Consultamos a cinco expertos para que nos contaran qué le faltó al decreto del cannabis medicinal

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Consultamos a cinco expertos para que nos contaran qué le faltó al decreto del cannabis medicinal

Una médica, un sicólogo, dos productores y un químico farmacéutico nos expusieron todas sus dudas sobre el decreto (y la ley que está por aprobarse) del cannabis medicinal.

El 22 de diciembre de 2015, el gobierno firmó el decreto para reglamentar el uso del cannabis medicinal estipulado en la Ley 30 de 1986. La norma será complementada por una ley que todavía se debate gracias a la insistencia del senador liberal Juan Manuel Galán: el proyecto 80 de 2014, que ya superó los dos debates en la Plenaria del Senado y está a la espera de hacer lo propio en la Cámara de Representantes. Nada está escrito, sin embargo, en los debates del Congreso. Ya en otras ocasiones este proyecto del senador Galán ha estado a un cacho de ser aprobado. Hay que esperar.

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Por ahora, y para entender qué preocupa y qué hace falta en el tema del cannabis medicinal, hablamos con una médica, un químico farmacéutico, dos productores y un psicólogo. Acá están sus aclaraciones.

Estandarizar procesos para hacer productos iguales

"Primera cosa clave: la marihuana y el cannabis son lo mismo". Eso me dice la médica Paola Pineda Villegas, quizás la persona que más le ha prescrito cannabis medicinal en el país a sus pacientes. Y es que entre el miedo y el prejuicio, el decreto y el proyecto de ley las definen como si fueran algo diferente, como si el cannabis medicinal fuera bueno y la marihuana fuera solo recreativa. Mala. Ella nos lo aclara: son lo mismo.

La diferencia es que, cuando uno habla de cannabis medicinal, implica necesariamente que un médico debe explicar cómo se utiliza, cuál es la dosis y qué le puede pasar al paciente. Además, su venta debe restringirse de alguna manera, pues no deberá venderse en cualquier almacén. Para ello, están las licencias.

El decreto planteó 4 tipos de licencias para quienes quieran involucrarse en la industria del cannabis medicinal en el país: licencia de cultivo, licencia de producción y fabricación, licencia de exportación y licencia de posesión de semillas. Aparte, impuso fuertes requisitos para quienes quieran acceder a cada una de ellas.

"Muchos productores están preocupados porque para cumplir los requisitos se necesitan muchas cosas. Pero es que estamos haciendo medicina. Si queremos dar medicina de calidad tendrá que haber unas condiciones, que creo que es parte de lo que quiere hacer el decreto".

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Con el boom mediático que ha tenido el tema del cannabis han aparecido cada vez más productores de cannabis medicinal que desarrollan casi siempre los mismos productos de manera artesanal: ungúentos, aceites herbales y gotas.

En el caso de las gotas de cannabis, que se usan tanto para la epilepsia como el insomnio y de igual forma para tratamientos de quimioterapia o esclerosis múltiple, todos los productores hacen la extracción con sus propias plantas. En principio, no suena mal. Pero, según la médica, este proceso dará porcentajes de distinta concentración de los dos cannabinoides principales, THC y CDB. Entonces, aunque sirvan para todo, son poco precisas las dosis. "Los porcentajes son muy importantes, hay que tratar de hacer producciones estables en el tiempo. No es lógico que el mismo tarro le sirva a todas las enfermedades".

Es necesario, por el bien de los pacientes, generar lo que pide el decreto: Buenas Practicas de Manufactura. Pero, sobre todo crear medicamentos estables, que en cada producción contengan los mismos principios activos para que sean más seguros a la hora de administrarlos a un pacientes. "Y los productores tienen una responsabilidad inmensa, que es seguir haciendo las cosas bien, mejorar todos sus procesos y volverse competitivos".

Para la m´dica, el tema de los pacientes se resolvió mucho con la Ley 30 de 1986, pues le permite al médico recetar. Pero el decreto, que pretendía facilitar el acceso del paciente a los medicamentos, se quedó corto en el tema.

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Prueba de Cromatografía. Foto Paola Pineda

Farmacias o tiendas naturistas :¿QuiÉn venderá el cannabis medicinal?

