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Música

Cuando el pop se metió en los estadios de fútbol europeos

La 'British Invasion' se manifestó en todos los campos de la sociedad del viejo continente, incluyendo los cánticos futboleros.

Tenemos tan interiorizado que en un campo de fútbol se escuchan himnos y cánticos que pocas veces nos hemos preguntado cuáles son sus orígenes y particularidades. Para entender qué necesita una canción para acabar siendo un himno futbolístico debe cumplir dos características que coinciden en la mayoría de casos: que contengan un estribillo claro y recordable (si es festivo mejor), y que la letra genere un mínimo sentimiento de pertenencia.

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Al fin y al cabo, las canciones que entonan las aficiones son, en esencia, el canto beodo que hermana a un grupo de desconocidos en un pub, esta vez trasladado a una grada y reformulado con el objetivo de animar al equipo de casa, insultar al rival o intentar que un partido soso se convierta en una fiesta en toda regla.

Aunque los primeros himnos de club ya sonaban antes de los partidos a principios del siglo XX, el auge de los cánticos tiene su boom en el Reino Unido durante los años sesenta, con el nacimiento de la seminal cultura hooligan, que empezaba a extenderse por todo el país gracias a la organización del Mundial de fútbol de 1966.

Mods, teddy boys, skinheads, todas las subculturas de jóvenes de clase obrera, empezaron a compartir las gradas en un país donde la música pop ya estaba en todas partes y la British Invasion representaba el orgullo patrio que se trasladaba a todos los campos de la sociedad, incluidos los coliseos deportivos.

Para entender esa fiebre pop solo hay que fijarse en el ejemplo del Liverpool FC, uno de los dos conjuntos de la ciudad que capitalizó la música británica durante años. Las canciones de lo que se definió como Merseybeat (el sonido del río Mersey) resonaba en las anfetamínicas cabezas de los jóvenes de Liverpool y grupos como The Undertakers, Billy Kramer, The Remo Four, Gerry and the Peacemakers o, evidentemente The Beatles,eran tan populares como los chicos que entrenaba Bill Shankly, el legendario entrenador red al que los Smiths dedicarían una canción años más tarde.

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En su campo, Anfield Road, encontramos documentada una de las primeras incursiones de la música pop en un estadio de fútbol, en The Kop, donde se situaban los chicos de Liverpool para ver a su equipo mientras afinaban el "She love's you" de los Fab Four.

Aunque los Beatles sean el grupo pop con más presencia en los cánticos del fútbol moderno, sus miembros no eran especialmente aficionados a este deporte, y si bien Paul McCartney y John Lennon se declararon tibios seguidores de Everton y Liverpool respectivamente, el que mostró más simpatía con un club fue Ringo Starr, fan del Arsenal, como también lo son Mike Jagger o Roger Daltrey de los Who.

Eso sí, su huella en el fútbol ha sido una constante desde su aparición en 1962. Da igual en que parte del planeta te encuentres, las canciones de los Beatles pueden cantarse en cualquier estadio cuando menos te los esperas, ya sea en un partido del Motherwell en el Pittodrie de Aberdeen en Escocia, en el Madrigal de Villarreal o hasta en Japón, en los partidos del Consadole Sapporo, que adaptan, a su manera, "Yellow Submarine".

Desde esa primera ola pop de los sesenta, entonar melodías a coro fue una constante en los campos británicos que se extendió por estadios de todo el mundo. El ejemplo más claro de la globalización de la música en el fútbol no es exactamente un cántico y sí una canción que acabaría convertida en himno: "You'll never walk alone", de la que existen varias versiones, siendo la de Gerry and the Peacemakers la más popular, llegando al número 1 de las listas británicas en 1963.

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Pese a que la historia no ha tratado demasiado bien a esta banda, la realidad es que fueron uno de los grupos más icónicos del pop inglés, con canciones tan vinculadas a su Liverpool natal como la maravillosa balada "Ferry Cross the Mersey". Aunque "You'll never walk alone" fue inicialmente adoptada por los hinchas del Liverpool, a lo largo de los años ha ido pasando de estadio en estadio, siendo ahora un tema bastante habitual en campos como el Westfalenstadion de Dormunt, el Stadion de Feyenoord o Celtic Park de Glasgow.

