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Viajes

Viajar puede ser una mierda si eres un exconvicto

Aún después de pagar tu deuda con la sociedad, todavía te pueden rechazar la entrada a otros países.

Pasar inmigración en un aeropuerto puede ser una mierda para cualquier persona. Tienes que lidiar con largas filas, con la incertidumbre de no saber qué es un objeto de contrabando y con la posibilidad de no poder entrar al país que quieres visitar. Pero todo esto puede ser aún peor si eres un exconvicto. Basta con preguntarle a Jeremy Meeks, también conocido como "Hot Felon". A él se le negó la entrada al Reino Unido el mes pasado, incluso cuando obtuvo su permiso de trabajo, se programó para sesiones de fotos, y consiguió permiso de su oficial de libertad condicional para viajar.

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Estuve muy asustado antes de un viaje a Irlanda que hice hace un tiempo. He oído todo tipo de historias sobre exconvictos a los que se les niega la entrada a algún país extranjero. Muchas de ellas se centran en países como Canadá, Reino Unido, Estados Unidos y Australia. Y todos estos chismes me hicieron buscar en chats en Internet. Sin embargo, toda la información que recibí fue confusa, vaga e inconclusa.

Tenía mi pasaporte, había prestado servicio militar e incluso había concluido mi periodo de libertad condicional. Pero dada la poca información que encontré sobre el tema, esperaba lo peor. Había ido a Jamaica el año anterior —mi primer viaje por fuera del país desde que se acabó mi libertad condicional— y después de haber sido señalado y detenido en la aduana cuando volví a los Estados Unidos, entrar a Jamaica no me pareció tan duro. Estaba rezando para que mi viaje a Irlanda fuera igual.

"Desde los acontecimientos del 9/11 es mucho más difícil… Mi experiencia con Australia y con Estados Unidos me ha enseñado que nunca debo admitir que tengo antecedentes criminales en mis documentos de entrada".
Greg Newbold

Las reglas varían según el país, pero generalmente algunas condenas —especialmente tráfico internacional de drogas y cargos de turismo sexual— impiden que una persona pueda tener un pasaporte norteamericano. Cualquier persona que siga bajo libertad condicional, bajo supervisión, o que esté enfrentando un cargo nuevo, no puede salir del país. Muchos países tienen reglas que determinan que los exconvictos deben tener una exención especial antes de entrar a otro país, pero los países que tienen como única regla de admisión el pasaporte, usualmente no buscan los cargos penales de la persona. Puede ser difícil encontrar información para países en específico porque las leyes refuerzan la discreción de las restricciones fronterizas. Por eso, mientras un exconvicto puede entrar a un país sin dificultad, a otro se le puede negar la entrada.

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"A todo el mundo le dan nervios al pasar por la aduana", afirma el doctor Stephen Richards, fundador del Grupo de Criminología de Convictos, un grupo de profesores exconvictos. "La diferencia con los exconvictos o con la gente que ha cometido delitos es que hemos oído todo tipo de experiencias en las que les han negado a diferentes personas la entrada a ciertos países", afirma. El doctor Richards es un exconvicto que estuvo preso casi una década en los años 80 por marihuana. Cuando salió, se convirtió en profesor de criminología.

"Es el caso de un profesor exconvicto de Nueva Zelanda que viajó a Los Ángeles y le negaron la entrada. Lo pusieron en un avión y lo enviaron de vuelta. Tuvimos caso con otro miembro de nuestro grupo, norteamericano, que no dejaron entrar a Japón. No pudo salir del aeropuerto y allí lo retuvieron en una celda para mandarlo de nuevo a Estados Unidos. Le negaron la entrada por un delito de hace 30 años".

La mayoría de la gente en nuestro grupo no ha experimentado este tipo de problemas porque no se trata de un problema de un viaje. Pero eso no impide que pueda pasar en el futuro.


"Al salir de la cárcel pensé que no iba a poder tener un pasaporte. Traté de investigar sobre el tema pero no encontré nada de información", me dijo Grant Tietjen, un exconvicto que estuvo preso dos años por drogas al principio del nuevo milenio y ahora es un profesor asistente en la Universidad de St. Ambrose. "Tuve mi pasaporte en 2008 porque iba a un viaje a Dinamarca y a Suecia para una conferencia relacionada con mis estudios. Tuve el mismo miedo y ansiedad que los otros exconvictos. Me preguntaron sobre el propósito de mi entrada al país y traté de estar lo más relajado posible. Eso fue todo", afirma.

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"Son súper estrictos en Canadá. Tener una historia criminal es la principal razón por la que niegan la entrada a las personas al país", me dijo Matt Hendler, un asesor de FW Canada, firma de abogados especializada en inmigración canadiense. "El delito más común que rechaza la entrada de personas en Canadá es la infracción por conducir bajo la influencia de drogas o alcohol", afirma.

Según la ley canadiense, una persona que haya cumplido alguna sentencia sólo puede entrar si ya pasaron 10 años después de cumplirla, siempre y cuando sea esta la única infracción de sus antecedentes. Pero este límite de tiempo no aplica para todos los crímenes.

"Digamos que alguien cometió un crimen sexual, un crimen violento, fraude o un delito financiero", me dijo Handler, "para esa persona el crimen no se va nunca. Tiene que pasar una solicitud para resolver el problema". Como estaba pensando en hacer un viaje a Vancouver, le comenté a Hendler mi caso. ¿Entraría a Canadá un exconvicto no violento con un delito relacionado con drogas? "En tu caso", me respondió, "tendrías que enviar una solicitud. El tiempo no va a ayudar tu caso. Te toca llenar una solicitud que resuelva tu inadmisibilidad llamada Rehabilitación Criminal". Todo suena muy complicado, teniendo en cuenta que hay varios exconvictos que pueden entrar sin complicaciones".

"Viajé por primera vez a Estados Unidos en 1989", me dijo Greg Newbold, un profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda que estuvo preso por un delito relacionado con drogas cuando era joven. "Antes de eso, no sabía los problemas a los que se enfrentaban los exconvictos cuando quieren viajar. No era tan grave en la década de los ochenta. No tenías problemas si no ponías que tenías condenas en tu carta de llegada", afirma.

"Desde los acontecimientos del 9/11 es mucho más difícil. Los únicos problemas que he tenido es con Estados Unidos y con Australia. El creciente problema de terrorismo y refugiados ha causado que Australia haya endurecido sus procedimientos recientemente, y no sé qué tan fácil o difícil sea de ahora en adelante. Mi experiencia con Australia y con Estados Unidos me ha enseñado que nunca debo admitir que tengo antecedentes criminales en mis documentos de entrada".

Llamé al consulado irlandés en Chicago antes de mi viaje para que me aclararan si iba a ser admitido en el país siendo un exconvicto. El consulado dijo: "Si su país le dio un pasaporte para viajar, entonces quiénes somos nosotros para negarle la entrada". Eso me tranquilizó y en mi llegada al país me dejaron entrar sin ningún problema.

"La duración de la condena puede tener algo que ver con eso", me dijo Tietjen. "Pero son experiencias aleatorias las que tiene la gente. No hay ningún método. Algunos serán señalados, o perjudicados. Pero el resto del tiempo no pasa nada", afirma. Al ser los exconvictos todavía un grupo marginalizado que cada vez es más grande, parece ser que la arbitrareidad es la principal razón.

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