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Una tarde con los cerebros detrás de La Pulla de El Espectador

Después del segundo episodio, que tiene casi 10 millones de vistas, no hubo marcha atrás. Hoy los cinco ganan un Simón Bolívar.

De izquierda a derecha: Juan Carlos Rincón, Daniel Salgar, María Paulina Baena, Santiago La Rotta y Juan David Torres. //

Escribir sobre los miembros que conforman el exitoso formato de La Pulla que transmite El Espectador no es fácil. Podría decir que Juan Carlos Rincón, coordinador de Opinión del diario y a quien se le ocurrió la idea a finales del año pasado, es tímido y se sonroja cuando habla; o que Santiago La Rotta, redactor de Tecnología, es mordaz y destila solamente palabras de humor negro; o que Daniel Salgar, editor de Colombia 2020, una iniciativa de paz del diario, es hiperactivo y se pone serio con la misma facilidad que suelta una carcajada; o que Juan David Torres, redactor de la sección Internacional, es callado y a veces escupe un par de palabras sensatas seguidas de otras dos llenas de rabia; o que María Paulina Baena, la que sale en pantalla, redactora de la sección Vivir, es chistosa y da abrazos en lugar de estrechar la mano.

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Es difícil porque yo ya sabía todo de antemano. Eso parecen a primera vista, pero así son desde hace mucho. Y como no es fácil escribir sobre ellos, tampoco lo fue entrevistarlos: ¿cómo hace uno para abordar a personas que ya conoce, con las que uno ha tomado trago y hablado idioteces? ¿Y qué decirle a los lectores? ¿Eso? ¿Que uno ya los conocía? O de pronto arrancar de una, tratando de callar al fantasma que dice: "este es un artículo sobre unos amigos suyos". Y eso de entrevistar otros periodistas es raro también: ¿será muy idiota mi pregunta? ¿Estos manes ya habrán hablado mil veces de lo mismo y me ven como un colega que no supo hacer su tarea? ¿No me lo dicen porque me conocen?

Hay hechos verificables, al menos. El canal de La Pulla en Youtube tiene 100.000 suscriptores, 30.000 más que los de El Espectador. El primer video, el de perseguidos políticos, está fechado el 17 de marzo de 2016 y tuvo al primerazo un millón de vistas. Tal vez más (hoy está en dos millones seiscientas). Gustó. Pero también "no gustó". Hubo gente, como Juan Esteban Lewin, de La Silla Vacía, a la que no le agradó el tono: mucha queja una tras otra, mucha cantaleta junta en apenas dos minutos.

––Con el primero yo dije "la puta madre" ––cuenta Juan David Torres––. Era algo a lo que ninguno de nosotros se había enfrentado: una marejada de comentarios que venían de todo lado, que no sabíamos emocionalmente cómo manejar. El primer choque fue: mucha gente está viendo este trabajo. Y a mucha gente le gusta. Y a mucha gente no le gusta. ¿Qué hacemos para mejorar? ¿Respondemos? ¿No respondemos?

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––Yo cometí el error ––interrumpe Juan Carlos Rincón–– de responder todos los comentarios por Twitter.

––Sí, eso lo dejamos de hacer ––le responde Torres––. Al final comprendimos y nos pusimos de acuerdo: al que le guste bien, al que no, de malas. Todos estábamos atosigados de comentarios, de lo que decía la gente. No sabíamos qué hacer. Fue una confusión total.

El segundo video, el del apagón, tuvo unas cinco millones de vistas al primer totazo (al día de hoy tiene nueve) y también obtuvo una respuesta directa de Presidencia de la República: La Contrapulla, una idea que, como todas esas reacciones "jóvenes" que vienen del poder ––los memes defendiendo la venta de Isagén son otro ejemplo––, fue impostada y patética. Pero respuesta de Presidencia, al fin y al cabo. Y todo lo que eso significa para un periodista.

