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La explotación de los huérfanos en Camboya

Dueños de orfanatorios abusan sexual y físicamente de los niños, mientras que los padres los venden debido a la crisis del país.

(Imagen vía)

Hace mucho tiempo, mucho antes de que Angelina Jolie se hiciera la mastectomía, adoptó a un niño camboyano. Esto llevó a que personas privilegiadas de todas las nacionalidades en Occidente corrieran a los orfanatorios del país con la esperanza de cuidar de un niño y de su propio ego.

Sólo en 2012, Camboya recibió 3.5 millones de turistas, así que era sólo cuestión de tiempo antes de que alguien se diera cuenta de que los cientos de orfanatorios en el país podían ser explotados como una atracción turística para el creciente número de extranjeros.

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El boom de los orfanatorios comenzó a principios de los setenta, cuando Pol Pot merodeaba por el país, dividiendo pueblos, masacrando familias y encarcelando a la población educada en su intento por ganar la guerra civil. Esta estrategia funcionó para Pol y sus Jemeres Rojos, pero dejó a miles de niños desplazados, así que las ONG llegaron para salvar el día con la construcción de orfanatorios en todo el país.

Treinta años más tarde, Camboya tiene más de 500 orfanatorios; esta figura se ha duplicado en la última década, porque supuestamente es más fácil recibir grandes donaciones que trabajar. Lamentablemente, esta pequeña artimaña se ha generalizado, y la explotación de los huérfanos en Camboya se ha convertido en una industria multimillonaria.

El Dr. Setan Lee, un camboyano que sobrevivió a los Jemeres Rojos, ha visto cómo esta corrupción se extiende a todos los orfanatorios del país. Hay occidentales que vienen a Camboya con la pretensión de ayudar a los huérfanos, me dijo Lee, pero “literalmente, lo único que hacen es satisfacer su exuberante estilo de vida”, canalizando las donaciones destinadas para los niños hacia sus propios bolsillos.

(Imagen vía)

Los planes de acogimiento y planeación familiar son quizá mucho mejores alternativas a los orfanatorios, lamentablemente estos no tienen el alcance necesario en Camboya, en gran parte debido a la economía tan pobre del país. Según Tara Winkler, fundadora de Cambodia’s Children’s Trust (CCT), es esa economía y la “falta de apoyos alternativos” lo que hace que los padres se “sientan obligados a enviar a sus hijos” a los orfanatorios.

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Tara agrega que existe una percepción común entre los padres camboyanos de que, si envían a sus hijos a los orfanatorios, ahí tendrán “una educación, acceso a cuidados médicos y una mejor nutrición”. Esa percepción ha hecho que los orfanatorios pasaran de albergar únicamente huérfanos, a huérfanos y niños de familias pobres.

En efecto, según un estudio de 2011 realizado por UNICEF, se estima que tres de cada cuatro niños en los orfanatorios de Camboya tienen todavía un padre con vida. Eso parece salirse de la definición de “huérfano”, pero a las personas encargadas no les importan cosas como las definiciones o la moral, porque entre más niños tengan a su cargo, más donaciones reciben. Un esquema bien intencionado que se ha convertido en un nido de corrupción, en el que los orfanatorios incluso ofrecen pequeñas cantidades de dinero a los padres a cambio de sus hijos.

Ahora están surgiendo orfanatorios sin licencia por todo Camboya. Tara me informa que todos “operan sin un registro oficial y sin una documentación básica, como políticas de protección infantil”. Así que sólo podemos imaginarnos lo que ocurre a puertas cerradas, pero Tara está segura de que, lo que sea que ocurra en esos lugares, es algo profundamente corrupto. El Dr. Lee va más allá y asegura que en estos orfanatorios sin licencia los niños son “obligados a laborar en trabajos que no quieren hacer”. Es Oliver Twist, sólo que esta vez, en lugar de ladrones carismáticos, son cuidadores explotadores y corruptos quienes les arruinan la vida.

