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Cultură

Las niñas lindas cavan tumbas

Amigos y parientes de víctimas de la violencia en Torreón, tratan de comunicarse con sus muertos a través de médiums o vía Facebook.

Torreón es la séptima ciudad más insegura del mundo, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal. El miedo a morir violentamente se ha convertido en angustia por saber cuándo y de qué forma ocurrirá. Siendo una ciudad pequeña (de apenas 600 mil habitantes), la gran cantidad de militares, federales y policías municipales que desfilan estratégicamente por la ciudad se transforma en psicosis colectiva. Cualquier detonación retumba hasta en el último rincón del municipio, y al ver correr camionetas de lujo sin placas, escuchar sirenas, y leer chismes en Facebook y Twitter, la paranoia ha sitiado a la ciudad en una interminable crisis de pánico.

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No es para menos. A diario asesinan por aquí. Cuatro en un antro, tres en una colonia popular; dos amanecen colgados de un puente peatonal, mientras uno más es incinerado dentro de su propio automóvil. Al día siguiente 34 son masacrados en el interior de un bar. Los lugares donde ocurren estas tragedias quedan marcados bajo el estigma del dolor, el miedo y la angustia. La gente no desea volver a pasar cerca, incluso las rutas de transporte público deben cambiar su orientación para evitar enfrentarlos. El problema es que siendo una ciudad tan chica, todo te queda cerca y de pasada.

Encontrarte repentinamente en medio del fuego cruzado, o ser sorprendido por una venganza a la lealtad traicionada por algún comercio (mientras ejerces como cliente), son miedos que desde el 2008 han crecido hasta trastornar mentalmente a los habitantes de Torreón. Y es que al parecer, no hay quien no tenga al menos un conocido que haya muerto a causa de la ola de violencia que el cruce de grupos criminales en la región ha traído por resultado.

Ciudad industrial de Gómez Palacio, zona conurbada con Torreón. Este punto es clave para levantones, robo de autos y ha atestiguado cientos de balaceras en los últimos seis años.

La ciudad aparece desolada, un verdadero desierto. Aún así, hay gente con ganas de salir por alcohol, drogas y diversión. He llegado a escuchar que algunas personas disfrutan esa situación, pues muchas sustancias pegan más duro mientras la adrenalina y el peligro se encuentran a tope. Para otros, armar fiestas en casa es la única opción, además de que hoy, los antros han mutado en elefantes blancos.

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Hace dos años, cinco chicas decidieron que podrían permanecer encerradas por miedo, pero no sobrias ni aburridas.

Organizaron una piyamada con vodka y frituras light en la casa de dos de ellas. Antes de la fiesta, Erika —una de las dueñas de la casa— decidió pasar a saludar a su novio quien estaba en la inauguración de Las Marías, un country-bar de clase media alta. No esperaba que un comando interrumpiera la velada para abrir fuego, herir a veinte personas y asesinar a ocho, entre ellas Erika. Según los testigos, los muertos y heridos fueron muchos más que los que reportaron las cifras oficiales.

Conocía a una de las chicas que organizaron la fiesta y a finales del 2011, me invitó a leer lo que ella y sus tres amigas —quienes se quedaron esperando a Erika esa noche— le escriben en el muro de su Facebook. Demasiadas dudas y tristezas. Empecé a hablar con ellas por el mismo medio, y pronto les propuse visitar a un médium para saber que pasó con su amiga durante esa triste noche de mayo. Pensé que les sorprendería (y quizá ofendería) mi propuesta, pero sorpresa fue la mía al recibir una pronta respuesta afirmativa.

Centro comercial en abandono por amenaza de bomba.

Contacté a Óscar, un espiritista al que me recomendaron por ser alguien profesional, abierto y preparado. Me pidió una entrevista con los involucrados directos a la que yo no pude asistir.

