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"Quieren urbanizar la reserva porque va a dar mucha plata, no he visto otro argumento"

Manuel Rodríguez, miembro del panel de expertos que le dio piso a la Van der Hammen, critica a Naciones Unidas por convocar estudios para la construcción de carreteras sobre la reserva bogotana.

En los últimos días ha revivido la pelea por el futuro de la reserva Thomas Van der Hammen. Esa misma que el alcalde Enrique Peñalosa, desde su primera alcaldía, ha insistido en utilizar para "desahogar la ciudad" y a la que considera, ante todo, como un conjunto de "potreros". Gran parte del plan pasa por la construcción de la Ciudad Lagos de Torca, donde habrá 110 mil viviendas, 40 mil de ellas de interés prioritario. Esa obra limita con la Van der Hammen, y para construirla harían falta varias vías que pasarían por el terreno que está protegido.

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Para sustraer tierras de la reserva, el Distrito debe pedirle permiso a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). Esa solicitud debe incluir estudios financieros, técnicos y ambientales que argumenten cómo se haría el proceso de urbanización. Los estudios deberán detallar las coordenadas exactas de las áreas que serán extraídas de las 1.400 hectáreas de reserva y explicar las medidas de compensación ambiental de un área equivalente a la que se utilice.

Pese a las protestas de los ambientalistas, el alcalde ha persistido en su proyecto, y hasta el pasado 5 de octubre, recibió propuestas de empresas interesadas en adelantar esos estudios. El proceso de contratación se hará con intermediación del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (Pnud). Ese último detalle generó molestia entre algunos ambientalistas, que se han opuesto a la urbanización de zonas de la reserva con el argumento de que la función de la Van der Hammen, ese terreno enorme entre los Cerros Orientales y el río Bogotá en el norte de la ciudad, es integrar los ecosistemas de la montaña y el río para que haya interacción entre aguas lluvias y manantiales subterráneos.

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En 1999, la CAR ya le había negado a Peñalosa urbanizar sobre ese suelo protegido. El alcalde apeló esa decisión. Para resolver la disputa, Juan Mayr, entonces ministro de Medio Ambiente, pidió un concepto a una comisión de doce expertos, que incluían al mismo Thomas Van der Hammen. A raíz de la deliberación de ese panel de expertos, el ministro expidió una resolución que confirmó lo que había dicho la CAR: se fijaron los límites de la reserva y se ordenó su reglamentación. Uno de los tres ambientalistas que integraron esa comisión de doce fue Manuel Rodríguez, quien había sido el primer ministro de Medio Ambiente del país. Hablamos con él sobre su estrecha relación con la reserva, la disputa que Peñalosa revivió este año y la visión a futuro que debería tener Bogotá.

