Imágenes de la "ciudad de enanos" en Brasil
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Imágenes de la "ciudad de enanos" en Brasil

La fotógrafa brasileña Luisa Dorr explora la vida de estos personajes en la ciudad de Itabaianinha.

María perdió a sus padres cuando tenía solo siete años. Para poder mantener a su familia, ella y sus hermanos trabajaron día y noche en una plantación de maíz ubicada a las afueras de Itabaianinha, una ciudad brasilera perteneciente al estado de Sergipe. María nunca creció más de un metro.

La fotógrafa brasilera Luisa Dorr, explica que Itabaianinha a veces es llamada "la ciudad de los enanos" por la inusual estatura que tienen muchos de sus ciudadanos adultos: no miden más de 1.45 metros. Esta ciudad de 40.000 habitantes tiene entre 70 y 150 enanos —ellos prefieren que los llamen así a que les digan personas pequeñas— lo que significa que uno de cada 266 residentes son de baja estatura. (Para que entiendan la dimensión, el resto de Brasil solo tiene un enano por cada 10.000 personas de tamaño promedio).

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Inicialmente, la fotoperiodista —que pasó tres días conociendo a los enanos de Itabaianinha— tuvo problemas expresando sus intenciones a la comunidad. Asumieron que, como muchos otros, ella era una productora buscando el éxito en la comedia televisiva. Algunos le pidieron plata a cambio de ser fotografiados. Y aunque normalmente Dorr no se opone a pagarle a sus modelos, decidió no hacerlo en esta ocasión.

Después de solo unas cuantas horas en la ciudad, la fotógrafa hizo conexiones. Se hizo amiga de un enano al comprarle un perro caliente de su tienda; esto terminó entablando una conversación. Encontró en Facebook a un hombre llamado Sergio, y él y sus amigos le mostraron el lugar y la invitaron a un partido local de fútbol donde los jugadores eran enanos.

Dorr visitó Itabaianinha en marzo del año pasado, un mes donde el calor es asfixiante. Esto le permitió ver todo el trabajo que estas familias tienen que realizar. Aunque pueden ajustar sus carros y casas a su tamaño, los enanos tienen los mismos trabajos que cualquier otra persona.

El tipo de enanismo que tiene la mayoría de la gente en Itabaianinha no es muy común en el resto del mundo; ellos comparten una mutación genética que los hace más bajitos, pero con las mismas proporciones que tienen las personas de estatura promedio.

La fotógrafa conoció enanos que se sentían seguros y cómodos con su estatura. Ese era el caso de María. Se sentía segura con su tamaño y no quería ser más alta. Sin embargo, la población de enanos en Itabaianinha está disminuyendo, debido al incremento de matrimonios con gente de una altura promedio. La mayoría de los enanos que quedan son de un rango de edad avanzado.

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Cuando Dorr estuvo allá, prometió compartir sus fotos con las personas que conoció en toda su visita. "Es una zona pobre de Brasil", dice, "Muchas de estas personas nunca han podido imprimir sus fotografías".

Hace unos meses Dorr se enteró de que María había muerto a los 101 años. "Es una familia sencilla con una historia muy bonita. Aunque trabajaron duro toda su vida, eran felices y agradecidos", escribe la fotógrafa.

Valerio Fonseca Melo, 65 años. Jubilado, pero solía ser agricultor y jugador de fútbol.

Beatriz Nascimento da Cruz, 75 años. Es dueña de un mercado en Itabaianinha donde vende dulces, helado, agua y otras cosas. Su hermano, Joao Nascimento da Cruz, de 71 años, tenía un bar pero ya está retirado. Beatriz es virgen —dice que nunca tuvo un novio y que en su época los enanos no se casaban— y continúa con la tradición hasta el día de hoy. 

Fransico Jose dos Santos, conocido como Dodinha, tiene 91 años y es el enano más viejo en Itabaianinha. Hace dos años, Dodinha tuvo una mala experiencia cuando casi se muere intentando montar su caballo. Eso sí, su pasión por estos animales sigue intacta. 

Juvencia Maria de Melo, 65 años. Trabajó en una finca hasta los 62 años, recogiendo limones y naranjas.

Jugadores de fútbol de Itabaianinha.

Manuel, 18 años.

Maria das Piaba, tenía 101 años en esta foto. Murió el año pasado. Perdió a sus padres a los siete años, y su casa fue construida gracias a pequeñas donaciones hechas por residentes locales. Siembran frijoles en la finca de la familia. 

Cruz Juárez, de 52 años de edad, ha luchado con el alcoholismo y dejó de tomar hace tres meses, después de haber tenido un accidente que lo dejó en coma por tres días.

Joaldo, de 26 años, con su novia.