Joan Sepúlveda es químico farmacéutico de la Universidad de Antioquia, estuvo vinculado al Colegio de Química Farmacéutica de Colombia, y desde 2003 está involucrado en temas de normatividad farmacéutica. Para él, el decreto no habló de lo que realmente es importante para los pacientes.

"En mi lectura del decreto, creo que lo que se hizo fue crear un negocio que favorece a los grandes capitales que pueden tener las capacidades de inversión para generar las condiciones que quedaron establecidas. Además, una las grandes pérdidas del decreto es que solo se concentró en la marihuana, cuando en Colombia tenemos un potencial muy alto de plantas que pueden producir metabolitos activos. Nosotros tendríamos como país una posibilidad si dentro de la reglamentación de estas plantas habláramos del opio, la amapola, la coca".

Para Sepúlveda, la gran ventaja del decreto es que permite acceder al material vegetal. La falencia, por otra parte, es que el régimen de comercialización no quedó claro. Además, en cuanto a la transformación, no se sabe si serán productos fitoterapéuticos (cuyas sustancias activas provienen de material de la planta medicinal o asociaciones de estas y tiene propiedades curativas), como las extracciones que se han desarrollado hasta ahora de manera artesanal, o, por otro lado, productos alopáticos (que se hacen a partir de principios activos o metabolitos).

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"En ninguna parte dice que el producto se puede comercializar al por menor. Y la comercialización al por menor de productos farmacéuticos en Colombia está regulada. Si son productos alopáticos tienen que comercializarse en una droguería o en una farmacia-droguería y hay que entrar a revisar si el régimen de comercialización es un producto de venta controlada o un producto de venta libre o un producto de venta con formula médica. Si el producto es fitoterapéutico, para comercializarse en tiendas naturistas se rigen a partir del decreto 2266 de 2004".

Uno de los inconvenientes que ha tenido el tema de la regulación del cannabis medicinal, dice, es que ha sido una discusión más política que técnica, y que, además, el impacto mediático ha logrado que se hable mucho pero que se informe con poca precisión. Muchos todavía piensan que los pacientes irán fumando porros por la calle.

Según Sepúlveda, hace falta crear un régimen de registro sanitario para que haya unos laboratorios con unas condiciones mínimas que aseguren la calidad de unos productos. Aunque vendría otro problema: sería la primera vez que se entreguen productos naturales por parte de las EPS en Colombia, con el riesgo de que aparezca una empresa farmacéutica –que a propósito no se han manifestado mucho en el tema del cannabis medicinal– que le interese ese mercado y entre a sacar los cannabinoides como productos alopáticos y se monten un monopolio patentando el producto.

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"Mi gran pregunta es: si a mí me diagnostican una patología para la cual el Invima apruebe como uso terapéutico la marihuana, cómo voy a acceder a ese producto. La discusión siempre se ha dado pensando en que las mamás de los niños no tuvieran que enfrentarse al mercado negro -dice Sepúlveda- y con el decreto no solucionamos esos problemas, pero creamos un muy buen negocio".

¿Deberán los productos hechos a partir de cannabis ser medicamentos de control especial? ¿Estarán incluidos en el POS? ¿Para qué enfermedades serán? ¿Donde se podrán comercializar los productos?

"Las personas están muy entusiasmadas, pero estamos muy lejos. Es un camino que comenzó, pero para que los pacientes puedan acceder a productos legales con un régimen adecuado estamos lejos, yo diría que no a menos de 2 años. Es un primer paso interesante, hemos avanzado".

Cannabis medicinal, una industria millonaria

A pesar de lo estricto y riguroso de las licencias, Jenny Jiménez y Mario Francisco Sanchez, productores y creadores de productos de cannabis, ya empezaron a recoger todo lo necesario para acceder a ellas.

Mientras tanto, siguen trabajando en su empresa La Finca Interactiva como venían, autorregulándose bajo la Ley 30 de 1986, que limitaba su cultivo a no más de 20 plantas, lo que impedía una producción grande que pudiera atender a muchos usuarios. A pesar de que los más atrevidos calculan que la inversión para quienes estén interesados podría alcanzar el millón de dólares, ellos aseguran que "los recursos hay que buscarlos. Si uno quiere meterse en esto tiene que hacerlo".

