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Fast Food Week

¿Hay una comida rápida colombiana? Sí, acá le contamos cuál es

OPINIÓN | Empezamos nuestro especial de la Fast Food Week tratando de definir la comida rápida local.
Collage por Zafaras | VICE Colombia

Una hamburguesa al salir de la farra, un pollo frito o cualquier tipo de gusto gordo que me satisfaga por aproximadamente 10 minutos nunca es mala opción. Después vendrá el arrepentimiento, claro: pero siempre gana el placer.

Si nos ponemos a pensar realmente en esas comidas que nos dan al instante, por un impulso casi de gula y placer instantáneo, sobre todo baratas, pensamos primero en la que no nos pertenecen. Vienen a la mente la típica hamburguesa con queso, la pizza, las alitas, los perros calientes…

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¿Y en Colombia? ¿Cuál es esa comida típica, propia, que cabría en esta casilla?

De acuerdo con Fast-Food Nation: The Dark side of the All-American Meal (2001), un estudio hecho por Eric Schlosser, la "fast food" o comida rápida proviene de California, Estados Unidos, y empezó a principios del siglo XX por varias razones socioeconómicas. Desde que la mujer empezó a tomar diferentes roles en la sociedad aparte —dice Schlosser— de quedarse en casa cocinando y cuidando a sus hijos, el acto de comer tomó otras facetas: el lugar de la comida se fue desplazando poco a poco a los restaurantes (pues ya no había quién cocinara a diario en casa) y el dinero se empezó a gastar en salidas gastronómicas en familia. Sigue el autor: cada vez tenemos menos tiempo y que el acto de comer dejó de ser una ceremonia diaria familiar para convertirse en una salida rápida en la que se priorizan restaurantes de "fast food" a bajos precios.

En la vida diaria de Estados Unidos esto puede verse sistemáticamente: café con bagel para desayunar, pizza de almuerzo mientras uno camina, perro caliente de carrito para irse lleno a la casa y dormir a plenitud para iniciar el nuevo día.

En el estudio de Schlosser se evidencia que en los años cincuenta, con los pioneros de la comida rápida, Carl N. Karcher y los creadores de Mcdonald's, se optimizaron los tiempos para comer: crearon platillos que se comieran sin cubiertos, establecieron procesos de velocidad a la hora de cocinar la comida y vendían sus productos a un precio asequible para cualquiera. El tiempo, entonces, se convirtió en ese objetivo crucial para las familias que buscaban algo rápido para comer y de ahí su nombre.

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Nuestros colegas de Munchies, quienes se inventaron esta idea de cubrir por una semana la comida rápida, desde hoy 24 hasta el 28 de julio, cosa que replicaremos a nuestro modo en VICE Colombia, aseguran que la comida que se hace rápido para comerse rápido viene de mucho antes, de siglos enteros de historia humana en los que seres humanos afanados consumían alimentos preparados de esa manera con este propósito. El concepto, la conjunción de las dos palabras, la "fast food", la "comida rápida", la "comida chatarra" que nuestros papás nos prohíben cuando niños, existe, aseguran en Munchies, desde el siglo pasado.


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Si nos basamos en esa idea, en nuestro país tiene que haber una. Sin embargo, muchas veces, cuando nos preguntamos cuál sería el equivalente —lo que sería la hamburguesa, la pizza y el perro caliente en Estados Unidos— las definiciones no concuerdan. No, al menos, las que me dieron a mí cuando pregunté.

¿La fritanga es acaso nuestra comida rápida? No creo, muy complejo. ¿Las empanadas? Puede ser. Según Los Puros Criollos, el programa de Señal Colombia, se venden 12 millones al día convirtiéndolas en el producto que más se vende en el país. ¿Las mazorcadas? Oh, sí: en ningún otro lado del mundo puede uno encontrar el maíz tierno con las guarniciones de costumbre. ¿Los toxiperros de la esquina del rumbeadero? ¿Omitimos el proceso de cocinar las vísceras de la res por horas, diciendo que es comida rápida sólo porque las comemos con la mano?

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Podríamos decir que nuestra interpretación de la comida rápida es esa: con la mano, que esté cocinada de forma exprés y que derive de un proceso de cocción que incluya la fritura de los alimentos. A saber: unos pinchos afuera del estadio, una mazorquita después de un concierto en el Simoncho, una empanada con gaseosa para bajar el antojo antes que llegue la hora del almuerzo.

De igual manera, es un tema que todavía considero confuso. Hay muchas preguntas.

Según un artículo de la revista Dinero del año pasado, el país cuenta con 140 marcas de comida rápida, de las cuales 50 son nacionales y 90 extranjeras, y las de mayor participación provienen de Estados Unidos, España, México y Brasil. Pero todas, todas, son interpretaciones de comida rápida ajena.

Eso queda claro: adoptamos cualquier cosa que venga de afuera. Tenemos hamburguesas a lo colombiano (hasta Mcdonalds tiene un menú de corrientazo); tenemos hamburguesas callejeras con mortadela, papita ripio y huevo; tenemos perros calientes con huevitos de codorniz y salsas de frutas y pizzas con plátano maduro. Todos estos platillos existen y se han colombianizado con las mismas características que tuvo la creación de una fast food norteamericana.

Tenemos, también, y sin embargo, chicharrones en bolsa de papel café que queda transparente al minuto; chorizo cocinado en aceite con arepa a rebosar de mantequilla; arepa rellena: con res, con pollo, con cerdo, con chicharrón; arepa de huevo, magnífica, en las calles de Cartagena; las perras del Parque del Poblado, en Medellín, hechas a base de varias rodajas de tocineta y queso; las marranitas vallunas: bolas de plátano verde relleno de chicharrón; ceviche costeño (del Caribe) con salsa rosada y galletas sodas… La lista es larga y continúa.

La comida rápida criolla, entonces, digo yo, se divide en dos: la adaptación de lo extranjero (la pizza con borde relleno de bocadillo) y una parte de la típica, probablemente la que más vemos en los puestos de calle, que, si bien tiene algunos productos de lenta cocción, todos en el lugar salen muy rápido: o vayan a la plaza de San Victorino a ver en cuánto les preparan una morcilla con arepa y chicharrón.

De todo de lo que he hablado estaremos hablando esta semana.

¡Prepárense! ¡Buen provecho!