ascensor para bajar al lugar de la conferencia: el salón Diamond del hotel.Aunque el evento era privado, tuve la oportunidad de curiosear el programa y obtener una lista de los participantes, así como sumarios de las charlas y presentaciones. Sentados en mesas con jarras de agua helada y jarrones llenos de flores, los asistentes eran en su mayoría hombres de mediana edad con pelo canoso y algo de barriga, vestidos con oscuros trajes de paño que les habrían inducido un golpe de calor inmediato en las sofocantes calles de Ciudad de Panamá, pero estaban justo en el salón Diamond, enfriado a unos 18 grados.Un informe del Fondo Monetario Internacional señaló que de cuarenta medidas recomendadas a los países para combatir el lavado de dinero y el financiamiento al terrorismo, Panamá solo había implementado una.
La red incluía pequeños bancos en Panamá, las Islas Caimán, Mónaco y Andorra, y grandes marcas como HSBC y los contrabandistas de diamantes de UBS. Un informe de la comisión del senado estadounidense describió al anterior banco como un vehículo importante para los "capos de la droga y las naciones corruptas", y el año pasado el banco firmó un acuerdo de 1.920 millones de dólares con el Departamento de Justicia, después de admitir que había ayudado a lavar millones a través de empresas fantasma para carteles de Colombia y México. Había incluso una pieza estadounidense en la red de Owens & Watson: el banco Helm en Miami. En 2012, los reguladores estadounidenses atacaron a Helm con una orden de consentimiento (consent order) por múltiples violaciones de la Ley de Secreto Bancario y las normas contra el lavado de dinero.Era una lista que sin duda inspira confianza, al menos si yo fuera un ladrón buscando ocultar mi dinero del IRS o de la vigilancia legal.Todo el proceso tomaría solo unos pocos días, dijo Watson, y el costo sería insignificante: cerca de 1.200 dólares por inscribir mi empresa, 300 para cubrir los honorarios del Gobierno, y unos pocos cientos de dólares más para Owens & Watson para proporcionar directores de nómina de ser necesario. Si quisiera comprar una empresa fantasma, dependiendo de la edad de esta, me costaría un poco más."Cuando se trata de lavado de dinero", dice Miguel Antonio Bernal, un prominente abogado local y analista político, "ofrecemos un servicio completo: enjuagado, lavado y secado".
Me imaginé que la mejor forma para hablar con Amunátegui era pasarme por allí casualmente, así que no llamé previamente. Cuando golpeé en la puerta de cristal de MF Corporate Services, un hombre con una tabla sujetapapeles, sentado en una silla azul ubicada al azar en el vestíbulo de la oficina, me hizo señas con la mano para que entrara. Una bolsa blanca de basura llena de documentos triturados se apoyaba en la puerta, y un mapa del mundo enmarcado colgaba de una pared. Había cuatro relojes sobre él que mostraban el tiempo en Las Vegas, Hong Kong, Suiza y Panamá.El hombre de la silla —que resultó ser un cerrajero— llamó a Amunátegui cuando pedí hablar con ella, y salió del cuarto trasero. Su rostro estaba salpicado de pecas, y llevaba el pelo largo y castaño recogido en un moño. Frunció el ceño suavemente y se negó a hablar cuando le dije que era un periodista interesado en los trabajos que MF Corporate Services realizaba para Báez.—Deme su nombre y veré si nuestro abogado puede hablar con usted —dijo.—¿El abogado de Mossack Fonseca? —pregunté.—No, el abogado de mi empresa —respondió ella, refiriéndose a MF Corporate Services—. Son independientes.Me quedé allí por un momento bajo el brillante resplandor de las luces del techo, tratando desesperadamente de encontrar una manera de mantener la conversación. Había tanto que todavía quería saber, y Amunátegui era lo más cerca que había llegado de poder hablar directamente con alguien realmente afiliado a Mossack Fonseca.Quería preguntarle sobre personas específicas presuntamente vinculadas a empresas fantasma constituidas por Mossack Fonseca, según el gobierno de Estados Unidos, expedientes judiciales, investigadores internacionales y mi propia investigación: Billy Rautenbach, presunto recaudador de Robert Mugabe, presidente vitalicio de Zimbabwe; Yulia Tymoshenko, ex primera ministra y oligarca ucraniana apodada "la princesa del gas"; Beny Steinmetz, un multimillonario israelí que presuntamente obtuvo una enorme concesión minera en Guinea pagando un soborno a una de las esposas del dictador asesino de este país a través de una empresa fantasma creada por Mossack. Incluso quería preguntarle acerca de los perfiles optimistas de Mossack Fonseca en Facebook y Twitter, en los que aparecen imágenes de los sonrientes beneficiarios, las donaciones caritativas de la empresa y algunos lugares comunes como el "me gusta" a Thomas Edison y Dr. Seuss ("¡Hoy tú eres tú! ¡Eso es más cierto que cierto!").Pero Amunátegui no diría una palabra después de anotar mi información de contacto. Prometió dársela a su abogado. Ni siquiera se molestó en acompañarme a la puerta, en vez de eso se metió en su oficina personal, se sentó en un escritorio salpicado con algunas carpetas y paquetes de FedEx, y cogió el teléfono. La oí hablar desde el pasillo, y aunque no pude entender lo que estaba diciendo, claramente estaba hablando de manera agitada, presumiblemente con el abogado de la compañía que antes me había mencionado (y de quien nunca volví a saber).La negativa de Amunátegui a responder a las preguntas fue frustrante, mas no sorprendente. Cuando se trabaja con Mossack Fonseca hay un montón de secretos sucios que mantener, así que tener la boca cerrada es quizás la parte más esencial de este trabajo.Ken Silverstein es reportero de First Look Media.Desde que Mossack Fonseca comenzó a ofrecer servicios hace más de una década, ha utilizado una firma local estrechamente vinculada llamada MF Corporate Services para registrar más de 1.000 empresas en Nevada.