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Entre otros vacíos que dejó el decreto, el que más los preocupa es tener que destruir los productos que tenían antes de legalizar su situación. "Nosotros no podemos hacer eso porque ya nos sentimos responsables de alguna manera con la vida de las personas. Sin decir que el cannabis es curativa, o la panacea, pero ya hace parte de la vida de muchas personas -dice Mario Francisco. Jenny repunta, diciendo que-: es más peligroso poner ahora a los usuarios y consumidores de productos medicinales a probar de cero los productos que salen. Sobretodo, a sabiendas de que lo que está funcionando es el trabajo limpio y artesanal que se venía haciendo".

Pero se sienten favorecidos con las redes asociativas de las que habla el decreto: "nosotros a la vez que productores y cultivadores somos líderes de procesos sociales, ahora vamos a empezar a tomar unas regiones aquí en Cundinamarca para centralizarlas en el trabajo de cannabis".

Desde la Finca Interactiva, Mario y Jenny, le apuntan a que la industria cannabica no quede solo en manos de multinacionales y grandes empresas sino que involucre a la población vulnerable y que ayude en temas de post conflicto.

Entre las preocupaciones que les quedan es que se habla de hectáreas cultivables, entonces se preguntan: ¿va a haber desplazamientos por cultivos de marihuana? ¿Se está pensando una industria ecológicamente sostenible? ¿Se van a generar estrategias para quienes no puedan acceder a los productos puedan sembrar y transformar? ¿Van a imponer las semillas?

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Menos prejuicios, más información

Aunque en el Senado la votación para aprobar el proyecto de Ley fue mayoritaria, algunos senadores manifestaron preocupaciones que comúnmente se escuchan en el ciudadano de a pie. Que es una idea inoportuna y poco viable en las actuales circunstancias del país, que promociona la adicción, que estamos haciendo apología de la legalización, que la marihuana no es inocente y que es la entrada a otras drogas más peligrosas, entre otras teorías que habitan el imaginario colombiano.

Para David Ponce, psicólogo con experiencia en temas de prevención, mitigación e investigación, y activista de la comunidad cannabica colombiana, "hay una problemática seria de drogas y nos hemos dado cuenta de que las formas en que la han trabajado no han funcionado, esa es la primera crítica. Programas de prevención que se gastan miles de millones al año y todos los años hay más usuarios. Si su función es prevenir y no previene es porque no funciona: no están cumpliendo con el objetivo. Hay otras formas de tocar estos temas".

Lo que más preocupa a David es que no hay buena información. Hasta ahora, ni el decreto, ni el proyecto de ley, han planteado un espacio para la formación, la capacitación y la sensibilización de la sociedad sobre este tema. "Nadie explica el tema del cannabis medicinal. Por eso, la discusión se hace pensando que todos nos vamos a volver drogadictos".

También coincide en que son más las dudas que se han generado que las que se han resuelto: "está bien el rigor para no permitir mercados ilícitos, para buscar controles de calidad. ¿Pero dónde dice cómo se puede acceder, quién puede acceder, quién va a medicar, cómo va a medicar".

Y le preocupa que el decreto se extienda tanto en el tema de exportación, sobretodo cuando la producción que se hace hasta ahora en el país no podría suplir esa demanda. "En muchos estados de Estados Unidos, por cuestiones climáticas, sale muy costoso la producción de cannabis. Ahora no vaya a ser que nos pase como con las flores – rosas del día de los enamorados el 14 de febrero- que se cultivan en Colombia para una celebración de afuera".

"La idea es que la gente tenga libertad de elegir. Nosotros luchamos por la libertad no por el libertinaje, y la libertad es elegir informadamente. Pero cuando no tenés información ,es como si escogieras con los ojos cerrados".

Queda un camino muy largo por andar y muchas dudas que resolver que deberán estar incluidas en el proyecto de Ley. La regulación del cannabis medicinal expone un escenario favorable para Colombia, pues podría generar una industria que se estima podría exportar US$2.200 millones -lo mismo que las flores y el banano juntos- y mucha investigación. Solo así Colombia podría cambiar la fama de una país narco que exporta drogas ilegales a un país líder en el desarrollo del cannabis medicinal.