Agárrense la chocolatina: se viene el nuevo álbum de Jet

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COLOMBIA

Agárrense la chocolatina: se viene el nuevo álbum de Jet

Vaya guardando de una vez las monas del que usted estaba llenando. En treinta años van a ser reliquias.

Las primeras ediciones del álbum Jet, esas de 1962, ya son reliquias nacionales.

A nosotros, los que no las vimos nunca, solo nos quedan vagos recuerdos de anécdotas ajenas: La conquista del espacio y Autos-Jet, las primeras de la camada, sobreviven como imágenes borrosas que se negocian por MercadoLibre, en subastas clandestinas o en archivos en Pinterest de coleccionistas fervorosos que comparten sus ejemplares —llenos o a medio llenar— como una activa contribución a nuestra historia patria. La puja ha empezado en $140.000 y, en algunos casos, ha llegado a más de dos millones de pesos.

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"Ahora en Colombia disfrute de Jet", se leía en la contratapa, justo sobre una barra de chocolate que surcaba a toda velocidad un cielo azul acrílico alrededor de la Tierra. Y en la envoltura de la barra, que avanzaba fulminante, un jet blanco de alas rojas orbitaba sobre la bruma terrosa de una ciudad, masiva y lejana. Abajo, en una pequeña franja, un niño sonriente destapaba la suya y anunciaba: "Un producto más de la Compañía Nacional de Chocolates".

Los álbumes de laminitas, que empezaron como una estrategia de mercadeo para posicionar las recién salidas chocolatinas de leche de la Compañía —en un país acostumbrado a tomarlo mucho pero no a comerlo— se volvieron, en pocos años, una vértebra indeleble de nuestra cultura popular.

La idea de que cada chocolatina trajera un cromo coleccionable fue su apuesta para asediar a los consumidores por todos los flancos: como en las fantasías de Roald Dahl, con la Jet no solo venía un bocadillo delicioso sino un tiquete dorado, una promesa de la fábrica de Willy Wonka. Pero en el trópico.

Cubierta y contracubierta de 'La conquista del espacio', el álbum inaugural de chocolatinas Jet

Cubierta del álbum 'Auto-Jet'

Un año después de los primeros, el catálogo empezó a engrosarse. Banderas y uniformes, de 1963, es una gema del orgullo patrio; allí, Simón Bolívar, botas recién lustradas, bandera colombiana ondeando sobre el paisaje, miraba al espectador con rabia, lo obligaba a comer la chocolatina que estaba dispuesta a sus pies. Y la envoltura de la barra llamaba como una rana amazónica: su imagen cada vez más áurea, el cielo cada vez más azul, la ciudad cada vez más lejana, la tierra cada vez más amarilla. Ese mismo año salió a las calles El hombre y el mar, un catálogo coleccionable de embarcaciones marítimas —cruceros, buques, canoas, submarinos— impulsada por la imagen de una carabela colonial. Ambos álbumes se han vuelto invaluables piezas de colección.

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El giro vino dos años más tarde, con el álbum de Historia natural: una enciclopedia de la vida en la Tierra que se posicionó como el Tarot de todos los niños colombianos. Como dijo Andrea Mejía en Arcadia, sus láminas, que incluían el nombre científico de la especie y una breve descripción, se volvieron casi un arte adivinatoria. Para ella, el recorrido por las especies y sus enunciados casi oraculares (que muchos usamos para describirnos a nosotros o, en algún juego de colegio, predecir nuestra vida sexual) "reemplaza, de modo más colorido, no solo las galletas de la fortuna, sino técnicas de adivinación muy antiguas, como la interpretación de señales en el cielo, la lectura de las vísceras o del vuelo de los pájaros".

El camino comercial y emocional de esos álbumes ha sido, digamos, el de nuestra vida: de la mona que se pegaba con Colbón a la que se adhería con Pegastick, de la de Pegastick a la autoadhesiva, de las ilustraciones manuales a la fotografía digital. De la casa al colegio, del colegio a la universidad, de la universidad al primer trabajo, siempre con el álbum a la mano. Sí, la ruta de nuestro crecimiento ha sido marcada a punta de barras de chocolate, de laminitas coleccionables.

Por eso, lo que se viene en septiembre no es cosa menor. En septiembre, la Compañía Nacional de Chocolates dará otro salto en la escalera (de su negocio y de nuestra educación sentimental): se viene un nuevo álbum de láminas que destronará al Planeta sorprendente, que ha estado en las calles desde 2013 y que destronó los clásicos álbumes de animales.

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El rumor había estado creciendo con una evasiva pero seductora campaña de expectativa de la Compañía y enardecidos mensajes en Facebook de personas que todavía no habían llenado del todo el álbum actual. En internet, desde hace algunas semanas, ya había indicios del tránsito: imágenes sueltas, preguntas, lamentos. Y todo es cierto. El heredero de esa ilustre camada se llamará Vive la aventura. La portada, ya en alta definición, es una ballena saltando impetuosa sobre el mar. Todavía no está disponible para el público, pero ya en algunas chocolatinas han estado apareciendo las nuevas láminas, con paisajes de los Parques Naturales de Colombia y, algunas, redondas.

John Ramírez, empleado de la Nacional de Chocolates, confirmó que las pasadas semanas la empresa les regaló a sus empleados una versión tapa dura, edición especial, de ese Vive la aventura que tanto codician en internet los coleccionistas y que tanto desprecian los que se quedaron esperando las últimas monas en su chocolatina de este mes. Según su información, el álbum nuevo se llena con 250 láminas que ya están circulando pero que podrán pegarse en septiembre, cuando se haga el lanzamiento oficial. Este, en alianza con la National Geographic, es un recorrido por lugares emblemáticos del paisaje y las tradiciones colombianas, con énfasis en la celebración de la riqueza natural y cultural de los Parques Nacionales Naturales del país.

La empresa ha sido parca sobre la fecha oficial del lanzamiento y sus detalles —más allá de la expectativa que han estado generando en sus redes y en su página web oficial—. "¡Hola! Muy pronto vas a conocer toda la información con respecto a esta gran noticia. Te recomendamos estar muy pendiente de todas nuestras redes sociales, para no perderte un solo detalle ", respondieron en un corto mensaje a nuestras insistentes preguntas sobre los detalles de este histórico evento.

Pero ya es un hecho: habrá que llenar con monas revendidas el viejo, porque el próximo mes llega este a quitarle su lugar en las estanterías.