La manzana ha estado presente desde nuestro nacimiento como especie y llevamos miles de años beneficiándonos de su generosidad como alimento. Si no fuera por su sensualidad estética, por ser el fruto del Conocimiento, nunca hubieran expulsado a Adán y Eva del paraíso y no seríamos los seres pecaminosos, libres y agraciados que somos.Esta fruta y sus diferentes maneras de ingerirla están tan insertadas dentro de nuestra psiquis comunal que resulta casi imposible cambiar alguna de estas prácticas. Es decir: ¿qué pasaría si le dijéramos que se ha estado comiendo la manzana como no es y que no la está aprovechando en su totalidad? Nos mandaría a comer mierda, seguramente. Y está bien, a nadie le gusta que le digan que ha estado haciendo mal algo tan básico durante toda la vida.
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Qué cagada: échele la culpa a nuestra cultura despilfarradora y conformista.Pero no se preocupe, siempre hay tiempo para aprender y aquí le vamos a enseñar algo que, como lo han descrito algunas personas que hay a mí alrededor, "cambia la vida". Si esto no le genera un antes y un después en su existir es simplemente porque no le gusta la manzana.He aquí unos pasos sencillos y reveladores de cómo se debe comer el fruto prohibido. Agarre una manzana, deje el escepticismo y dele una pruebita.Toda nuestra vida hemos propiciado el primer mordisco por un costado. Pero para esta ocasión, deje el afán, admire el delicioso fruto que se va a comer y voltéelo. Es raro verla desde abajo y sabemos que los pelitos verdes que le salen de lo que parece un orto disuaden ligeramente, pero tranquilo: muerda con los ojos cerrados y con ganas.Se dará cuenta que sabe igual de rico y va a estar emocionado por estar comiéndose algo tan común de una manera tan diferente.
Coja la manzana y póngala de cabeza
Siga mordiendo sin mente y en la misma dirección
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Mientras su paladar degusta la manzana de abajo hacia arriba, el sabroso contorno acapara el sabor amargo del centro, disfrazando esa parte que todos odiamos y que siempre nos deja encartados al final de las onces.
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A la izquierda: el resultado de la monotonía. A la derecha: la revolución.