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Los niños en estos orfanatorios rara vez reciben una educación, y por lo general tienen que trabajar hasta que llegan los turistas, cuando los propietarios los sacan como carnada para donaciones. No es de sorprender con casi nada de esas donaciones se utilice para el cuidado de los niños. Y no es sólo el desgaste físico lo que sufren estos niños, también el daño emocional que sienten cuando sus padres los regalan a un lugar de trabajos forzados donde viven en condiciones aún peores que en las que vivían antes.

(Imagen vía)

Tara trabaja con muchos niños y familias en Battambang, una región al noroeste de Camboya, y sus observaciones sobre los sentimientos de los niños resumen el problema: “Imagina que eres uno de cien”, me dijo. “Imagina que realmente no entiendes por qué ya no estás con tu familia, e imagina cómo se siente extrañar a tus padres y hermanos, sabiendo que están a sólo unos minutos de distancia”.

Tara advierte que transformar a los niños en “atracciones turísticas lucrativas” no es el peor de los problemas en los orfanatorios de Camboya. El abuso sexual es cosa de todos los días, y de acuerdo con el Dr. Lee, los pederastas occidentales viajan a Camboya para trabajar en los orfanatorios con la intención de tener acceso fácil y no supervisado a los niños bajo su cuidado.

En 2007, la organización de Tara, CCT, rescató a 14 niños de un orfanatorio llamado Sprouting Knowledge Orphans, donde el director abusaba sexual y físicamente de los niños a su cargo. Tara me contó que los niños recibían “tan poca comida que tenían que cazar ratones y ratas para sobrevivir”. Tara ha trabajado en el país durante los últimos seis años, y me asegura que este tipo de casos son endémicos en los orfanatorios de Camboya.

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A principios de este año, un orfanatorio dirigido por australianos fue clausurado por acusaciones de abuso infantil y tráfico de niños. El orfanatorio en cuestión, el ominoso Love in Action, había “rescatado” a 21 niños de las calles de Phnom Penh y, como mucho otros, no estaba registrado. Una semana más tarde, el director de otra institución en la ciudad de Siem Reap fue arrestado por abusar sexualmente de dos niñas, una de 11 y la otra de 12 años. Su orfanatorio permanece abierto, pero se espera que sea clausurado pronto.

Aunque esto parece algo bueno en principio, cuando los orfanatorios cierran, o cuando los niños escapan o son demasiado grandes para quedarse, se ven obligados a regresar a las calles sin familia ni apoyo. Son vulnerables y susceptibles a terminar involucrados en trabajos no aptos para menores.

Las niñas por lo general terminan ofreciéndose a turistas sexuales geriátricos en bares pequeños y sucios, y otras, según el Dr. Lee, terminan trabajando en fábricas porque no tienen la educación necesaria para conseguir otro trabajo. Y aunque esto quizá sea mejor que el trabajo sexual, la vida del empleado de una maquila en Camboya tampoco es muy grata; sufren de malnutrición garantizada, salarios excepcionalmente bajos y sólo cuatro días libres al mes.

Al gobierno de Camboya le tomó 20 años establecer un sistema de justicia para castigar a los miembros de los Jemeres Rojos, responsables por el genocidio de finales de los setenta, así que es poco probable que intervengan pronto para poner un alto a la explotación de los orfanatorios. Para acentuar el problema, el Dr. Lee mi informa que “750 o mil dólares son suficiente para mantener a las autoridades calladas, así que, aunque estas personas deberían ir a prisión, es muy difícil hacer algo porque el gobierno es muy corrupto”.

Sin embargo, el gobierno ha prometido una investigación y, de ser necesario, redadas contra los orfanatorios. Sin embargo, no hay señales de que esto pueda ocurrir pronto. El objetivo más realista, según Tara y el Dr. Lee, es intentar mantener a los niños con sus padres, pero es más fácil decirlo que hacerlo cuando se vive en una cultura en la que los padres realmente creen que los orfanatorios ofrecen un mejor prospecto de vida para sus hijos.

Por supuesto, los orfanatorios con licencia que todavía hacen las cosas bien quizá logren dar a estos niños el futuro que se merecen. Quizá sea sólo cuestión de poner más atención a donde terminan esas donaciones.

Sigue a Sascha en Twitter: @SaschaKouvelis