Manuel, hábleme de su relación con la reserva Van der Hammen. Yo fui miembro del panel de expertos que nombró el ministro Juan Mayr para que dieran un concepto sobre la apelación que hizo Peñalosa, luego de que las CAR no le aceptaron urbanizar esa área, puesto que debería constituir una reserva. El ministro nombró un panel para que diera un concepto. Ese concepto ratificó lo que la CAR había dicho a partir de los estudios del doctor Van der Hammen. ¿Qué factores tuvieron en cuenta en ese momento para hacer la delimitación de la reserva? El panel hizo un trabajo muy detallado a partir de estudios que presentó la Universidad Nacional y otras entidades sobre el tema del crecimiento de Bogotá en el futuro. Naturalmente el concepto del profesor Van der Hammen pesó mucho porque su conocimiento sobre la sabana de Bogotá era muy profundo. Entonces hubo estudios sociales, económicos y el concepto ecológico del profesor. Recientemente el Distrito abrió convocatoria para los estudios que sustentarían la petición de sustracción de tierras de la reserva Thomas Van der Hammen. ¿Cuál es el problema de sacar tierras de allí para actividades urbanísticas? La respuesta sobre la reserva a mí me parece tremendamente simple. La decisión es si Bogotá va a tener una gran reserva de 1.400 hectáreas o no la va a tener. Hay gente con mucha visión que considera que las ciudades en el futuro van a ser apetecidas por enverdecer su entorno de una forma muy fuerte. Porque eso genera, entre otras cosas, una cantidad de beneficios en la calidad de vida y la inclusión social. Esa ha sido la experiencia en muchas partes. Se trata de una visión de ciudad. ¿Ustedes qué prefieren como ciudad? ¿Cuáles son esas particularidades que harían tan importante esta reserva para el futuro de Bogotá? El profesor Van der Hammen consideraba que es un sitio que tiene unos especiales valores ecológicos que le generan a la reserva un gran potencial para la restauración. Por las condiciones de suelo, por las condiciones de humedad, por tener recursos naturales, porque comunica los Cerros Orientales con el río Bogotá. En fin, hay una cantidad de argumentos, incluyendo obviamente que recuperar ese área implicaría el regreso de muchas especies de mamíferos y aves. Se le está pidiendo a la CAR que deje meter vías por una zona que hoy es suelo protegido para avanzar con el megaproyecto de la Ciudad Lagos de Torca. ¿Existe realmente una disyuntiva entre el desarrollo que necesita la ciudad y la protección de medio ambiente? Uno de los argumentos de Peñalosa es que en Bogotá no hay dónde urbanizar. En Bogotá y en la sabana, en este momento, hay 21 mil hectáreas habilitadas para urbanizar. Incluyendo 4.500 en el perímetro urbano de Bogotá. De aquí al 2030 Bogotá y la sabana van a crecer en más o menos 3 millones de habitantes. Para esa cantidad se requieren aproximadamente 7.500 hectáreas. Se prevé que la mitad vivirá en Bogotá y la otra mitad por fuera. O sea que hay terreno más que suficiente para que la gente tenga dónde vivir en Bogotá en los próximos 14 años. Y saber qué va a pasar en las ciudades dentro de más de 14 años no tiene sentido, porque es muy difícil anticipar los procesos rápidos de automatización, frente a lo que se denomina "cuarta revolución industrial", cuando haya una enorme agroindustria. El alcalde ha insistido en que no existen investigaciones científicas que demuestren la relevancia de esa reserva. Usted ha dicho que eso no es así. No ha existido un experto ambiental sobre la ecología de Colombia como el profesor Van der Hammen. Nadie ha conocido la sabana de Bogotá mejor que como la conoció él. Produjo nueve tomos sobre los Andes colombianos. Ningún científico en Colombia ha hecho algo que le llegue a los talones. Obviamente, el panel de expertos que integré confío totalmente en el concepto del profesor Van der Hammen. No solamente en los estudios científicos que había hecho a la fecha, que había varios, sino también en su conocimiento personal y su experiencia. De acuerdo al presidente de la Academia Nacional de Ciencias, quién hizo su tesis de grado sobre esa área, esta es una de las áreas mejor estudiadas del país. Entonces, ¿a quién creerle: a Peñalosa o al presidente de la Academia Nacional de Ciencias? ¿Y por qué cree que Peñalosa insistiría en quitarle validez a esos estudios? Detrás de Peñalosa hay intereses de urbanizadoras para intervenir esa área. Los grandes ganadores serían ellos. Nadie más. No es extraño que eso sea así: el 70% de la campaña del alcalde se la financiaron quienes quieren urbanizar allá. Ahora que los estudios van a presentar evaluaciones financieras, técnicas y ambientales, ¿cuál cree que es el argumento más fuerte que tienen los que apoyan la urbanización de esa zona? Yo francamente no he visto ningún argumento. Es una visión de ciudad. Hay una gente que quiere urbanizar la reserva porque va a dar mucha plata, es muy rentable. pero no he visto otro argumento. Lo único es que hay gente que cree que es mejor una ciudad como Manhattan o como Berlín o como la parte central de México porque tienen grandes parques urbanos. Para mí, la visión de una ciudad que tiene 1.400 hectáreas de parques como El Virrey es muy extraña, pero bueno. La convocatoria que acaba de hacer el Distrito se hizo a través del Pnud. La intervención de esa entidad ha levantado sospechas entre algunos ambientalistas. ¿Por qué? Lo incorrecto de Peñalosa y de Naciones Unidas en este caso es que el destino del área de reserva debería definirse antes de pensar en hacer unas vías. Ahí hay una manipulación de Peñalosa al buscar primero que se aprueben esas vías para conseguir la destrucción de la reserva. Eso éticamente no es correcto. Lo primero que tendría que decidir la CAR es si eso se mantiene como reserva y no si se hacen vías. Y me parece que de parte del Pnud es completamente lamentable meterse ahí, porque ellos no tienen ningún estudio ni saben nada de la reserva Van der Hammen, y están haciendo ese contrato para ganarse una plata. Usted ha dicho que la participación del Pnud en ese proceso va contra los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. ¿Cree entonces que se metieron ahí solo por plata? Claro. Y les vamos a dar una pelea muy dura porque el Pnud es una entidad intergubernamental que tiene como uno de sus mandatos proteger el medio ambiente.