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Un informe evalúa qué tan transparentes son las empresas que prestan Internet en Colombia

¿Sabe qué hacen DirecTV, Claro y UNE con la información que usted deja en Internet?

En Colombia la tecnología no avanza a la misma velocidad de la ley que la regula: la primera va mucho más rápido. Un ejemplo. Tenemos Internet en computadores, celulares, televisores, tabletas y hasta relojes, pero no hay un marco jurídico fuerte que establezca qué se puede hacer o no con la información que dejamos por ahí sin darnos cuenta. Nunca está de más recordar que esa información que tecleamos a diario, desde chats de WhatsApp con la familia hasta claves de tarjeta de crédito o correos del trabajo, pasa por intermediarios, se almacena en lugares que no imaginamos y eventualmente puede acabar en manos que no deseamos. Un breve contexto a cargo de Katitza Rodríguez, directora internacional de derechos en EFF (una organización gringa que defiende los derechos de los usuarios de internet): "las leyes de inteligencia y penales de Colombia no obligan al Estado a informar sobre el número de requerimientos de vigilancia que hace cada año, las empresas no están obligadas legalmente a notificar a sus usuarios las decisiones que autorizan la vigilancia y Colombia tiene leyes de protección de datos que obligan a las compañías a publicar sus políticas de privacidad, pero estas políticas de privacidad son a menudo vagas y opacas". Mejor dicho: puede que no esté pasando nada malo con nuestros datos (también puede que sí), el problema es que en general no tenemos mucha idea. Ni las compañías ni el Gobierno son completamente abiertos y directos con el paradero de nuestra información. Con ese tema en la cabeza, la Fundación Karisma (que aborda esos asuntos en el país) lanzó hoy junto a EFF la segunda edición del informe "¿Dónde están mis datos?". Ahí se enfocan en los cinco principales proveedores de servicio de internet (PSI) en el país (DirecTV, Claro, Une/Tigo, Telefónica y ETB) y miran qué tan comprometidos están con la protección de los derechos de sus clientes. Cifras oficiales dicen que a 2016 hay casi 14 millones de suscriptores a Internet en el país. Más los usuarios en las universidades, en las bibliotecas, en los café internet. Es decir que es bastante información la que esta gente tiene en sus manos. Veamos cómo les fue. (El informe, con dibujitos, lo puede encontrar acá.) Karisma revisó el cumplimiento de la ley y de estas empresas con los derechos e intereses de sus suscriptores en cinco ejes. Primero, que las PSI publiquen datos de transparencia. Segundo, que su política de protección de datos sea clara y de fácil acceso. Tercero, que informen a las personas cuando las autoridades hagan solicitudes de información de sus datos. Cuarto, que sea clara también al forma como cumplen con las obligaciones legales que pueden afectar la intimidad de las personas. Y quinto, pensando en la libertad de expresión, que también sea clara la manera como filtran, retiran y bloquean contenidos de los usuarios. Sobre lo primero, Karisma encontró que "en el país no se asocia la transparencia corporativa con temas como la protección a la intimidad, al habeas data o a la libertad de expresión de quienes contratan sus servicios". Es decir que no existen esos informes de transparencia y que no puede haber total tranquilidad para los usuarios de que su información está siendo manejada éticamente. Respecto a 2015, la única que mejoró levemente fue ETB, que al menos "publica información centralizada sobre el proceso de escuchas telefónicas,el bloqueo de contenido y las directrices de aplicación de la ley para las solicitudes de datos". En segundo lugar, el informe registró que las en todas las empresas, menos DirecTV, sigue siendo difícil encontrar las políticas de privacidad y que en general son incompletas. Las cinco compañías tienen esos documentos públicos, pero "simplemente repiten la ley o son tan cortos que no desarrollan el tema apropiadamente, no entregan información clara y transparente para que se
entiendan los procedimientos que se desarrollan alrededor de los datos personales y cómo pueden afectar los derechos a la intimidad y a la libertad de expresión". O sea que sí lo hacen, dice el informe, pero por cumplir, casi por salir de paso. Karisma entiende que ese es un asunto básico en un contrato: conocer las reglas de juego y poder revisarlas cuando uno quiera. Pues no es así. Acerca de los requerimientos de información por parte de las autoridades, el informe aclara que ninguna de las empresas asume públicamente el compromiso de notificar a las personas cuando hayan solicitudes de información sobre sus datos. Solamente DirecTV hace una aclara que notificará a aquellos que contratan sus servicios si le entregaron sus datos a alguien. En el otro extremo del espectro, las políticas de Une y Claro son totalmente silenciosas sobre esta norma. En esa misma línea, ETB es la única empresa que aclara que, de ser requerida por autoridades fiscales, está obligada a cumplir con esa obligación en la medida en que sea legítimo. Finalmente, sobre la protección a la libertad de expresión, Karisma encontró que las empresas no son tan claras con la forma en que censuran o retiran contenidos. Lo más justo, quizás, sería que los usuarios sepamos a qué nos atenemos. Pero según el informe solo ETB y Telefónica tienen unas pautas claras, mientras que Une retrocedió en este criterio en comparación con el año pasado. El resultado: las cinco empresas se rajaron. O bueno, más o menos. En general, mejoraron levemente frente al año anterior (porque el año anterior fue mucho peor). Como sea, Karisma, y de paso EFF, entienden que se trata de un proceso en el que también debe participar la sociedad civil, exigiendo sus derechos como usuarios y pidiendo a las empresas que rindan cuentas sobre la manera como utilizan y manipulan su información. Todo apunta a que es hora de que haya un cambio radical en otros aspectos. Mientras que Karisma es la única organización colombiana que hace esa auditoría y los resultados siguen siendo pobres, en otros países esos procesos son comunes y como Google, Facebook y Twitter cumplen, al menos, con publicar de manera clara las reglas. De ahí a que las reglas sean buenas o justas puede haber un largo camino, pero por algo hay que empezar.

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