La sesión se realizó en mayo de 2012, en el consultorio de Óscar. El lugar era demasiado alejado del cliché para un sitio de este tipo: una elegante casona en el primer cuadro de la ciudad con muebles y escaleras diseñadas en fina madera, viejos mapas decoraban las paredes, y decenas de libros de Freud, Lacan, Reich, magia y ocultismo estaban por todas partes. El punto de encuentro para la sesión, era una especie de sótano al que entraba muy poca luz; alrededor había una mesa redonda, un armario antiguo, plantas de la región, un gran espejo y numerosas velas iluminaban el lugar.

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Diana, Lorena, Mariela y Adriana llegaron puntuales y muy nerviosas en un solo auto. Yo las esperaba acompañado de Iván, y dos cámaras. El médium me permitió —a cambio de una buena explicación y una suma extra de dinero— hacer un registro de la experiencia.

Antes que saludar, el médium preguntó si las cuatro iban protegidas. A Iván y a mí nos ató un cordón rojo en la muñeca izquierda, y comenzó a rociar agua mientras él balbuceaba algún tipo de oración y nosotros acomodábamos el equipo. Para mi sorpresa, encontré más conceptos provenientes del cristianismo de los que hubiera imaginado. Eso calmó un poco los nervios que se veían en todos. Óscar dedicó la primera parte de la sesión a proteger el lugar de encuentro, para después emprender una oración de protección para las almas ahí presentes: “…fuera de aquí toda influencia negativa… en el nombre de Dios consagro este lugar… éste es mi sitio de poder…”

El médium les explicó que estaban a punto de atravesar un portal espiritual. “Les suplico que piensen en su amiga, se concentren en ella y le pidan ayuda”, dijo. Las cuatro dijeron estar seguras y entonces inició el proceso de invocación: “Uno en todos y todos en uno/ Nos unimos en una sola fuerza, en un solo poder/ A fin de atraer desde el espacio infinito/ Energías positivas que bendigan este portal espiritual/ Para encontrar y atraer a nuestra hermana Erika”.

Óscar se retrajo y comenzó a balbucear aceleradamente un léxico desconocido. De pronto empezó a tener espasmos que progresaban en fuerza e intensidad. Las chicas volteaban a verse. Una incluso sonrió. “¡¿Qué quieres? ¿Qué es lo que quieres de mí?!” gritó alterado el médium. Pasaron eternos segundos hasta que Adriana comprendió que no era Óscar quién preguntaba, sino su amiga Erika.

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Fue muy extraño y tenso. Mariela empezó a llorar y eso inquietó a las demás. Lorena, la hermana de Erika, no dijo una sola palabra durante el encuentro. Parecía ella también estaba en otro lugar. Nadie sabía qué decir o preguntar. Sólo Adriana, que estaba tomada de la mano de Óscar, se atrevió a conversar con Erika.

Adriana: Erika, ¿Cómo estás?… todo fue horrible.
Óscar: Todo es horrible…
Adriana: ¿Cómo estás?, ¿podemos ayudarte?
[Silencio sólo interrumpido por tímidos sollozos].
Adriana: ¿Qué te pasó?, ¿cómo estás, Erika?

Después de otro silencio, y en medio de fuertes nudos en la garganta que esporádicamente rompían en llanto, Erika empezó a narrar en voz de Óscar lo que pasó aquella noche. Fuertes espasmos, llanto en Óscar y un padre nuestro dieron por cerrado el asunto. Nueve minutos duró la sesión. Imagino que la tensión nos hizo a todos recorrer el tiempo en proporciones diferentes.

Óscar y Lorena buscan a Érika, quien murió baleada en un bar. 

Días después me entrevisté con Lorena, la hermana de Erika, quien tiene 24 años, y con Óscar, por separado. En esas fechas, Lorena dejaba mensajes como éste en el muro de Facebook de su hermana: “Quiero, necesito escuchar música contigo… aquí te imagino conmigo en silencio, prestando atención a lo que sale de las bocinas. Y aquí estas”.

José Jiménez Ortiz: No hablaste ni mostraste mucha sorpresa el día de la sesión.
Lorena: No por fuera.

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¿Cómo te sentiste en la sesión?
Mal, muy tensa, terminé con un dolor de cabeza que me duró un par de días.

