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Música

Rock al Parque: Suicidal Tendencies tu papá

Bogotá en pie de lucha, unida bajo un solo coro: "¡You can't bring me down!". Un cierre histórico para un festival histórico.

“Cyco Vision” fue la banda sonora de una wall of death inaudita, de miles y miles de almas dándose pata y puño, con la que Suicidal Tendencies cerró la edición 22 de Rock al Parque anoche, 4 de julio.

Energía, unidad, perseverancia, ese es el mensaje con el que Mike Muir se subió al Escenario Plaza junto a una formación dorada coronada en la batería por el gran Dave Lombardo, general vitalicio de Slayer. Desde principios de los 80 esta banda se ha consolidado como una de las más influyentes de la música extrema. Con un sonido que se pasea entre el hardcore y el metal, Suicidal Tendencies logró llegarle a todos los amantes de la distorsión, incluso a los puristas más tercos, para formar una gran familia. Trece discos certifican el legado de esta banda amante de las patinetas, la crítica social, las reflexiones existenciales y el pogo. Firme contra los enemigos internos, contra el sistema que nos dice lo que sí y lo que no podemos hacer, y contra la sociedad opresora y prejuiciosa que opaca nuestra libertad, ST es una banda que siempre está firme, con actitud guerrera, militante, no en vano su uniforme negro de combate. Tal vez, esa es la razón por la que rockeros de vieja y nueva escuela, de esta y de la otra bandera, se juntaron para gritar al unísono y alzar los puños como una hermandad en un desenfrenado baile de sudor y sangre.

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Dave Lombardo lo dijo: “Este es el pogo más grande que he visto en mi carrera”. Es que solo un grupo con el impecable sonido y la enérgica actitud de Suicidal puede mover a la gente de esa forma. Desde que iniciaron la presentación con “You Cant Bring Me Down” hasta el cierre, con una versión 50 veces más rápida de “Institutionalized”, el Parque no paró de temblar. Vale la pena recalcar que Mike tiene 53 años y le mostró a todo los jovencitos imberbes cómo se vive la actitud hardcore. Lo suyo era un absoluto trance, una danza absolutamente primitiva. El hombre corría por todo el escenario, saltaba, bailaba y cantaba como cuando tenía 19, con una calidez impresionante, como si estuviera en un oscuro y maloliente bar cantado frente a diez personas.

Sin duda, la recarga energética, el espíritu de unidad y la enseñanza de siempre seguir luchando si importar cuántas se caiga, todo aquello que Suicidal le regaló anoche a Bogotá es justo lo que esta ciudad fracturada y llena de incertidumbre necesitaba. Un desfogue. Un exorcismo. Resucitarnos. Porque como dice Suicidal: "la fiesta muere pero el cuerpo resucita". Bogotá en pie de lucha, unida bajo un solo coro: "¡You can't bring me down!"