Ahí ya nada fue lo mismo. Vino después lo que sabemos: una Pulla periódica, entrevistas en radio, en prensa, menciones de Daniel Samper Ospina, videos con Daniel Samper Ospina, charlas TED, premio Simón Bolívar de Periodismo.

––El del apagón le puso una presión extra porque… Te están viendo. Cualquier resbaloncito, por mínimo que sea, va a ser munición. A mí me dio mucha gratificación, muchísima sorpresa, pero, sobre todo, miedo. Nosotros mamamos gallo y todo, pero pues sabemos que esto no es ningún juego ––dice Santiago La Rotta.

***

Del año corto que llevan con La Pulla, me dicen, no ha habido choques entre ellos. Del año corto que llevan, me dicen, Fidel Cano, el director del periódico, los ha respaldado así a veces sus opiniones sean contrarias a las del guion, que lee antes de que ellos empiecen a grabar. Del año corto que llevan, me dicen, por ahí tres guiones no han visto la luz porque el tema perdió relevancia. Del año corto que llevan, me dicen, sólo le ponen cuidado a las críticas de fondo: si acaso una vez a la del tono, que decidieron bajar en un episodio porque las quejas sumaban ya cientos. Del año corto que llevan, me dicen, el guion lo propone quien más sabe del tema, luego esa persona lo escribe, y después los otros lo destrozan, lo rehacen.

Esa labor les pasa dos días de factura. Puro tiempo libre. El que queda de los afanes en una sala de redacción que publica un periódico al día.

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––¿Cuánto tiempo se demoran en conjunto, trabajando todos sobre el guion final? ––pregunta Daniela, la fotógrafa.

–– En el momento en que nos sentamos todos frente al computador, nos demoramos cuatro horas ––le responde Daniel Salgar.

––Y a veces esas cuatro horas ––completa Juan Carlos–– se nos van en una frase. En el de los homosexuales, una frase, ¡una frase!, nos tomó tres horas saber si se podía simplificar.

––Además lo probamos con alguien de la redacción y no entendió… Tocó borrarla ––finaliza Santiago.

Todos ríen de ese apunte.

Se desconcentran.

Se van yendo al interior del colectivo.

Del año que llevan, me dicen ––pero hasta ahí––, La Pulla ha sido controversial afuera y adentro. En una ocasión especial, me dicen, hubo un escozor en la empresa misma.

No es usual, pienso yo, que un grupo de periodistas, empleados de un diario, que escriben de otras cosas, tomen el rol de un líder de opinión. No se lee igual #HolaSoyDanny que La Pulla. Es raro: ellos, los cinco, son juntos un solo líder de opinión, representado en pantalla por María Paulina Baena, y ligados íntimamente (los derechos son del medio) con El Espectador.

El producto se lee como tal. En el episodio de "Ordóñez presidente" uno puede ver a varios periodistas de El Espectador acompañando a María Paulina y diciendo esa frase una y otra vez en forma de parodia. Arengando como ella, siendo ella la líder. Esa pregunta ––¿La Pulla es de El Espectador, lo representa?–– fue persistente al principio.

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Sus miembros dicen que se trata de una columna de opinión que tienen entre los cinco. Pero que el medio tiene los derechos. En fin.

––Nosotros de todas formas estamos alejados de esas fuentes [del tema que cubren como periodistas: ninguno trabaja en la sección Política] ––dice María Paulina.

––Igual La Pulla nos ha enseñado que los periodistas también podemos opinar ––completa Salgar.

***

Era noviembre de 2015. Mejor lo cuenta Juan Carlos Rincón que yo.

—La idea la tenía desde hace rato. Siempre había querido hacer una videocolumna y jugar un poco con opinión. Me había inspirado en youtubers, en humor gringo. Yo consumía mucho programas como el de Jon Oliver o Jon Stewart. Esa fue mi educación política durante la universidad [Juan es abogado de la Universidad de los Andes]. Todo con una salvedad: yo no era chistoso. Cuando llegué a El Espectador pensé que de pronto me dejaban hacer eso. Quería igual conformar el equipo con gente con la que sentía empatía. Muchas personas me hablaron pero con ellas no la sentía. Con Salgar y Juan David era vecino de puestos, entonces fue fácil. Santiago fue otro de los pocos con los que hablé y empezamos a conversar. Hablamos y me di cuenta de que teníamos afinidades ideológicas, que eran inteligentes, que tenían perspectivas que podían servir.