¿Crees que realmente Erika habló por medio del médium?
No sentí la paz que su presencia me hubiera dado, pero creo que estoy más tranquila al haber escuchado lo que pasó. Todo fue muy lógico. Pero me cuesta creer un poco todo, es demasiado fuerte y complejo.

Tus amigas y tú le escriben mensajes frecuentemente. ¿No es más difícil de creer que tu hermana pueda leer esas cosas que hablar con ella a través de un médium?
Son cosas para mí, necesito sacarlas de alguna manera. Mucha gente va al cementerio a dejar flores, o a orar a una iglesia. Esas actividades me son un poco ajenas, el Facebook sí era una actividad cotidiana que compartía con mi hermana. Aunque sepa que no puede ver lo que escribo, es algo que me da mucha paz.

¿Qué pensarías si recibieras un día un correo electrónico de erika? ¿O un mensaje en Facebook? ¿O que un día tuiteara algo o te hablara por Messenger?
No creo en los fantasmas… quiero pensar que vive en mi memoria y mi corazón solamente.

¿Entonces, por qué acceder a buscar a un médium?
Son cosas diferentes. Una cosa es creer que un ser se materializa y es capaz de teclear una computadora para responderte un inbox, y otra esto del médium.

¿Crees entonces que lo del médium es una cosa seria?
Sí. Y el cómo realizan su trabajo es algo que prefiero no averiguar, ni de dónde toman el poder o la energía para hacerlo. Quiero pensar que mi hermana es un alma buena, y la energía que ayuda al médium, viene de Dios. Creo en el manejo de energías, y temo al mal uso de ellas.

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Esta sesión duró alrededor de nueve minutos aunque para todos transcurrió de forma diferente.

Según Óscar, quien tiene 52 años, “el poder de hablar con los muertos no me lo dan ni Dios ni Satán. El único que puede dártelo es el mismo muerto”. Y esto fue lo que me explicó sobre su oficio:

José Jiménez Ortiz: ¿Qué es un médium?
Óscar: Un medio que permite conectar dos mundos; somos capaces de interactuar con vivos y muertos, así como descubrir cosas buenas y malas de las personas.

¿Quién te enseñó o dónde aprendiste esto?
Nadie puede enseñarte. En ningún lugar puedes aprenderlo. Es un don con el que naces. Aprendes a controlarlo, decides cómo ejercerlo, pero eso es diferente.

¿Entonces, cuándo descubriste que eras un médium?
De pequeño todo en ti es normal. En casa pensaban que era un niño con mucha imaginación. En la adolescencia, cuando puedes generar problemas graves, te comienzan a tomar en serio.

Entonces, aquellas cosas que platicaba sentir, ver y escuchar, fueron tomadas de forma distinta. Entonces fue un shock darme cuenta de que yo era el único que podía hacer eso.

¿En qué consiste exactamente tu don?
Veo muchas cosas alrededor de la gente: objetos, palabras, personas, figuras…

¿Quién te apoyó cuando descubriste tu facultad?
Mi madre no sólo me apoyó, sino que también fue la que me enseño a usarlo de buena forma, para hacer el bien de manera responsable.

¿Crees que haces un bien a las personas que recurren a ti?
Totalmente. Las personas que pierden a un ser querido, sobre todo en situaciones inesperadas, desarrollan una gran herida, un dolor que no bajará de intensidad hasta no tener alguna pista de sus muertos. Yo soy un medio que emplean los muertos para sanar esta situación. Nunca he utilizado esto para dañar a nadie. Y aunque quisiera, no tengo el poder. Yo soy un instrumento solamente.

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¿Recuerdas tu primera experiencia extraña con el mundo de los muertos?
La primera no. Es difícil tener recuerdos de una edad anterior a los cuatro o cinco años. Nunca tuve miedo, porque viví eso desde siempre. El miedo nos lo inculca la sociedad, y al ser un niño, era algo normal para mí, sin morbo ni pensamientos negativos al respecto.

