El Tiang Zan (Sky Burial en inglés) es uno de los rituales funerarios más importantes para los tibetanos. En Luo Ruo, un pequeño pueblo en las montañas habitado por monjes, se celebra diariamente esta ceremonia en la que los cadáveres son entregados a los buitres, encargados de transportar las almas al cielo. Desde que supe de este ritual me atrajo enormemente, pues reunía varios de mis ingredientes favoritos: tradiciones populares (no recreaciones), rituales religiosos y montañas de clima hostil.
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Sobre el terreno fueron dos días de trabajo en los que un amigo chino me sirvió de traductor. El primer día hablamos con algunos monjes sobre el ritual y en Tiang Zan Li Yi Qu, el área reservada para la celebración, tomé notas con tiempo describiendo aquel extraño lugar lleno de restos humanos. El segundo día regresamos, pero lo hicimos tan temprano que hubo que esperar varias horas para que empezara a llegar la gente. En esa espera unos amables monjes no dieron alguna de esa información que no aparece en Google, como la localización de los cadáveres, que se encontraban en una pequeña sala en el pueblo recibiendo bendiciones. Nos llevaron hasta aquel lugar. Unos hombres salieron de una furgoneta y me pidieron hacerse fotos conmigo. Después de posar con ellos me dieron las gracias. Eran los familiares de los muertos.Al rato volvimos al monte y se celebró el ritual. Dos cuerpos fueron desollados y troceados por un monje budista y cientos de buitres descendieron de una colina cercana para hacer su trabajo. Después de los primeros minutos me coloqué con la cámara bien visible al lado de los familiares y pedí permiso. Fotografié y tomé notas con todo el respeto que pude, sin interferir en el ritual ni fotografiar a los familiares; convencido de que no estaba asistiendo a un rito macabro ni a una recreación chamánica y sangrienta, sino a una ofrenda íntima a los dakinis (“bailarines del cielo” en tibetano). Una forma de dar vida a otro seres cuando la muerte deja un cuerpo humano vacío.
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