A 20 años de la publicación de 'Alta Suciedad' de Andrés Calamaro:  LA BESTIA POP
Arte de portada de 'Alta Suciedad'

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Música

A 20 años de la publicación de 'Alta Suciedad' de Andrés Calamaro: LA BESTIA POP

El emblemático álbum del Salmón: 'Alta Suciedad', cumple dos décadas. Recordamos un disco repleto de éxitos, como uno de los símbolos de esa época A.G. (Antes de Google).

Para hablar sobre este disco había que hacerlo así. Como un ritual dormido pero que se despabila rápido, no había otro modo de hacerlo. Había que ir a una de esas viejas tiendas de discos, esas que quedan como una ironía del tiempo, atendidas por viejos un poco agrios, que si te ven llegar desconfían desde atrás del mostrador.

Había que dejar la notebook apagada y apretar Play en el viejo equipo de audio. Sentirle el olor a nuevo y ponerse a leer el booklet con cuidado. Ver las canciones, las fotos, los músicos, los agradecimientos y seguir la letra palabra a palabra, mientras avanzan los tracks.

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En la TV pon Friends en mute (no vale por Netflix), y vive esa atmosfera noventera. Y ahí si, vuelves 20 años atrás y entenderás toda la grandeza de un disco que cambió la vida de Calamaro y de todo una generación para siempre.

Ese viejo, nuevo sonido anglosajón

El Salmón había sido en los 80 una de los grandes promesas del rock argentino desde su aparición en Los Abuelos de la Nada, pero con la disolución de la banda de Miguel Abuelo, su destino no fue el esperado. En su primera etapa como solista realizó 4 discos, todos amados por la crítica pero ignorados por gran parte del público.

A principios de la década del 90 se fue a España y formó junto a Ariel Roth la mítica agrupación Los Rodriguez. Y esa mezcla de furia española con un toque argentino lo reencontró con el éxito.

Pero algo le faltaba. Volver a su país por el éxito que se le había negado antes.

Elvis está vivo

Andrés, que ya era muy porteño para España y muy español para Argentina, tenia que reencontrarse con su esencia, lo que escuchaba y lo que más le gustaba. Así que decidió viajar a Estados unidos y armar una banda puramente con músicos que lo habían inspirado.

Con la producción de Joe Blaney, el argentino reunió un seleccionado de artistas, en su mayoría multi instrumentistas, quienes le dieron al disco un sonido único para la época. Hermosas canciones vestidas con una cadencia hipnótica. Eso fue lo que fue a buscar del otro lado del mundo, y eso fue lo que encontró. Un sonido que recordara a los grandes discos norteamericanos de la década de los 80, pero mezclado con poesía urbana que había recogido en sus años en España y Argentina.

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La batería quedó a cargo del neoyorquino Steve Jordan, un compositor, productor y director, quien supo acompañar a leyendas como Keith Richard y Erick Clapton. Los bajos se lo repartían entre Charley Drayton (ex Roling Stones y Bob Dylan, entre otros) y Chuck Rainey (músico especializado en jazz, que trabajó con Michael Jackson y Ringo Star). Las guitarras a cargo del músico de sesión Hugh McCracken, que tenia en su haber colaboraciones con Lennon y Paul McCartney. Como quien dice: se puso a zapar con los primeros que encontró.

El resultado de este trabajo vio la luz el 9 de septiembre de 1997, bajo la compañía Warner y significó el segundo CD más vendido de la historia del rock argentino (sólo superado por El amor después del Amor de Fito Páez).

Un trabajo de 14 canciones propias y un cover ("Catalina Bahía" del argentino Miguel Cantilo) que van del rock, pop, ranchera hasta el soul, para irrumpir en la escena latina a puros hits. 7 cortes de difusión y 3 videos lo transformaron en un éxito de ventas instantáneo.

Alta Suciedad

El disco abre con la poderosísima "Alta Suciedad". Los primeros segundos dan la impresión que estaremos en presencia de un disco de rock clásico "pero era una mentira, para robarte un tal vez". Una guitarra distorsionada, la poderosa batería de Jordan, un riff perfecto y un estribillo que se canta solo. El disco arranca con un tequilazo que te llega a la sien sin preámbulos.