¿Has tenido problemas por tener este don, al grado de preferir no tenerlo?
El ser diferente siempre trae problemas, pero para mí es una bendición porque puedo hacer, ver y sentir cosas por las que mucha gente daría lo que fuera. Por otra parte, no es algo a lo que yo pueda renunciar, forma parte de mí. Podría intentar ser indiferente, ignorarlo, pero sería rechazar lo que soy.

Me siento muy afortunado de poder ayudar a las personas, no creo que deba ocultar quién soy, ni sentirme avergonzado por ello.

¿Cómo ayudas a la gente que recurre a ti?
La peor parte de ser un médium es cuando sabes que algún mal está cerca de las personas. Puedes advertir un escenario futuro lleno de peligros, pero no forzar a nadie a que haga o deje de hacer algo. Por otra parte, lo que ya te mencionaba: ayudar a sanar heridas de vivos y muertos, comunicando mensajes que por situaciones inesperadas fue imposible de entregar personalmente. No sabes la tranquilidad que le da a una persona saber que su hijo, madre o esposo pueda comunicarles que está bien.

¿Los que no tenemos ese don, podemos comunicarnos con nuestros muertos o necesitamos forzosamente un médium?
Los espíritus se manifiestan de muchas maneras, pueden ser luz, un sonido, un cambio de clima efímero. La capacidad para percibir eso es la diferencia.

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El aumento en los índices de violencia en Torreón ha significado el tener a diario a muchas personas arrancadas de este mundo de forma inesperada…
Eso representa un gran peligro. Son almas perdidas, con un gran dolor. Pueden hacer mucho mal.

¿Esto le ha representado a usted una sobrecarga de trabajo?
Naturalmente. No sólo de las personas que recurren a mí (que son cada día más) para ver qué pasó con sus muertos. También implica una gran responsabilidad, pues puedo ver deambular muchas cosas por esta ciudad, unas que han pasado, y otras que están por pasar.

¿Es entonces Torreón un lugar cargado de cosas malas?
Además de las balas, sangre, lagrimas y el dolor de miles de personas, no sabes la cantidad de cosas que puedo ver en la ciudad. De verdad, no te gustaría ver lo que realmente ocurre aquí el día de hoy.

¿Por qué una persona como yo no puede ver nunca nada de esto?
Será que tienes mucho miedo a hacerlo.

Estas entrevistas e imágenes forman parte de Semiotic and Chaos, un proyecto artístico que explora la experiencia de una sesión espiritista para ensayar posibilidades de acción y construcción de la subjetividad frente a este quiebre de la razón —y de los conceptos de tiempo, espacio, vida y comunicación— tan normado y regulado por la violencia. Ante la falta de respuestas razonables por parte de las estructuras de conocimiento lógicas de nuestra realidad, la gente recurre a plataformas como los médiums para encontrar sentido en los fenómenos que la violencia genera en nuestra vida cotidiana. En Semiotic and Chaos el imaginario, las representaciones mentales y la visualidad en franca tensión, nos permite comprender que la esfera pública expandida gracias a las tecnologías y los fenómenos paranormales son más parecidos de lo que pensamos. Al final, mandar algún correo electrónico a un muerto o creerle a un médium se vuelve la misma cosa.

En 2010 empecé a trabajar proyectos en torno a las consecuencias de la violencia generada por el crimen organizado en Torreón, Coahuila. Utilizo como punto de partida la información generada en redes sociales por familiares y testigos directos de este tipo de acontecimientos. Así desarrollé los proyectos A map is not the territory (2011) video que documenta cómo la ciudad reorientó su cartografía a partir de lugares donde han ocurrido masacres; abrí una empresa que administra las redes sociales de personas que mueren en este contexto de violencia llamada vivireternamente. org (2012); My Dead Friends (2011), un proyecto que consiste en acciones a partir de una serie de cuentas de Facebook que abrí para la gente que es asesinada en mi ciudad; y mas recientemente, este proyecto llamado Semiotic and Chaos.

Si quieres conocer más sobre los proyectos de José Jiménez Ortiz puedes visitar www.jmnz.mx y www.vivireternamente.org.