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Television

La segunda temporada de 'Stranger Things' sería buena si no fuera por el sexismo

Estoy enamorada de la segunda temporada de 'Stranger Things'. Excepto por todo el sexismo del cine de los ochenta.
Todas las imágenes por Netflix

Este artículo fue publicado originalmente en Waypoint, nuestra plataforma dedicada a los videojuegos.

A continuación, spoilers no tan graves de la segunda temporada de Stranger Things.

Acabé de empezar el sexto episodio, no he terminado, pero hasta ahora, la segunda temporada de Stranger Things está rompiéndola en todo aspecto con un ambiente inspirado en los ochenta. Es mucho más fuerte que la primera, con un ritmo más ajustado; se siente como un thriller de terror en sí mismo, con la confianza de ser su propio producto, y menos como el revoltijo de Goonies/ Gremlins/ Aliens/ y en general de las típicas tramas de Spielberg de los ochenta que definieron a la primera temporada.

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Los personajes fueron desarrollados con más cuidado y les dan un poco más de espacio para respirar fuera de su caricatura de película de los ochenta. Y la acción es mucho más intensa hasta ahora.

Las tramas típicas aún están ahí, claro. ¡Muchas de ellas son incluso divertidas! Hay un homenaje a E.T. en el quinto episodio, con Dusty dejando una carnada para una criatura de otro mundo. También está el comienzo de la temporada, con nuestros chicos del Club Audiovisual vestidos de Ghostbusters, que fue adorable. ¡Y el arcade!

Pero hay algo que es mucho menos genial y es el sexismo de las películas de los ochenta.

De hecho, no estoy hablando de la charla en los vestieres de los adolescentes; más bien de la trama que me tiene tan aburrida que me dan ganas de dormir: la de la "chica del grupo", o token girl como le dicen los gringos.

Miren, Eleven fue la chica del grupo de la temporada pasada. Ella es psíquica, con poderes psiónicos, una joven que huyó de un laboratorio demoniaco que hacía experimentos terroríficos (lo que abrió una entrada a la dimensión paralela, la cual puso en problemas a la pequeña ciudad de Hawkins). Michael, el líder facto del Club Audiovisual, estaba muy enamorado de ella, de la manera en que los más jóvenes se enamoran. Al final de la temporada, Eleven se desaparece de las vidas de su equipo.


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Cuando la niña nueva — Max, que tiene el récord en Dig Dug — aparece, Michael la rechaza, causando una división en el grupo. Los otros niños quieren salir con ella, pero Michael no. Mike sabe el clásico secreto de la sabiduría de los grupos de niños desde el principio de los tiempos: solo puede haber una niña. Las niñas no son personas con personalidades y complejidades individuales, son niñas.

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Conozco muchas personas que discutirían que está bien por la época en que ocurre o que es un comentario de algún tipo, pero realmente no creo que los hermanos Duffer hayan hecho algo para ganárselo.

Cuando Eleven aparece por medio segundo, en vez de unirse otra vez al grupo, lastima a Max por celos. Esa envidia se insinúa fuertemente, ya que ella ve a Mike y a Max tener su primera buena interacción en toda la serie. Incluso se sonríen por primera vez el uno al otro. Entonces, naturalmente, temiendo haber sido remplazada como la única niña —la chica del grupo—, Eleven se va.

Este estereotipo en particular cansa, está fuera de contexto y Dios sabe, es hiriente. Yo he sido objeto del pensamiento de "la chica del grupo" toda mi vida y, conscientemente o no, me enfrentaba a otras mujeres por estatus social en los grupos dominados por hombres. Ciertamente no soy la única— Cecilia D'Anastasio, en Kotaku, escribió una pieza fantástica al principio de este año sobre qué tan pernicioso puede ser esto entre mujeres en el mundo de los videojuegos.

Supongo que Mike no es del todo malo. El es el único niño que está en contra de literalmente prostituir a su hermana con citas amorosas, que es la única divisa que tienen los chicos del Club Audiovisual frente al idiota adolescente que trabaja en la sala de juegos. Pero sospecho que eso es porque ella es su hermana, y no porque haya ninguna noción de igualdad o decencia o algo así.

Todavía disfruto muchísimo la serie y otros aspectos de los ochenta. Pero aquí va un consejo profesional para los productores de televisión: si quieren comentar algo, tienen que realmente decir algo sobre eso. Si no lo hacen, están propagando la misma mierda de antes.