Los noventa ya olían a podrido, y Calamaro escupe odio a una sociedad de apariencias que empieza a hacer agua por todos lados. "Estoy cansado de los que viene de amigos / y sólo quieren rellenarme el agujero. / Alta suciedad, (basura de la alta suciedad), / nos se puede confiar en nadie más".

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Como si fuera poco, esta canción resulta premonitoria. "Señor banquero: devuélvame el dinero, / Por ahora es lo único que quiero", cantaba sin saber que unos años después (diciembre del 2001), los argentinos perderían sus ahorros en manos de las entidades bancarias, en el tristemente celebre "Corralito financiero", que ahogó a la clase media en la peor crisis económica que se tenga memoria en el país.

Demasiado para un track inaugural de un disco que se quería parar desde el pop/rock descafeinado de la época, y demasiado grande para dejarlo escapar.

Si tomamos a Alta suciedad como el momento que dividió la carrera de Calamaro en dos (y creo que así debe ser) "Flaca" es la representación viva de ese momento. Es el segundo exacto en que Calamaro por fin deja ese lugar de campeón sin corona y se transforma en la representación vivía del concepto hit.

Desde la letra hasta la música, "Flaca" es, antes que nada, un poema popular, una tajada de belleza que une para siempre los conceptos de éxito con calidad, que no por nada al día de hoy tiene más de 75 millones de reproducciones en YouTube. Una canción que se para en la frontera del amor y el desamor. Un pedido de derrota digna con las maletas en la puerta, que pide a gritos quedarse con un lindo recuerdo cuando sólo puede quedar un lindo recuerdo.

"Entre 'No me olvides' / me dejé nuestros abriles olvidados; /En el fondo del placard / Del cuarto de invitados. / Eran tiempos dorados, un pasado mejor", hace un mea culpa el autor, quizá jugándose la última carta para recuperarla a pesar de.

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La canción "Media Verónica" aparece primero en un CD tributo a las víctimas de la tragedia de Chiapas en 1996 y su éxito le dio un lugar en este álbum. Es quizá la canción más redonda de un disco que cierra por todos lados. Un tema que trasmite una melancolía extrema que se clava como un puñal en las tripas.

Acá abandona un poco ese "orden anglo" que tiene la placa y su piano inunda el aire de un dulce dolor tanguero que le da un desarreglo imprescindible. "Media Verónica" es una adolescente que pasa por los desamores como lo tiene que pasar cualquier adolescente que se aprecie como tal: dejando la vida en ello.

La bipolaridad, el dolor, la euforia restringida y unas ganas ocultas pero latentes de ser feliz, hacen que en el fondo tengamos fe por esta chica que hoy, 2 décadas después, debe tener marido, arrugas, perros y una hija adolescente que cree que no la entiende.

"Crímenes Perfectos" es la prueba perfecta de que se puede llegar al corazón de una mujer hablándole de otra (siempre que te haya ido mal). El marketing de la derrota siempre rindió y cualquier tipo que no tenga el levante de Maluma, lo usó.

Y si hay que recurrir a un golpe de Estado se recurre: "Me parece que soy de la quinta / que vio el mundial 78; / me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor". Aunque suene muy bajo, todo vale por conseguir el amor de una mujer o una canción inolvidable.

"Todos lo demás", "Donde nada marinero", "El tercio de los sueños" y "Me arde" son sólo algunos de los clásicos que completan esta placa discográfica que marcó el ingreso del Salmón a la mesa chica de los grandes del rock en el idioma.

Por momentos, usa abriles para referirse a la primavera como buen europeo. Por momentos usa lunfardo como buen porteño. Por momentos es un músico más de Memphis. Por momentos es un hombre de mundo. Y por momentos es sólo un hombre que extraña.

De esa mezcla unida a su poesía argento-sajona el Salmón dejó su sello para siempre grabado en un trabajo inolvidable. Que 20 años después aún resuena en el alma de una generación y EN TODO LO DEMÁS TAMBIÉN.

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