Luego pasó tiempo.

En febrero, cuando estaba en furor todo el escándalo de la Policía, me acuerdo que yo estaba escribiendo el editorial, y quedé tan verraco que dije "voy a escribir un guion de cómo sería el piloto". Se los mandé a ellos, lo miraron, les gustó, y ahí fue cuando dijimos, bueno, mostrémoselo a Fidel. Fidel estaba sediento de proyectos de ese estilo y dijo "está chévere".

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––¿El tono era más fuerte que el del editorial? ––lo interrumpo.

—Sí, claro. La idea desde el principio es que fuera muy ácido. No sé si se los dije en ese entonces —mira a los demás—, pero yo sabía que no éramos chistosos, que teníamos que compensar con agudeza. A Fidel le gustó la idea. Lo primero que le dije fue que sería chévere que eso fuera un editorial para gente joven. No obstante, ahí había un problema y es que el editorial, como la representación del periódico, pues es complicado venderlo como algo que hace un grupo de periodistas con opiniones más fuertes. Pero sí surgió con la idea de que siguiera al menos las mismas líneas.

Fidel lo aprobó. Ahí fue cuando necesitábamos a alguien para presentarlo. De hecho pensamos que alguno de nosotros, pero la idea no caló mucho.

––Por razones obvias ––dice Santiago.

Además, con total honestidad, cargaba la idea de que sería mejor que fuera una mujer. Mandamos el guion, hicimos el casting abierto, y María Paulina ganó.

***

Hay algo transversal a todo el proyecto, pienso: La Pulla es sencilla. Como sencillo es su nombre ––acá pueden ver el origen–– y sencilla su producción: una persona con un micrófono al frente. Más fácil que **Jaime **Bayly o Jon Oliver. Directo, corto, sin arandelas de ningún tipo. Tal vez esa sea la razón de su apabullante éxito: se entiende, es corta, se defiende sola. Todo fue capitalizado: un coctel de 120 segundos a la semana. El formato se puede calcar: Presidencia lo hizo, la Alcaldía de Bogotá lo hace, una serie de la revista Shock se llama hoy en día "La Peye".

El formato, como lo aclaró Juan Carlos Rincón, es una herencia de lo que el humor político gringo ha hecho por años: alguien hablando ante una audiencia que quiere oír quejas agudas sobre política, sobre políticos. La sencillez tiene su valor y su recompensa. Es indignación pura y dura.

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Hacen falta más episodios, me dicen. A la izquierda, de pronto. Al tono mismo de La Pulla, tal vez.

––Hay algo que hacen los gringos que es la crítica a otros medios… ––dice Juan Carlos Rincón ––esa no la hemos hecho.

––A VICE, hagámosle una a VICE ––le responde Daniel Salgar y luego estalla en risas.

Ya que están en esas, le pregunto a cada uno cuál le gustaría hacer personalmente, por encima de la colectividad.

Esto me dijeron por separado:

"Una en la que yo siempre he pensado, pero no sé qué impacto tenga, es la de (Nicolás) Maduro". Daniel Salgar.

"Yo se la haría a una pareja celestial. A César y a Gloria Castellanos, los pastores de la Misión Carismática Internacional. Porque han sido los adalides del No, primero, y segundo, porque son los que han bendecido a Uribe desde la primera campaña presidencial". Juan David Torres.

"A Vargas Lleras". Santiago La Rotta. Los demás rieron con su respuesta.

"A Petro". Juan Carlos Rincón.

"Una Pulla interna. A toda la redacción". María Paulina Baena.

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