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Cultură

'Muchas de las tiras que hago no las entiendo': me senté a parchar un rato con Liniers

Liniers estuvo dando una charla en el Festival de creatividad El Dorado.

Ricardo Siri Liniers es un tipo con gracia: alto, robusto ––aunque no tanto––, dueño una barba protuberante y una gran sonrisa que, apenas se activa, ilumina un cuarto entero. Inocencia, ternura, política, arte. Esos son sus temas. Los amigos imaginarios de Liniers son varios: una pequeña que le recuerda su infancia llamada Enriqueta, un gato al que llama Fellini y un osito de peluche llamado Madariaga que los acompaña. Vemos, además, un niño llamado Martín que habla constantemente con un monstruo imaginario azul, Olga. Siempre, también, varios pingüinos y muchos duendes. Todos ellos son famosos como obra. Pero el hombre detrás también los es: Liniers, como su firma. La podemos ver, por ejemplo, en la portada de la revista New Yorker fechada el 16 de marzo de 2015: dos hipsters caminando por las calles de Brooklyn, hombre y mujer, ambos con la indumentaria del caso y envueltos en una bufanda que es al mismo tiempo la frondosa barba de uno de ellos. Liniers, se lee abajo a la izquierda. Y en la historia detrás del dibujo, firmada por Mina Kaneko y Françoise Mouly para la misma revista, se cita al maestro: "¿Cómo muestras a un hipster? Bueno, él tiene que llevar un libro debajo del brazo, así que carga casualmente el "Infinite Jest" de David Foster Wallace. Le puse un sombrero, por supuesto. Tiene tatuajes, tatuajes irónicos, lo sabes aunque no puedas ver debajo de su chaqueta irónica. Ella está metida en el universo de la cultura y los libros. Ella cree estar haciendo algo sobre el cambio climático". Lo que más le gusta en el mundo, me cuenta, cuando lo visito en la Cámara de Comercio de Bogotá, evento en el cual es invitado al Festival El Dorado, que VICE Colombia ha estado cubriendo, es que le cuenten cuentos, que lo hagan partícipe de una historia. Eso le da pie para las suyas. Esa sencillez en describir lo que más le gusta se refleja en esa portada del New Yorker: un hipster usual cogido de la mano de una homóloga usual. Tranquilos, caminando, felices. Aprovechando su pasada por Bogotá, decidí abordarlo y charlar con él un rato sobre sus dibujos, sus pasiones y sus miedos.

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Liniers nació el 15 de noviembre de 1973 en Buenos Aires, Argentina, un año en el que —dice él— "se murieron los Pablos más importantes de la historia". Con su llegada al mundo, sus padres y familiares se convirtieron en una base intelectual que lo fueron llevando poco a poco y desde muy pequeño a lo que dice que es hoy: un lector y un cinéfilo empedernido que, aunque siempre tímido, hoy le toca pasar por lo contrario. "Mi papá a los 10 años me mostró el clásico de Woody Allen, Manhattan, de la cual me decía 'bueeh, pues tiene escenas raras, pero mírala igual', y mi tía me dio en mi cumpleaños de 11 años un libro de Kafka en el que un hombre estaba atado a un árbol y un cuervo le picoteaba los pies hasta que decide matarlo", me dice al momento de conocerme. Sigue: "si desde chico aprendés poco a poco con un tipo de cine como el de Woody Allen, de literatura como la de Mafalda y música como la de los Beatles, leerás Cortázar, verás Chaplin y apreciarás Picasso de grande". "Cuando fui creciendo me di cuenta de que ser dibujante fue 'una fuerza imparable', y poco a poco me fueron llamando periódicos por ilustraciones y dibujos para varios artículos", me dijo. En 2004, ya con 31 años y, según él, mucha incertidumbre, llega Macanudo. Y con Macanudo se volvió famoso. Pero la fama para él es insoportable. "Oigo mi nombre en todas partes, así no lo digan. La fama es sobredimensionada, me da vergüenza y es como decirme idiota. Cualquier artista tiene la necesidad de que lo quieran; ahora, si lo comparamos con un libro, sería El Perfume: la escena de la gente queriendo tanto a alguien que terminan matándolo. Eso para mí es la fama", me dijo.  A pesar de ser una serie de historietas que en principio aparecieron en un diario argentino, según Liniers su carrera sube un nuevo peldaño en el mundo del dibujo cuando publica por primera vez esa serie en un libro. Actualmente, tiene publicados más de 20 donde se recopilaron sus 3.600 historietas (Macanudo 1 al 10), además de dos libros para niños (Lo que hay antes que haya algo y Mamarracho) y uno sobre sus cuadernos de bocetos (Cuadernos). En ellos, su objetivo, me dice, siempre ha sido sorprender al lector: "En Macanudo hago muchas cosas que no son evidentes. Mucha gente que se enoja porque no encuentra el chiste, porque están buscando algo como si estuvieras leyendo novelas de Agatha Christie, en las que al final siempre te dicen el asesino, yo quiero sorprenderte a ti", afirma. Por ejemplo, cuando dibujó a Olga, el monstruo azul que representa la imaginación de un chico pequeño, Liniers no tenía la menor idea de lo que estaba haciendo: "un monstruo azul, rarísimo y ahora es el personaje que más quiere la gente. Hay muchas tiras mías que no entiendo pero lo curioso es que mucha gente en Facebook te las explica", se ríe. Por eso, cuando empezó su charla en Bogotá acerca de los trabajos creativos, siempre su lema es salirse de la línea, nunca hacer lo mismo y animarse siempre a lo que no se debería hacer. Por ahora, si se le pregunta por un final de sus historias, él pensaba que nunca iba a acabar Macanudo. Ahora piensa distinto: "a veces pienso que es mejor darle un final digno a las cosas, sin tanta repetición, como hizo Quino con Mafalda… pero por ahora no va a pasar", me dice.

***El Festival El Dorado es un evento creativo que se ha llevado a cabo desde 2012 que volvió a Bogotá para brindarle a los colombianos conferencias y talleres en torno a industrias como el marketing, eladvertsing, el diseño, la arquitectura, la innovación, el cine y la música a partir del pasado 18 de noviembre hasta el 22.