Foto de la foto: Gala Galeano.Como están tan de moda los vinilos, podría aprovechar este espacio para fingir que encontré la música del gran Enrique Diaz a través de la búsqueda incansable y rigurosa de sus discos. Pero estaría mintiendo: el encuentro con su voz carrasposa y su acordeón salvaje ocurrió a través del vulgar disco de Mp3 llamado Lo mejor de la cumbia, que tenía por carátula a una modelo en bikini ataviada con un gorro de navidad y un acordeón. De entre los cientos de cumbias y vallenatos de esta ecléctica colección –que incluía a artistas clásicos como Abel Antonio Villa, Alfredo Gutiérrez o el mágico Andrés Landero– emergió la música de Díaz: cruda, extraña, como si emanara de ella el polvo de las trochas de Bolívar y Córdoba o el calor del mediodía de una jornada de campo.El disco me lo regaló un viejo amigo de mi padre que vive en Manizales, familiar del legendario Juancho Polo Valencia, aficionado al vallenato y con quien, además, nos empujamos varios rones oyendo las canciones. Esa noche, con la música de Enrique Díaz en los oídos, atravesé el alto de la línea en dirección a Bogotá. Como nunca he podido dormir bien en los buses interdepartamentales, alcancé la madrugada en la carretera oyendo muchos de los versos suyos que aún me taladran la cabeza –algunos nocturnos, oscuros, casi fantasmagóricos–:“Luciérnagas me alumbran de noche, caminando (…) Tu sombra me sigue a donde voy”.Se dice que Díaz editó más de 51 discos y que vivió la mayor parte de su vida en Planeta Rica, Córdoba. Cuenta [en entrevista con el también fallecido Ernesto McCausland](http://En entrevista con Ernesto McCausland: https://www.youtube.com/watch?v=IUh2Kq8czlQ), gran difusor del legado de los juglares vallenatos, que no le gustaban las labores del campo y que prefería vivir humildemente, con las regalías de su música, en el casco urbano del pueblo. Fue elegido Rey Sabanero del Acordeón en Sincelejo en 1986 y la canción “La Caja Negra”, del compositor Rafael Valencia, fue sin duda alguna el más grande los éxitos que llegó a interpretar.“El hombre que trabaja y bebe, déjenlo gozar la vida porque eso es lo que se lleva, si tarde o temprano muere".Comparado habitualmente con el legendario Alejandro Durán, con la muerte de Díaz el jueves 18 de septiembre a los 69 años, se va cerrando el ciclo de una era del vallenato que las nuevas tendencias hacen ver cada vez más lejanas y que en el centro del país desconocemos casi totalmente.Sin haber nunca utilizado las orquestaciones pomposas del estilo moderno, sin cantar afectadas y artificiales rimas amorosas y sobre todo, sin haber recurrido a artimañas como vestirse de paramilitar en las carátulas de sus discos –a la manera de ciertos Silvestres cantantes de la actualidad–, Díaz nos recuerda que hay maneras honestas, directas y profundas de cantar y de tocar el acordeón. Qué hay formas de ver la vida y la muerte que son universales y que aparecen al desnudo en muchas de las músicas populares de Colombia. Que por más que le cantemos a la fiesta y a la bebida, como a bien tuvo este juglar, todos eventualmente y sin importar nuestras circunstancias en la vida, escucharemos a lo lejos un galope certero y definitivo: el de la muerte misma.Su gran invitación es, pues, a que disfrutemos y festejemos antes de pasar el gran umbral.“La muerte viene a caballo, allá se oye galopando, quiero que llegue a mi rancho, allí la estoy esperando”.…Andrés Gualdrón es el jefe de los Animales Blancos y la noche de viernes 19 de septiembre celebra doble lanzamiento: por un lado, estrena el video de su canción "Braulio", y por otro, anuncia su primera gira por Argentina para finales de este mes. La fiestita será en Locus, Calle 69 # 11a - 27 en Bogotá, a las 10:30 p.m.. El aporte de 10 luquitas por cabeza. Más info acá.
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