Especial de fotografía: Crash on you, por Paula Thomas
"Soy una simple turista del desastre, feliz de serlo, con una cámara que le sirve de pretexto para sentirse viva"

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El Especial de Fotografía 2015

Especial de fotografía: Crash on you, por Paula Thomas

¿Cómo lograr que la inestable geometría de los quiebres generaran esquemas estéticos y armónicos? En otras palabras: ¿cómo controlábamos el azar? Estas y otras preguntas alrededor del trabajo estético y el acto de la ruptura son presentadas en esta...

Después de Juego de niños, mi última editorial para VICE Colombia, estaba ansiosa por saber cuál iba a ser el tema de su próximo issue. Con estos tipos siempre es una caja de sorpresas; nunca sabes con qué van a salir. A comienzos de agosto, recibí un correo del editor, quien me invitaba a participar en la edición especial de fotografía, dedicada al trompe l'oeil, un concepto que juega con la "ambigüedad visual" y la "incapacidad del ser humano de captar la realidad del mundo", como se leía en el correo.

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Siento un gran cariño por esta casa. Acá he descubierto un espacio donde puedo expresarme libremente como fotógrafa, y convertir en imágenes aquello que yo imagino. Acá no tengo limites. Un hecho difícil de conseguir en mi profesión y más en la fotografía "por encargo", en donde estoy constantemente asumiendo proyectos que, por lo general, están al servicio de intereses comerciales. Así es el negocio, socio.

De tal manera que el correo de mis editores era una oportunidad. Pero al mismo tiempo, un llamado que no sabía cómo responder. Tenía carta abierta para hacer lo que se me diera la gana, y ese era, finalmente, el problema: cuando tienes libertad no sabes cómo asumirla. Esa libertad exige que seas tú quien asuma toda la responsabilidad sobre tu trabajo, y esto, además de generar felicidad e inseguridad por igual, era la oportunidad para salir de mi zona de confort, que es finalmente donde el artista explora y experimenta. Tenía que aceptarlo y aprovecharlo al máximo. Comencé por investigar todo lo que tuviera que ver con la trampa del ojo y traté de crear un concepto que a la vez fuera fiel a mi estilo. Me quemé la cabeza. No me salía nada. Pasé horas infructuosas frente a una hoja en blanco, buscando alguna pista que me señalara un camino con qué elaborar una propuesta. Google no ayudaba. Pinterest, menos.

Finalmente, sin imaginármelo, fue mi hijo Valentín, de cuatro años, quien terminó dándome la respuesta.

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Sucedió una tarde, en un parque en el norte de Bogotá. Valentín me hinchaba las pelotas y jugueteaba a mi alrededor, mientras yo me miraba a un espejo de maquillaje. De pronto -no se cómo sucedió- el objeto terminó en el suelo, hecho pedazos, boca arriba. Una más que me hacía Valentín.

Él, entretanto, detuvo un momento su juego y observó el espejo…

-Mira mamá, el cielo está roto.

Con el comentario de Valentín me cayó la manzana del árbol. Yo venía de atravesar por una difícil separación, y estaba teniendo que enfrentar una crisis financiera que no esperaba. Estaba rota, que no es otra cosa que estar en transición. Y a mi mente vino inmediatamente el concepto de ruptura. ¿No se había convertido mi vida en una suerte de trompe l'oeil?

Allí, sentada en el parque, me dije a mí misma: Yo no sé escribir, y yo no sé cantar. ¿No es hora de convertir esta mierda que tengo adentro en imágenes?

Ingenuamente, le envié un correo a mis editores horas después. Les propuse contar la historia de una ruptura a través de imágenes reflejadas en espejos trizados. Una ruptura que, como todas, son trampas del ojo: situaciones ambiguas que la vida no impone y obliga a comprender.

Poco intuía yo el lío en el que me estaba metiendo. Existe un gran trecho entre lo que tu imaginas y aquello que captura tu lente, y en este caso, los problemas técnicos que enfrentaríamos eran, en ese momento, todo menos anticipables.

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No quiero aburrir al lector con un inventario de problemas que solo interesan a mi gremio. Basta con decir que para lograr lo que me había propuesto, tenía que resolver dos grandes asuntos. Por un lado, fotografiar situaciones reflejadas en un espejo sin que yo, como fotógrafa, apareciera reflejada en el mismo (eso implicaba jugar con una ecuación física que involucraba el tamaño del espejo y la distancia entre este y lo que se iba a fotografiar). Por otro lado, tenía que lograr que el espejo se rompiera perfectamente, de modo que la distorsión generada fuera acorde a la situación de cada foto.

Después de muchos intentos (y muchos espejos fracturados), me di por vencida. Me era imposible encontrar el ángulo, mucho menos el reflejo perfecto que, una vez fracturado el espejo, diera la sensación de ruptura ambigua que había prometido. No me quedó de otra que proponerle a mi editor que tomáramos las mismas fotos, pero debajo de vidrios fracturados.

A estas alturas, mi editor ya se había casado con la idea de los reflejos, y tenían razón. No es lo mismo capturar una imagen debajo de un vidrio roto, a tomar la misma foto sobre un espejo fracturado que, a su vez, proyecta múltiples reflejos. Estaba frita.

Así que de vuelta a la labor. Con ayuda de mi imprescindible productora Claudia Rojas, y el jefe de redacción de VICE Colombia, Juan Pablo Gallón -que a la vez es mi partner creativo en la revista y asistente de producción ad hoc-, resolvimos el problema del ángulo de la toma y el de las dimensiones del reflejo.

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Sin embargo, seguíamos atascados en una problema no menos importante: la jodida fractura del espejo. ¿Cómo lograr que la inestable geometría de los quiebres generaran esquemas estéticos y armónicos, para lograr las imágenes que tenía en mi mente? En otras palabras: ¿cómo controlábamos el azar?

Utilizamos ladrillos, martillos, piedras, golpes, y nada lo logró. Los quiebres que se formaban con cada ruptura no servían. Otra vez a punto de tirar la toalla, fue Gallón, mirando su carro por la ventana, quien salió con la fórmula con la que sacaríamos esta serie del otro lado.

-Oigan, ¿y si le pasamos un carro por encima a los espejos?

El asunto funcionó. Los quiebres parecían pintados con pincel.

Así logramos producir Crash on you, la serie de fotos que el lector tiene ante sus ojos.

Por pedido de mi editor, escribí estas líneas para revelar lo mucho que ponemos los creadores en sacar adelante nuestra obras. Un asunto importante en estos tiempos, cuando muchos somos rápidamente juzgados y trolliados por lectores y espectadores que son, comprensiblemente, inconscientes de toda la piel que dejamos en cada proceso.

También accedí a escribir este texto para dejar constancia de lo que yo aprendí en este parto de dos semanas: la certeza de que, rodeada de las personas correctas, y armada de paciencia y seguridad, uno es capaz de sacar adelante lo que se imagina.

Lo demás, es goce. O como lo dijo Arturo Pérez-Reverte en El pintor de batallas: "Soy una simple turista del desastre, feliz de serlo, con una cámara que le sirve de pretexto para sentirse viva".

Producción: Claudia Rojas.
Agradecimientos: Los Bones, La Libertad, Blown Away, Little Lucia, La Elvira, Motuk y Ana Maria Asecas.

Sigue a Paula Thomas en @paulathomasphVe más de su trabajo aquí