¿Por qué un tema tan arraigado a Liverpool es cantado por hinchas del Borussia? Pues porque insita a seguir a tu club pase lo que pase sin especificar los colores. Otro buen ejemplo de ello es la versión de "Just Can't Get Enough" de Depeche Mode, entonada porlos aficionados del Celticpara animar a los blanco y verdes desde los ochenta y que, prácticamente, es un himno del club. No hay relación conocida entre el grupo inglés y la hinchada hoop, además Dave Gahan es fan del Chelsea pero, ¿qué más dará cuando lo que importa es animar a tu equipo?

A día de hoy, muchas aficiones se han abrazado al pop en sus himnos oficiosos u oficiales, como el caso del famoso "I'm Forever Blowing Bubbles", canción tradicional adoptada por los seguidores del West Ham —equipo favorito de Katy Perry, por cierto— desde principios del siglo XX y modernizada por los padrinos de la música Oi!, Cockney Rejects, en los años ochenta. O el Manchester City y su "Blue Moon" (original de 1934), que suena en todos sus partidos y que cuenta con versión de lujo a cargo de Liam Gallagher y su última banda, Beady Eye.

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Manchester es un nido de músicos famosos que siguen a sus dos equipos principales, como Morrisey o Thom Yorke (Radiohead), aficionados del United, o los viscerales Oasis con su City, llegando a aparecer en diversas fotografías promocionales con camisetas del equipo y actuando como auténticos hooligans viendo partidos de los citizens aparentemente bastante borrachuzos. "Wonderwall", el single tótem del grupo de los Gallagher, también se canta a menudo en el Etihad Stadium.

Más allá de las canciones convertidas a himnos populares de los equipos, están los cánticos propios de las hinchadas. La lista de canciones pop utilizadas para animar es muy amplia y casi inabarcable, ya que cada territorio se adapta a sus propios éxitos. Aún así, existen algunos hits entonados en todo el mundo, como "Go West", que aunque original de Village People, su entrada en el fútbol coincide con la versión de Pet Shop Boys de 1992. Los primeros ultras en adaptar su estribillo en un estadio fueron los del Manchester United, aunque poco después ya se utilizaba en las gradas de toda Europa.

Otra gran canción hincha por excelencia es "Seven nation army" de White Stripes, siendo los aficionados del Brujas pioneros en cantarla para celebrar los goles de su equipo. En uno de sus partidos internacionales, los belgas se enfrentaron a la Roma y los tifosi giallorossi quedaron maravillados con la sonoridad y sencillez de la melodía.

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Los italianos la exportarían a su país, extendiéndose rápidamente por todo el territorio y llegando a ser el jingle oficial de la selección azurra en el Mundial que ganaron en 2006.

Liam Gallagher, icono pop y un gran aficionado del Manchester City

Hemos repasado algunas de las canciones pop más coreadas en estadios de medio mundo, pero dejamos para el final el que seguramente sea el equipo pop por excelencia del planeta futbolístico, el maravilloso Sankt Pauli de Hamburgo. La historia de este equipo obrero y contrario al fútbol-negocio es de sobras conocida, y su relación con el pop no ha hecho más que agrandar la leyenda.

En el estadio de Millerntor los equipos salen al campo con el "Hell Bells" de los AC/DC, y cada vez que los locales marcan un gol resuena el grito de guerra de "Song2" de los Blur. De hecho, muchos músicos, la mayoría de tendencia anticapitalista, se ha declarado fans de este equipo, que tienen peñas de seguidores por todo el mundo. La de Barcelona cuenta con socios ilustres de músicos de bandas como Skatalà, Dr. Calypso o Opció K-95.

En una época en la que los seguidores de fútbol son vistos como meros consumidores, mientras haya goles que celebrar entonando estas canciones, el fútbol aún mantendrá algo romántico por lo que valga la pena acercarse a un estadio lleno de multimillonarios y marcas comerciales que casi pisan el césped. Recuerden, no hay nada más auténtico que cantar el himno de tu equipo abrazado a tu vecino o vecina de asiento con el aliento apestando a cerveza. El fútbol es así. Y la música todavía no nos la han arrebatado.

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Sigue al autor en Twitter @jordigarrigos