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La larga espera para recibir tratamiento contra el Ébola en Liberia cobra vidas

Liberia, junto a otros países africanos, muere lentamente a manos del Ébola. Un liberiano nos cuenta cómo este asesino le arrebató su más preciado tesoro.

Por segundo día consecutivo Víctor Kemey trataba de encontrar un centro de salud en el cual atendieran a su hijo enfermo. El día anterior habían ido al hospital John F. Kennedy en Monrovia, pero fueron devueltos por el personal que dijo no tener suficientes camas. Durante la noche, la fiebre de su hijo empeoró.

Y así, a las 6:00 a.m. Kemey llevó al niño a los Médecins Sans Frontières, MSF, una instalación de tratamiento del Ébola a las afueras de Monrovia. El personal de MSF le dijo que no tenían espacio suficiente para los pacientes nuevos y le pidió que esperara afuera de la entrada.

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A las 2:00 p.m. el hijo de Víctor yacía muerto en el asiento trasero de su carro.

‘’Después de que mi hijo me dijera que estaba enfermo, la única alternativa era que lo llevara al hospital’’, le dijo Kemey a VICE News. ‘’El hospital debió informarme lo que le estaba pasando, pero no lo hizo. Eso está mal’’.

Junto al carro de Kemey estaba una niña que parecía no tener más de ocho años de edad, sentada inmóvil sobre la suciedad. Su delgada figura estaba cubierta con una hoja; su madre, con la cabeza gacha, se puso de pie contra una pared cercana. Pasaron horas antes de que un agotado médico de MSF saliera de la instalación e inspeccionara la escena. Se detuvo un momento y miró a la joven antes de preguntarle a su madre por el nombre de la niña.

Al día siguiente, una de las pocas ambulancias en Liberia encargadas de transportar pacientes con Ébola, trajo siete casos más a las instalaciones de MSF, pero se les dijo a los operadores del vehículo que no había espacio. La mayoría de los pacientes eran incapaces de estar de pie o incluso sentarse, estaban colapsando en el suelo. El conductor de la ambulancia, frustrado, preguntaba a dónde debía llevarlos.

Escenas como estas son comunes fuera del centro de tratamiento de MSF en Monrovia, que se encuentra en un terreno que una vez fue propiedad de un grupo religioso llamado Eternal Love Winning Africa. El asediado personal del MSF confirmó que el brote está empeorando, con casos que aumentan más rápido de lo que la organización es capaz de tratar. Todos los días, entre 15 y 20 cuerpos son transportados desde la instalación hasta el lugar de cremación más cercano.

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‘’La instalación tiene exceso de capacidad y estamos rechazando a la gente’’, dijo Caitlin Ryan, oficial de comunicaciones de MSF. ‘’Estamos completamente abrumados, no hay otras palabras para describirlo’’.

‘’Esto es un desastre humanitario, no solo una epidemia’’.

Dentro de las instalaciones, el personal de Médicos Sin Fronteras trabaja día y noche para probar los casos sospechosos y tratar a aquellos que ya han sido confirmados como portadores del virus. La mayoría de los trabajadores son liberianos que han sido capacitados en los últimos dos meses. A pesar del alto número de muertos todos los días, las 150 camas del centro se llenan continuamente con los pacientes de Ébola, tratados por personal uniformado con trajes de goma que los proteje de la amenaza .

El sector de la salud de Liberia ha colapsado en los últimos meses. Más de 150 trabajadores han contraído el virus; casi 100 de ellos han muerto. Los que todavía están trabajando en los hospitales y clínicas del país, se quejan de condiciones peligrosas y equipos inadecuados. A principios de este mes, las enfermeras en el hospital John F. Kennedy protestaron por los bajos salarios y el riesgo que representa tratar el Ébola. Médicos liberianos, junto a los trabajadores de la salud, están tratando con éxito a los pacientes en los pocos centros que están operando, pero el sistema está bajo tensión crítica.

A comienzos de este mes, el ministro de Información de Liberia,  Lewis Brown, le pidió al mundo que enviara ayudas. ‘’No podemos hacer el caso más fuerte’’, dijo. ‘’Exigimos una respuesta de la comunidad internacional que iguale el reto al que nos estamos enfrentando. Necesitamos una respuesta sin precedentes, tal y como nos enfrentamos a un brote sin precedentes’’.

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Según la Organización Mundial de la Salud, Liberia se enfrentaría a un aumento ‘’exponencial’’ en los casos de Ébola en las próximas semanas. Mientras que la proporción de casos continúa siendo baja en relación con la población, la falta de centros de tratamiento en el país está contribuyendo a la propagación del virus. Portadores del Ébola deben buscar, a menudo, una ciudad para recibir atención médica, elevando el riesgo de infectar a otros. Las nuevas instalaciones se abruman fácilmente con los pacientes. Las instalaciones existentes se enfrentan a la escasez de personal médico.

A las afueras del centro de MSF es común ver a los pacientes que llegan en taxis amarillos que transportan pasajeros del y para el trabajo. La OMS señala esta práctica como un factor que aporta a la propagación del Ébola, pero para los liberianos enfermos que no pueden encontrar una de las escasas ambulancias de la ciudad, hay muy pocas opciones.

El Ébola está conduciendo, indirectamente, a la muerte de personas que ni siquiera lo padecen. Liberia está plagada de enfermedades como la malaria y la fiebre tifoidea, y cada vez más personas mueren debido a la falta de atención. Los residentes de Monrovia están asustados y frustrados. ‘’Cubos de Ébola’’ llenos de cloro y agua están en cada tienda o restaurante, y los negocios y estaciones de radio emiten mensajes de concientización cada diez minutos.

La OMS ha pedido una respuesta internacional más sólida con respecto a la crisis en Liberia, diciendo que los países ricos tendrán que ‘’aumentar la escalas de sus esfuerzos actuales de tres a cuatro veces’’. El 16 de septiembre, el presidente Barack Obama anunció la Operación Unida de Asistencia, una operación con sede en Monrovia, que EE.UU. enviará hasta 3.000 hombres a la región para combatir la enfermedad.

Por ahora, sin embargo, la escasez de ambulancias, personal médico e instalaciones para realizar el tratamiento, garantizan que el virus siga propagándose.

De pie a las afueras del centro de tratamiento de MSF, al lado de su hijo muerto, Kemey habló airadamente sobre la crisis que le arrebató la vida a su hijo. ‘’Hemos perdido toda nuestra dignidad’’, dijo. ‘’Estamos sentados como perros, sufriendo en nuestra propia tierra’’.