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Identidad

Bonito y todo, pero el papa todavía no se compromete con la comunidad LGBTI

ANÁLISIS | Muchos consideran que se trata de un acercamiento de la religión a esta comunidad, pero otros ven medios pasos, ven que faltan puentes materiales más allá de las palabras.
Collage por Mateo Rueda. 

Desde su elección en 2013 como el sumo Pontífice, el Papa Francisco ha sido considerado a grandes rasgos como el más progresista y liberal de la historia del Vaticano. Véanlo en su gira por Colombia: solo hay amor para él.

Tiene, aparte, una serie de características que, irrefutablemente —porque son hechos—, lo hacen único en su clase. Es argentino, es decir, se trata del primer Papa proveniente de América, el primero hispanohablante. También es el primer jesuita. Desde que lo eligieron ha sorprendido a más de uno y muy probablemente ha dado la imagen de que la Iglesia Católica no discrimina, sino, al contrario, se trata de una congregación de puertas abiertas y gente amable.

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Una de las más polémicas posturas que adoptó, y de la que muchos medios se apropiaron para poder decir que se trataba del papa más liberal de todos los tiempos, es su opinión frente a la comunidad LGBTI. Su frase completa fue: "creo que la Iglesia no sólo debe pedir disculpas a una persona homosexual que ofendió, sino que hay que pedir perdón a los pobres, a las mujeres que han sido explotadas, a los niños obligados a trabajar, pedir perdón por haber bendecido tantas armas". A la que se añadió su postura "¿Quién soy yo para juzgar?".

Desde esta intervención, dicha por Francisco en 2012, medios de comunicación, políticos y creyentes se juntaron para alabar (y criticar) este acercamiento y, en algunos casos, para celebrar una postura tan novedosa.

Sin embargo, esto también ha hecho reflexionar a académicos, periodistas y activistas sobre las palabras que rodeaban el discurso de Francisco, sobre todo el que tiene frente a la comunidad LGBTI.

La conversión: de cura homofóbico a experto en marketing liberal

Para Ana Müler, por ejemplo, antes de convertirse en Francisco, en papa, Jorge Bergoglio fue un "actor polémico y muy posicionado frente a los gobiernos de kirchneristas" en Argentina. Según su testimonio, publicado en el portal Cerosetenta, "esto se debe a la necesidad de la iglesia de garantizar un período de paz de los escándalos de la Iglesia, un periodo sin grandes movimientos y divisiones".

Müller afirma que las posturas del actual Pontífice se alejan mucho de esas que tenía cuando solo era cardenal, pues eran, dice, posturas conservadoras que parecía que no iban a cambiar: en 2010, según la periodista, Bergoglio se opuso fuertemente al matrimonio homosexual. Todo lo que es el papa hoy en día, continúa Müller, se puede resumir en una frase de los argentinos más conservadores: "–No sé qué le hicieron al papa… él no era así… se está volviendo loco, dice cualquier cosa, ahora defiende a los gays, va a Cuba…".

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En su última emisión, La Pulla de El Espectador reconoció la labor del papa como simbólica, sin dejar de decir en el video publicado el pasado miércoles, que se trata de "un político ni el verraco". Un Papa sobre todo rebelde y revolucionario que está en todo, comenta sobre todo, habla de los tabúes sin miedo y deja boquiabierto a más de un conservador religioso con el fin de atenuar el tono de la iglesia y acercar a más de un previamente discriminado por ella.

Lo que queda claro es que el Papa Francisco, el que consideramos el único que ha logrado juntar discursos que parecen opuestos, es un estratega, un rey del marketing, como dijo María Paulina Baena en el video.


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Esto último, lo simbólico, es decir, hablar de los temas con los sustantivos correctos puede ser criticado por otros. De hecho, un mes antes de llegara Francisco a Colombia, el escritor Giuseppe Caputo escribió una columna llamada "Francisco y el arcoíris" publicada en Semana. En ella, se pregunta sobre el significado de las declaraciones relacionadas a la comunidad LGBTI, cuestionando su significado.

En su crítica, Caputo se opone en primer lugar a la facilidad con que los medios leen una sola parte de este mensaje dependiendo de lo que se quiera mostrar, en este caso: "La iglesia debe pedir perdón a los gays, y, en segundo, critica el hecho de que, más allá de decir frases que gusten a los que se han sentido perseguidos por la iglesia, no se ha hecho mucho más por parte de la institución".

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El escritor critica lo que implica perdonar, lo que implica echarse encima y al hombro la responsabilidad que conlleva todos esos años de persecución a los homosexuales, cosa que no ha pasado aún. Caputo dice que se trata de una "suavización del discurso de la iglesia católica" que ayuda de manera sutil a estas poblaciones —por lo que se ha tildado a Francisco como "el papa clemente"— pero que todavía es insuficiente en su actuar.

Para Alejandro Lanz, activista y miembro de la comunidad LGBTI, fundador de Temblores ONG, con estas declaraciones se está empezando un proceso interno de transformación de la Iglesia católica, en las que se ha visto una movilización del discurso hacia uno un poco menos retrógrado. "Cosas como facultar a los curas para perdonar a las mujeres que hayan abortado, decir que no juzguen a los homosexuales públicamente o que la iglesia debe pedir perdón a los gays es algo que nunca antes se había oído en palabras de un Papa de los de antes", me dijo.

Pero lo que le preocupa es que esta transformación de la concepción de estos temas no se haga dentro de las mismas iglesias. "Los curas del mundo y los pastores y las personas que representan la iglesia católica en los distintos países siguen condenando a las personas LGBTI y siguen siendo una fuerza movilizadora potente y constante en cada una de las misas que emprenden", afirma. De esta manera, para Lanz, estas declaraciones son simbólicamente importantes para "la tal llamada aceptación de nuestra identidad u orientación" pero no necesariamente contribuyen per ce a la protección de sus derechos.

Esto mismo se pregunta el activista Mauricio Albarracín en su columna "¿Es posible construir un puente entre la Iglesia católica y las personas LGBTI?" publicada hace dos días en El Espectador, en la que complementa las palabras de Francisco con un libro publicado por el sacerdote jesuita James Martin que sigue esta misma línea. En este, propone que deberían ponerse en práctica las acciones del Catecismo que dice que las personas LGBTI deben ser acogidas con respeto, compasión y sensibilidad (delicadeza en la versión en español del Catecismo).

Eso significaría, según Albarracín refiriéndose a las afirmaciones de Martin, que la iglesia debe reconocer, y también ser compasiva y brindar ayuda a esta comunidad dejando de lado cualquier tipo de discriminación frente a esta. Como también significaría que la comunidad LGBTI debe tener la misma actitud frente a la iglesia. A lo que Albarracín concluye, que para que el puente sea posible "si actuamos según la más sencilla y poderosa idea del cristianismo: amar al prójimo como a uno mismo".

Bonito el reconocimiento, significativas las palabras, ahora, en lo que se pueda, y para una transformación que no sea borrada por un siguiente papa godo, la cosa debería materializarse.