Recordando la música de Bayard Rustin, asesor de Martin Luther King Jr.
Crédito de la foto principal: Patrick A. Burns / Getty Images

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Música

Recordando la música de Bayard Rustin, asesor de Martin Luther King Jr.

El cantante y activista declarado abiertamente homosexual ha quedado a la sombra de un movimiento que contribuyó a crear.

El sentimiento de autoafirmación que los niños afro-estadounidenses experimentan en los EE. UU. a través de la educación convencional es terriblemente inadecuado, por no decir completamente inexistente. Este vacío te pasa desapercibido mientras estás en la escuela y te hablan por encima de los logros de Martin Luther King Jr., Thurgood Marshall, Rosa Parks y Jackie Robinson. Normalmente, suele ser un libro que lees durante tu primer año en la universidad, un documental que te recomienda un compañero o una trama en redes sociales lo que te lleva a pensar: "Fuck, me estoy perdiendo de algo". Para mí, descubrir los avances que hicieron los afro-estadounidenses dentro de la industria automotriz, agricultura, política y otros sectores tras acabar la prepa me vino acompañado de un sentimiento de asombro y orgullo, pero también de rabia extrema. Me hicieron emputar los poderes institucionales que decidieron que yo les sería más útil si era una persona que desconocía  todas mis habilidades. Me emputaba la gente blanca que asociaba al poder institucional. Pero sobre todo, esa rabia me llevó a informarme yo solito sobre el progreso que habían hecho generaciones pasadas para después poder transmitir esos conocimientos a mi familia, amigos y cualquier otra persona dispuesta a escuchar. Estas revelaciones todavía siguen y sospecho que nunca morirán. Hace unos cuatro años, descubrí lo que seguramente es uno de los mayores olvidos dentro de la historia afro-estadounidense cuando un amigo me hizo ver un documental titulado Brother Outsider: The Life of Bayard Rustin.

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El docu narra la vida del estratega y activista político y social Bayard Rustin. Era un tipo alto y lleno de carisma que, en la peli, es recordado por muchos seres cercanos como una persona con una cantidad de valor excepcional. Durante su cuarto año en la Universidad de Wilberforce en Ohio, lo expulsaron por organizar una huelga a modo de protesta por la mala calidad de la comida en la cafetería. En 1942, en un autobús que iba de Louisville a Nashville, Rustin se negó a sentarse al fondo y fue golpeado y encerrado en un calabozo, 13 años antes de que Rosa Parks hiciera algo similar en Montgomery, Alabama. Sus valores cuáqueros, que cuentan con más de 350 años de lucha contra la violencia, lo llevaron a pasar 26 meses en la cárcel por negarse a ser enrolado como soldado en el draft de 1944 de la Segunda Guerra Mundial. Fueron estos principios contra la violencia los que acabarían influyendo la faceta más conocida de la agenda política y social del Dr. Martin Luther King. Antes de que Rustin se uniera al consejo de King, el hombre que ha pasado a ser conocido como el tipo que ofrecía la otra mejilla, guardaba pistolas en casa y tenía guardias armados para proteger a su familia. Bayard también organizó la marcha por el trabajo y la libertad en 1963 en Washington, que llevó a 200.000 personas a manifestarse en el distrito de Washington. Este resumen de los logros de Rustin debería ser suficiente para que nos preguntáramos por qué su nombre no aparece en ninguno de los capítulos de los libros de texto de los colegios públicos de EEUU. Muchos atribuyen este empeñado olvido al hecho de que Bayard Rustin viviera su homosexualidad con orgullo en una época donde era algo que se seguía viendo como una perversión.

Ignorar la historia de Rustin nos parece todavía más criminal si seguimos explorando todas las facetas de su trabajo. Su obra como estratega político y organizador no puede apreciarse del todo si desconocemos su pasión por la música. En la Universidad de Wilberforce, Bayard cantó en un cuarteto y viajó por todo el país presentado su acto. Cuando lo expulsaron de clase y se mudó a Harlem, en un principio encontró trabajo como cantante con el cuarteto de Josh White, un popular cantante de blues de los años 30 y 40 que utilizaba su trabajo para denunciar las injusticias sociales. En una breve grabación de audio publicada en YouTube titulada "You Don't Have to Ride Jim Crow", se puede ver una galería de fotos en blanco y negro de Rustin durante manifestaciones, sonriendo junto a Martin Luther King Jr.

El video muestra su respeto por Irene Morgan, una mujer que se negó a ceder su asiento a una pareja de raza blanca en Virginia en 1944. Acaba cantando: "Algún día todos seremos libres / Cuando la acción conjunta cambie la marea / y negros y blancos se sienten unos al lado de los otros / Oh algún día todos seremos libres". Escuchar esa voz desnuda y esas emociones, junto con fotos de gente alzando la mano en señal de victoria, nos despierta sentimientos espontáneos de orgullo y tristeza; orgullo porque nos sentimos agradecidos por Rustin y cualquiera que reunió el coraje suficiente para luchar por los derechos que ahora podemos disfrutar como estadounidenses de color. Y tristeza porque la libertad por la que aspira todavía no está del todo asegurada. Porque como ellos, por tener el aspecto que tengo, todavía puedo ser asesinado por un hombre blanco y que mi muerte pase desapercibida, más de 50 años después de que Bayard expresara estos deseos.

Hay dos antologías de canciones de Rustin más atemporales en iTunes tituladas Bayard Rustin Sings a Program of SpiritualsElizabethan and Negro Spirituals. Los dos discos fueron publicados originalmente a principios de los 50 vía Fellowship Records, una disquera propiedad de Fellowship of Reconciliation donde Bayard trabajaba como organizador juvenil y aprendió a ser un manifestante pacífico. Estas canciones son una prueba de que sus esfuerzos creativos nunca podrán separarse de su obra política. Resucitar estos cantos, que básicamente soñaban con días mejores incluso si los encontraban en el más allá, y situarlos al lado de la lucha asociada al Movimiento por los Derechos Civiles casi cien años después de la abolición de la esclavitud en EEUU, nos sitúa en un momento crucial en la historia afro-estadounidense. Estas actuaciones también destacan la visión de Rustin que, hasta su muerte en 1987, nunca abandonó su firme lucha por la igualdad en todos los frentes, para toda la gente. Es una verdadera pena que por el estilo de vida que llevaba Rustin haya tenido que pasar la mayor parte de su carrera política en la sombra, asesorando a gente menos preparada para que fueran ellos los que hicieran el rol de líder. Es una pena que tengamos que ver una peli o encontrar una obra de literatura para descubrir que existió gente como él o pioneros como Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. Pero con un poco de suerte, a medida que la gente se va haciendo más tolerante ante algunas de las diferencias que encontramos en este mundo, podremos acabar situando a esta gente en el lugar donde merecen.