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La tierra murió gritando

​​Calvicie dubaití

Sea que estés en el Burj Al Arab o en un hotel de mala muerte en Dubái, será mejor que no te laves mucho el pelo.

Ilustración por Ole Tillman.

Empieza igual para todos: primero, unos pocos pelos que terminan en el piso del baño; luego, una bola de pelos aparece una mañana en la almohada. Es tu segunda cálida bienvenida a Dubái, después de la arena que encuentras en lugares extraños: se te empieza a caer el cabello. Buscas en internet qué hacer, pero los anuncios de Google de trasplantes y regeneración de cabello son más populares que las respuestas. Te diriges a los foros de extranjeros. Lo llaman "el pelo de Dubái" y se lo atribuyen al agua, sea porque no está desalinizada o porque contiene sustancias introducidas como el calcio, que obstruye los poros, y el cloro, que es debilitante. Algunos sugieren remedios caseros como añadir cucharaditas de bicarbonato de sodio a tu champú y enjuagarte el cabello con agua embotellada. Otros recomiendan el Blu Ionic Power Filter, una ducha que anuncia que "elimina hasta el 90% del cloro, cloraminas y otros químicos dañinos". Los usuarios del foro se consuelan con las anécdotas: la alopecia espontánea se alivia con el tiempo, cuando la producción de sebo se adapta (también parece que el cabello empieza a salir más delgado, y se dice que el estrés es otro factor de caída). "Son varias cosas, incluyendo la humedad, nuestros ajetreados estilos de vida y el bajo valor nutricional de la comida", explicó Mike Ryan, tricólogo y "Doctor del Cabello de Dubái" al periódico The National. Pero ya que los trasplantes de cabello cuestan desde 5.445 dólares y los divorcios otros 2.180 (sin incluir abogados), a uno se le sugiere que haga lo que los árabes: usarla larga y que que caiga detrás del hombro. La kufiyya, quieren decir.